Mel Carter había soñado durante mucho tiempo con esta audición. Sentada frente al piano del conservatorio, el auditorio estaba en un silencio expectante, roto solo por el ocasional murmullo de los acompañantes. Terrance, su único amigo y confidente, se encontraba en la fila de atrás, su expresión llena de apoyo y esperanza.El viejo piano en el escenario parecía esperar pacientemente. Mel ajustó su posición en el banco y, con una respiración profunda para calmar sus nervios, dejó que sus dedos se posaran sobre las teclas. La pieza que iba a interpretar era una melodía romántica y lúgubre, perfeccionada con la ayuda de su padre. Tom Carter, un músico talentoso en su juventud, había dejado la música profesional debido a problemas de artritis. Aunque su padre se había convertido en un mentor menos entusiasta, Mel sabía cuánto le había costado llegar hasta aquí.Mientras Mel tocaba, las notas llenaron la sala con una resonancia profunda y emotiva. La melodía, cargada de una tristeza melancólica y una belleza que atrapaba, fluía con una elegancia que reflejaba la pasión y el esfuerzo de Mel. Cada acorde contaba una historia, un tributo a su padre y a sus propias aspiraciones. Tom solía decirle que cuando nació, su llanto fue la melodía más linda del mundo, y ella siempre había sentido una conexión especial con la música gracias a él.Finalmente, la pieza terminó. Mel levantó la vista del teclado, agotada pero satisfecha. Una mujer de mediana edad, una de las evaluadoras del conservatorio, se levantó y la felicitó. Con una sonrisa profesional, le comunicó a Mel que había sido aceptada en la Academia Tune, lo que le permitiría audicionar para la Universidad de Juilliard."¡Muchas gracias!" exclamó Mel, su voz temblando de emoción."Felicidades," dijo la mujer, "Estamos emocionados por lo que podrás lograr. La academia será un gran paso para tu carrera."Mel, radiante, se volvió hacia Terrance, quien la abrazó con entusiasmo. "¡Lo hiciste genial, Mel! Estoy tan feliz por ti," dijo él."Gracias, Terrance," respondió Mel, "No podría haberlo hecho sin tu apoyo".
Para celebrar, Mel y Terrance decidieron asistir a un concierto de Mozart, el compositor favorito de Mel. Aunque ella llevaba jeans y una blusa color naranja, y Terrance no compartía su entusiasmo por la música clásica, él había comprado las entradas con la esperanza de que la audición saliera bien.En el teatro, el ambiente era elegante y opulento. Las cortinas rojas y los candelabros dorados contrastaban con la informalidad del atuendo de Mel. A pesar de ello, ella estaba completamente absorta en la música, disfrutando de cada momento del concierto.De repente, mientras el director de orquesta comenzaba a presentar una de las piezas, Mel notó algo inquietante en una de las vigas del teatro. Una figura gris pálido, con ojos amarillos resplandecientes, se movía lentamente entre las sombras. La criatura parecía una mezcla entre un insecto gigante y un ser humano, con garras afiladas y alas membranosas que se movían débilmente.Antes de que pudiera reaccionar, la figura saltó con una agilidad sorprendente sobre el director de orquesta. Clavó un colmillo afilado en su garganta, y el hombre empezó a ahogarse, su rostro distorsionado en una mueca de terror. El teatro estalló en un caos de gritos, pero la mayoría de los asistentes parecían paralizados, inmóviles como si estuvieran atrapados por una fuerza invisible.Mel gritó, pero el sonido se perdió en el tumulto. En ese instante, un joven de cabello rubio y ojos azules penetrantes apareció en el escenario. Con una rapidez y precisión inusuales, desenfundó una daga brillante y, con un movimiento certero, la hundió en el cuello de la criatura. La cabeza del monstruo cayó al suelo, y su cuerpo se desplomó, desintegrándose en cenizas en cuestión de segundos.Cuando la figura monstruosa se deshizo en un torbellino de cenizas, el chico rubio se giró hacia Mel. Sus ojos azules reflejaban asombro y preocupación mientras la observaba. Sin decir una palabra, el joven saltó ágilmente hacia la viga desde donde la criatura había saltado y luego desapareció entre los andamios del techo, moviéndose con una velocidad y destreza casi sobrenaturales.Mel, aún en estado de shock, corrió tras bambalinas, intentando encontrar al joven. Su búsqueda resultó infructuosa; los pasillos traseros del teatro estaban vacíos y desordenados, sin rastro del misterioso salvador. Desesperada, Mel regresó al auditorio principal.Cuando Terrance llegó a su encuentro, vio a Mel mirando a su alrededor, claramente asustada y confundida."¿Mel? ¿Qué pasa?" preguntó Terrance, notando la expresión de pánico en su rostro."¡Había un chico aquí! Y la criatura... ¡la vi!" exclamó Mel, intentando explicar lo que había sucedido.Terrance frunció el ceño y miró alrededor. "No he visto a nadie más, Mel. Parece que ya no queda nadie en el teatro. Tal vez te asustaste y el café que tomaste antes de la audición te afectó. Puede que te hayas quedado dormida un momento."Mel lo miró con incredulidad. "No, Terrance, te lo juro. Vi a esa criatura y al chico rubio. Todo fue real."Terrance trató de calmarla. "Vamos a salir de aquí. El teatro está cerrado, y no hay nadie más. Necesitas relajarte.
Mientras intentaban detener un taxi, Mel no podía dejar de mirar a su alrededor, esperando ver al joven rubio o alguna señal de lo que había ocurrido. Terrance, tratando de aliviar la tensión, trató de distraerla con conversaciones sobre la audición y sus planes futuros. Sin embargo, la confusión y el temor seguían presentes en la mente de Mel.
El taxi se detuvo afuera de la casa de Mel en un barrio bastante polvoriento escasos recursos la diferencia del suburbio donde vivía Terrance que estaba cerca de las tiendas principales de New Jersey. El padre de Mel había logrado adquirir esa casa a un precio bajo porque porque el área de Leiden era un sitio de mala reputación.
Terrance tardaba una hora en taxi para llegar a la casa de Mel porque en esa área no había metro.
Mel se bajó del auto y levantó la mano a modo de saludo para despedirse de su amigo y entro en la casa. Seguramente su padre estaría furioso por llegar a casa tan tarde sobre todo si le decías que había ido a escuchar música su padre le tenía prohibido cualquier cosa relacionada con los conciertos. Es por eso que había tenido que trabajar está escondidas en la pieza musical los viejos libros de música de su padre. Él consideraba que aún le faltaba mucho para estar a su nivel.
Tan pronto como Mel atravesó la puerta principal una luz se encendió su padre estaba sentado junto a una lámpara y se veía enojado. Me dio un brinco " papá" "¿dónde demonios estabas? "¿Sabes qué hora es?"
—Lo siento, nos fue difícil coger un taxi.
— La próxima vez te quiero aquí a las seis. O no habrán mas salidas.
— Si, padre.
Mel siempre habia estado sujeta a las estrcitas reglas de su padre. Desde que su madre murio, su padre se habia vuelto un amargado. Decia que las calles estaban muy peligrosas hoy en dia. Fuera de eso, era un padre carinoso. Trabajaba horas extras dando clases de musica y no le iba nada de mal, pero se habia renunciado a abandonar esta casa , ya que le tra[ia recuerdos de Amelia, su madre, pero Mel le habia convencido de mudarse cerca de Terrance. La proxima semana comenzarian con la mudanza. De pronto, Mel vio una criatura de ojos rojos mitad angel, mitad demonio detras de su padre y antes de que ella pudiera gritar este le atraveso con sus largas unas. Mel grito, todo le daba vueltas, algo como un jugo le cayo encima haciendole que le quemara la piel.
La criatura vino tras ella pero Mel estaba paralizada,pero su cuerpo reacciono por ella y se lanzo debajo de la mesa del comedor. Resulto inutil, el animal le siguio y mientras se pasaba la lengua por sus afilador dientes color negro gateaba hasta ella. De pronto, Mel vio que una de las patas de la mesa se habian salido y se la hundio en la garganta el animal retrocedio y ella corrio hacia la puerta principal.