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los sueños de papel de quentin

Marlod
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Chapter 1 - Capítulo 1: Descubrimientos

Quentin Black estaba en su habitación, observando los bocetos y escritos que colgaban en sus paredes. La habitación tenía un desorden agradable, su propio refugio en medio de la casa de sus padres. Mientras hojeaba las páginas de su cuaderno de dibujos, la risa de su madre y la voz de su padre llamándolo desde el comedor le hicieron recordar que era hora del almuerzo.

Con un suspiro, cerró su cuaderno y se dirigió hacia el comedor, donde su familia ya estaba reunida. Su madre, Patricia, y su padre, Eduard, lo miraron con sonrisas de bienvenida mientras tomaba asiento junto a su hermano mayor, Richard, el exitoso dueño de una cadena de restaurantes.

"Entonces, ¿cómo ha estado tu día, Richard?" preguntó Patricia, con la curiosidad amorosa de una madre.

Richard, como siempre, tenía algo importante que contar. Sonrió con modestia y relató sobre la nueva sucursal que estaba abriendo y los desafíos de la expansión de su negocio. Los ojos de sus padres brillaron de orgullo, y Quentin sintió una familiar punzada en el pecho. Aunque amaba a su hermano, las comparaciones implícitas siempre estaban presentes, y él sentía que jamás podría igualar el éxito de Richard.

"Y tú, Quentin," dijo Eduard, dándole una sonrisa cálida, "¿cómo va todo en tu mundo del arte?"

Quentin forzó una sonrisa y, encogiéndose de hombros, respondió: "Bueno, he estado trabajando en algunos proyectos personales." No quiso decir mucho más, y tampoco es que sus padres insistieran. Richard le dio una mirada de interés, y Patricia le dijo, "Qué bueno, cariño. Sabes que siempre puedes compartir con nosotros lo que estás haciendo."

"Sí, pero hermano," agregó Richard, con su tono sutil pero directo, "quizás podrías considerar hacer algo más... estable. Con tu creatividad, seguro que podrías encontrar una forma de sacarle provecho." Luego, le dio una palmada amistosa en el hombro. "Solo digo que, cuando encuentres tu camino, va a ser genial."

Quentin intentó reír, aunque sintió una mezcla de incomodidad y frustración. En realidad, deseaba encontrar algo que le diera sentido a su vida, algo que le permitiera ayudar a su familia y ser alguien de quien pudieran sentirse orgullosos. Pero aún no había hallado ese camino.

Después del almuerzo, volvió a su habitación, tratando de dejar atrás los comentarios. Se sentó en su escritorio, encendió una lámpara y tomó su cuaderno. Decidió refugiarse en lo que más amaba: escribir. Esta vez, comenzó a crear una historia de fantasía, casi como un escape de la realidad.

En su relato, el protagonista era un héroe solitario, perdido en un oscuro bosque, cuando encontraba un anillo enterrado bajo una roca. Quentin lo describió con detalle: el anillo era sencillo pero tenía una serie de símbolos tallados y una pequeña gema azul en el centro. Se decía que el anillo tenía el poder de cambiar el destino de quien lo poseyera. Para acompañar su historia, Quentin se dedicó a dibujar el anillo, trazando cuidadosamente cada símbolo y detalle.

Al terminar, sintió un extraño escalofrío que recorrió su espalda. La habitación pareció volverse más fría de repente, y Quentin miró a su alrededor, extrañado. Pensó que era su imaginación y lo dejó pasar, cerrando el cuaderno antes de irse a dormir.

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Al día siguiente

Quentin caminaba distraído por el jardín trasero de su casa, perdido en sus pensamientos, cuando algo brilló en el suelo. Frunció el ceño y se agachó para verlo mejor. Allí, medio enterrado en la tierra, estaba un anillo. Al recogerlo, su corazón dio un vuelco. Era idéntico al que había dibujado la noche anterior: los mismos símbolos, la misma gema azul en el centro.

La incredulidad lo invadió, y su mente buscaba explicaciones. Tal vez era una coincidencia, pero… ¿cómo podía ser tan exacto? Sostuvo el anillo en su mano, observando cada detalle y sintiendo su peso real. Estaba seguro de que no podía ser una simple fantasía.

Con el corazón latiendo rápido, Quentin miró el anillo en su mano, un extraño brillo en sus ojos. Apenas podía comprender lo que sucedía, pero en el fondo, sentía que su vida acababa de cambiar para siempre.