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Chapter 3 - Episodio 3: Intento de salvación.

La atmósfera estaba cargada de tensión y una energía densa se extendía por todo el lugar. El suelo temblaba ligeramente, como si el propio planeta supiera que algo apocalíptico estaba por suceder.

Las puertas de las habitaciones temporales se abrieron de golpe, y uno a uno, los héroes emergieron de su largo entrenamiento. Victor, con el rostro serio y la mirada determinada, lideraba el grupo. A su lado, Daiki Talloran, Evil Victor, José, Rigor, Nine Sharon, Tino, y Normado caminaban en formación. Detrás de ellos, otros héroes, quienes habían estado entrenando durante lo que parecieron 30 años en esos espacios temporales, ahora estaban listos, sus cuerpos y espíritus más fuertes que nunca.

De pronto, el cielo se rasgó como si fuera un velo de papel. Un sonido aterrador y ensordecedor resonó, como si los mismos cimientos del universo se rompieran. Un portal masivo se abrió, expandiéndose y tragando la luz del día, sumiendo el mundo en una penumbra ominosa. De ese desgarrón en el cielo, emergió Xar'khal. Su forma gigantesca y aterradora descendió lentamente, como un dios de destrucción que había venido a reclamar su trono. Su cuerpo irradiaba un aura oscura y caótica, con espinas sobresaliendo de su espalda y ojos que brillaban con un odio ancestral.

—"Finalmente, han decidido enfrentarme," rugió Xar'khal, su voz reverberando en los corazones de todos los presentes. "Han entrenado, han buscado el poder... pero nada de eso importa. La destrucción es inevitable."

Victor dio un paso al frente, sus puños envueltos en energía pura, su mirada llena de determinación.

—"No permitiré que sigas destruyendo todo lo que existe," declaró Victor, su voz firme. "Hoy, acabaremos contigo de una vez por todas."

Evil Victor soltó una carcajada sádica, emocionado por la batalla que se avecinaba, mientras Daiki ajustaba su postura, canalizando su energía.

—"Preparaos, compañeros," gritó Rigor, invocando su energía cósmica púrpura. "¡Esto es todo o nada!"

Los héroes tomaron sus posiciones, listos para el combate final. Xar'khal bajó al suelo terrenal con una explosión de energía, provocando un cráter inmenso a su alrededor. La tierra tembló y se resquebrajó bajo su peso, mientras él extendía sus brazos y liberaba una onda expansiva que empujó a los héroes hacia atrás.

—"¡Venid a mí, héroes!" bramó Xar'khal. "¡Permitid que devore vuestros poderes y convierta vuestra esperanza en desesperación!"

Sin más preámbulo, ambos bandos se lanzaron al ataque. Victor y Evil Victor lideraron la carga, mientras los demás héroes seguían su ejemplo, desencadenando un asalto conjunto de técnicas y poderes. El cielo se iluminó con destellos de luz y sombras, y el choque de energías resonó por todo el planeta.

La batalla por el destino del universo había comenzado, y no había marcha atrás.

La atmósfera se llenaba de una opresiva oscuridad mientras Xar'khal se manifestaba en el cielo, rasgando el tejido de la realidad con una brutalidad que hacía estremecer el propio universo. Los héroes, agotados pero no derrotados, emergieron de las habitaciones temporales, sus rostros reflejando una mezcla de determinación y ansiedad. Era el momento que habían temido y esperado, el combate final contra un ser que había destrozado mundos enteros y corrompido la vida misma.

En lo alto de una colina, los dos Asagis observaban la escena con ojos llenos de resolución. El Asagi masculino apretaba los dientes, su katana brillando con un aura oscura, mientras que su versión femenina sostenía un abanico de acero, lista para desatar su letal danza de cuchillas. Habían entrenado juntos durante décadas en la cámara temporal, superando sus límites, pero incluso ahora, ante la presencia de Xar'khal, una sombra de duda pasaba por sus mentes.

—"¿Lo sientes?" murmuró Asagi (mujer), su voz apenas un susurro. "Esa abominación... es como si la desesperación misma tuviera forma."

—"Lo siento," respondió Asagi (hombre), su tono teñido de una determinación fría. "Pero también sé que no hay marcha atrás. Moriremos juntos, o lo destruiremos."

Xar'khal, desde su trono en el cielo, giró su mirada hacia ellos. Su rostro, una grotesca máscara de sadismo, se contorsionó en una sonrisa.

—"¿Acaso creen que dos simples mortales pueden desafiar a un dios?" tronó su voz, resonando como mil relámpagos cayendo a la vez. "Morirán, como todos los demás. No hay redención, no hay esperanza."

Sin más advertencia, Xar'khal alzó su mano y una oleada de energía oscura se precipitó hacia ellos, distorsionando la realidad misma. Los Asagis apenas tuvieron tiempo de reaccionar. La versión masculina saltó hacia adelante, cortando la energía con su katana, mientras la versión femenina se deslizaba entre las sombras, esquivando el ataque con una gracia sobrenatural.

Pero la furia de Xar'khal era implacable. En un abrir y cerrar de ojos, se teletransportó detrás de ellos, su mano transformada en una garra monstruosa que atravesó el aire con un rugido ensordecedor. Asagi (mujer) soltó un grito cuando la garra la alcanzó, lanzándola hacia el suelo con un impacto que hizo temblar la tierra.

—"¡Hermana!" gritó Asagi (hombre), con los ojos llenos de terror. Sin dudarlo, se lanzó hacia Xar'khal, su espada encendida con el poder de mil sacrificios. "¡No te lo perdonaré!"

Xar'khal solo se rió, un sonido cruel que parecía absorber toda la luz a su alrededor. Con un movimiento rápido, atrapó a Asagi (hombre) por el cuello, levantándolo como si no fuera más que un muñeco.

—"Es inútil," susurró Xar'khal, acercando su rostro grotesco al de Asagi. "Todo lo que amas, todo lo que intentas proteger... desaparecerá en el abismo."

Pero antes de que Xar'khal pudiera aplastar la vida de Asagi, una ráfaga de luz atravesó el cielo. Un rayo de esperanza en medio de la oscuridad.

—"¡No tan rápido!" Una voz resonante cortó el aire. Era Victor, apareciendo en un destello cegador gracias al Usagi Instantáneo, su cuerpo cubierto por un aura incandescente. Con un movimiento rápido, cortó la mano de Xar'khal, liberando a Asagi de su agarre.

—"No permitiremos que destruyas todo," dijo Victor, su voz cargada de ira y determinación. "Has llegado demasiado lejos."

Xar'khal retrocedió un paso, su expresión momentáneamente sorprendida. Pero pronto esa sorpresa se transformó en una mueca de pura furia.

—"¡Todos morirán! ¡No importa cuántos se levanten contra mí!" rugió, su cuerpo transformándose en una monstruosidad de espinas y tentáculos.

Los héroes, unidos por un propósito mayor, se prepararon para la batalla más grande de sus vidas. Mientras el caos estallaba a su alrededor, todos sabían que no había segundas oportunidades. Esta era la última línea de defensa, la última esperanza para salvar no solo su mundo, sino todos los mundos que aún respiraban.

—"¡Por todos los que cayeron, por aquellos que amamos!" gritó Asagi (mujer), levantándose con un último esfuerzo, sangre cubriendo su frente pero con los ojos llenos de determinación.

Victor, Evil Victor, Daiki, José, Rigor, Nine Sharon, Tino y Normado formaron un círculo alrededor de Xar'khal, listos para sacrificarlo todo. Y así, comenzó el combate que determinaría el destino del omniverso, donde el coraje y la desesperación chocaron en una explosión de poder y fe.

Mientras el polvo se levantaba y los gritos llenaban el aire, cada héroe se aferraba a la esperanza de que, al final, aún quedara un resquicio de luz en el vasto océano de oscuridad que Xar'khal había desatado.

Asagi (hombre) jadeaba, su respiración pesada mientras extendía ambas manos hacia adelante, concentrando todo su poder en una serie de técnicas de energía. Con un grito desgarrador, liberó ráfagas consecutivas de luz azul brillante que cruzaron el cielo como cometas, impactando directamente en el cuerpo colosal de Xar'khal. Cada estallido de energía iluminaba el campo de batalla, pero al disiparse, solo dejaban ver la figura intacta del dios que se cernía sobre ellos.

—"¡Maldita sea! ¿Por qué no le hacen daño?" gritó Asagi, apretando los dientes mientras intentaba redoblar sus esfuerzos. Las explosiones golpeaban el torso de Xar'khal, pero este ni se inmutaba, como si los ataques fueran meros zumbidos molestos.

Xar'khal observaba desde las alturas, sus ojos brillando con una malicia insondable. Su boca se curvó en una sonrisa burlona mientras alzaba una mano hacia el cielo.

—"¿Eso es todo lo que tienen, insectos?" dijo con un tono gélido. "Si creen que estos trucos patéticos me harán retroceder, están muy equivocados."

Con un simple movimiento de su brazo, Xar'khal arrancó pedazos de la tierra bajo ellos. La ciudad en ruinas y las montañas cercanas comenzaron a temblar, desmoronándose ante la voluntad de este ser demoníaco. Grandes fragmentos de edificios destrozados y enormes rocas se elevaron en el aire, suspendidos por un poder invisible.

—"¡Cuidado, vienen encima!" gritó Rigor, lanzándose hacia adelante para proteger a Asagi.

Los escombros cayeron como una lluvia mortal. Montañas enteras y escombros de la ciudad fueron arrojados sobre los héroes con la fuerza de mil martillos. Asagi levantó una barrera de energía en un intento desesperado por protegerse, pero los fragmentos la hicieron trizas casi de inmediato. Fue lanzado hacia atrás, cayendo pesadamente al suelo.

—"¡Asagi!" gritó Daiki, corriendo hacia su compañero, creando un escudo de energía púrpura para bloquear algunos de los escombros que aún caían. "¡No te rindas!"

Mientras tanto, Victor se elevó en el aire con su técnica Usagi Instantáneo, zigzagueando entre los fragmentos que caían como meteoros. Con una precisión letal, cortó las rocas en pedazos más pequeños antes de que golpearan a los demás.

—"¡Concéntrense!" rugió Victor, dirigiéndose tanto a los veteranos como a los recién llegados. "Si no coordinamos nuestros ataques, estamos acabados."

Xar'khal soltó una carcajada, un sonido que resonaba como el trueno.

—"¿Qué les hace pensar que tienen una oportunidad?" dijo con una voz llena de desdén. "Sus esfuerzos son tan insignificantes como sus vidas."

Sin embargo, en lugar de desesperarse, los héroes intercambiaron miradas de determinación. José, con el rostro endurecido por la preocupación por Melisa, cargó hacia adelante, sus manos envueltas en llamas azules. Nine Sharon le siguió, desatando un torrente de sombras para bloquear más escombros.

Asagi (hombre), adolorido pero no derrotado, se levantó tambaleante. Sus ojos ardían con una furia renovada.

—"No me importa cuántas veces tenga que intentarlo," susurró, apretando los puños. "¡No voy a dejar que te salgas con la tuya!"

Con un grito de guerra, se unió a sus compañeros, disparando más ráfagas de energía mientras Victor y Rigor preparaban sus ataques más poderosos. Xar'khal, aún sonriendo, se preparaba para recibirlos, confiado en su invulnerabilidad.

El campo de batalla se convertía en un infierno de energía, caos y determinación. Cada héroe sabía que no había vuelta atrás. Este era el momento que definiría el destino de todos los mundos que Xar'khal había amenazado con su cruel existencia.

Chomosukez y Lulu aparecieron en la escena como un destello, sus auras chispeando con energía. Habían dejado a sus hijos en un refugio seguro, sabiendo que la batalla que les esperaba era una de vida o muerte. Sus rostros mostraban una mezcla de preocupación y determinación, sabiendo que no podían fallar ahora que sus seres más queridos dependían de ellos.

Lulu, con sus ojos brillando como un par de estrellas en la oscuridad, extendió su mano, desatando un torrente de energía celestial que iluminó el campo de batalla. Sus habilidades habían crecido exponencialmente durante su tiempo en la habitación temporal, y ahora estaba lista para liberar todo su poder.

—"¡Victor, Daiki, estamos aquí!" gritó Lulu, su voz cortando el caos que reinaba a su alrededor. "No permitiré que esta bestia siga destruyendo vidas."

Chomosukez, a su lado, sonrió con un brillo feroz en sus ojos. Sus puños se encendieron con un fuego ardiente, su habilidad única que había perfeccionado para esta ocasión. Con un rugido, se lanzó hacia adelante, golpeando el suelo con tal fuerza que la tierra tembló, creando ondas de choque que despejaron los escombros alrededor de ellos.

—"¡Ya basta de juegos, Xar'khal!" vociferó Chomosukez. "Nos aseguraremos de que este sea tu último día."

Xar'khal giró lentamente su cabeza hacia los recién llegados, su sonrisa sádica se amplió al ver a nuevos retadores.

—"Ah, más insectos para aplastar," dijo con un tono burlón. "No importa cuántos se unan, todos perecerán bajo mi poder."

Sin esperar más provocaciones, Lulu alzó ambos brazos y conjuró una lluvia de meteoros de energía que descendieron sobre Xar'khal, forzándolo a retroceder por primera vez. Aprovechando la distracción, Chomosukez usó su velocidad extrema para aparecer detrás del monstruo, lanzando una serie de golpes rápidos como rayos en sus puntos vitales.

—"¡Ahora, todos juntos!" gritó Victor, viendo una apertura. "¡No dejen que se recupere!"

Daiki, Rigor, Nine Sharon, Asagi y los demás héroes no perdieron tiempo. En una coordinación perfecta, combinaron sus ataques, creando un huracán de poder que envolvió a Xar'khal. El suelo se quebraba bajo la presión de sus técnicas, el aire vibraba con la intensidad de sus poderes desatados.

Por un breve instante, pareció que el poder combinado de todos los héroes podría ser suficiente para detener a la abominación. Pero Xar'khal, con una mirada de pura furia, liberó una onda expansiva que los lanzó a todos por los aires, derrumbando edificios y arrancando árboles de raíz.

Lulu se estrelló contra el suelo, jadeando por aire, pero sus ojos no mostraban miedo, solo una determinación inquebrantable. Chomosukez se levantó, sangre corriendo por su frente, pero sonriendo con desafío.

—"Esto apenas comienza," murmuró Chomosukez, limpiándose la sangre con el dorso de la mano. "Por nuestros hijos, por todos los que amamos... no perderemos."

Victor, tambaleándose pero aún firme, asintió.

—"Sí... aún no hemos terminado," dijo, sus ojos llenos de una llama indomable. "¡No importa cuántas veces caigamos, seguiremos levantándonos!"

Los héroes se prepararon para la siguiente ronda, sabiendo que la verdadera batalla apenas comenzaba. Xar'khal se rió, un sonido profundo que resonó por todo el campo de batalla.

—"Adelante, sigan intentándolo," dijo con una voz como un trueno. "Será un placer destruir sus esperanzas una por una."

Y así, el combate final continuó, una danza de poderes y voluntades donde el destino de todos los universos colgaba en la balanza. Cada golpe, cada técnica, cada sacrificio, se convertía en una chispa que mantenía viva la llama de la esperanza, mientras los héroes luchaban contra el terror personificado que era Xar'khal.

Evil Victor, con su sonrisa sádica habitual, cargó su técnica más devastadora. Su cuerpo comenzó a irradiar un calor intenso, las llamas danzando alrededor de sus brazos mientras formaba una gigantesca flecha de fuego puro. Sus ojos brillaron con una mezcla de odio y determinación, apuntando directamente al rostro de Xar'khal.

—"¡Vamos a ver si puedes soportar esto, monstruo!" —gritó Evil Victor con una carcajada maníaca, liberando la flecha de fuego con una velocidad abrumadora.

La flecha atravesó el aire, su resplandor iluminando el cielo, y se estrelló contra la cara de Xar'khal con una explosión que sacudió la tierra. Por un momento, parecía que la técnica había funcionado; el cuerpo del dios se vio envuelto en llamas, y un rugido de dolor resonó por todo el campo de batalla.

Pero entonces, en medio de la cortina de humo y fuego, la figura de Xar'khal emergió, indemne. Su rostro, aunque ennegrecido, no mostraba más que una ligera molestia. Con una sonrisa torcida, alzó su mano derecha, absorbiendo los restos de la flecha de fuego y convirtiéndolos en una bola de energía oscura.

—"¿Eso es todo lo que tienes?" —burló Xar'khal, sus ojos brillando con un odio insondable. "Déjame mostrarte lo que es un verdadero ataque."

En un instante, Xar'khal devolvió la técnica multiplicada mil veces. La esfera de energía oscura se dividió en una tormenta de flechas ígneas, cada una tan poderosa como el ataque original de Evil Victor. El cielo se oscureció con el aluvión de proyectiles que descendieron sobre los héroes con una velocidad aterradora.

—"¡Cuidado!" —gritó Victor, activando un escudo de energía púrpura para protegerse.

Evil Victor, sorprendido por la magnitud del contraataque, intentó esquivar, pero el volumen de flechas era abrumador. Una tras otra, las flechas impactaron en el suelo y contra los héroes, creando cráteres ardientes a su alrededor. José y Nine Sharon se apresuraron a crear barreras defensivas, mientras Rigor y Daiki cubrían a los demás con sus habilidades protectoras.

Las explosiones iluminaron el campo de batalla, el calor sofocante y la presión casi aplastando a los héroes. Por un instante, pareció que todo estaba perdido. Pero en medio de la devastación, se escuchó una voz firme.

—"¡No nos rendiremos tan fácilmente!" —gritó Daiki, liberando una onda expansiva de energía que desvió parte del ataque.

Aprovechando la apertura, Victor y José combinaron sus habilidades para generar un vórtice que absorbió las flechas restantes, protegiendo al grupo de un desastre inminente. Evil Victor, a pesar de su orgullo herido, mostró una expresión de respeto hacia sus aliados.

—"Esto aún no termina..." —murmuró, limpiando un rastro de sangre de su rostro. "Vamos a darle su merecido."

Xar'khal se rió, un sonido que reverberó como una campana fúnebre.

—"Patéticos... sigan intentándolo. Solo prolongan lo inevitable," dijo con una voz profunda, mientras su cuerpo mutaba ligeramente, volviéndose aún más grotesco y poderoso tras absorber los ataques.

Los héroes, con el corazón palpitando y el sudor goteando por sus rostros, sabían que la batalla estaba lejos de acabar. Pero, a pesar del terror que Xar'khal representaba, no había ni una pizca de duda en sus ojos. Habían llegado demasiado lejos como para retroceder ahora.

—"¡Por nuestros seres queridos, por nuestro hogar, no fallaremos!" —gritó Victor, alzando su espada con determinación renovada.

Y así, la batalla continuó, cada héroe luchando con todas sus fuerzas, sabiendo que el destino de su mundo dependía del resultado de este enfrentamiento final.

En medio del caos y la devastación, Asagi (versión hombre) se apartó de la línea de combate, su mirada llena de una determinación feroz que no dejaba lugar a dudas. Mientras los escombros volaban por el aire y Xar'khal seguía desatando su furia, Asagi sabía que era el momento de hacer el sacrificio definitivo.

—"¡Todos, retrocedan!" —gritó con una voz que resonó por encima del estruendo de la batalla.

Victor, Daiki, Evil Victor, José, Nine Sharon, Rigor, Tino y Normado se detuvieron en seco, girando la cabeza hacia él con incredulidad. La energía comenzaba a acumularse alrededor de Asagi, envolviéndolo en un resplandor cegador. Su aura creció en intensidad, haciéndose tan brillante como el mismo sol. Pero no era un poder común, era su vida misma lo que estaba sacrificando.

—"Asagi, ¿qué estás haciendo? ¡Detente!" —gritó Victor, avanzando un paso, pero una barrera invisible le impidió acercarse más.

Asagi giró su rostro hacia sus amigos con una sonrisa serena y despreocupada, su característica irreverencia brillando incluso en ese momento decisivo.

—"Chicos... ha sido un viaje salvaje, ¿verdad? Pero es hora de que me despida." —Su voz era sorprendentemente tranquila. "Díganle a Chomo que más le vale pagarme ese maldito dinero que me debe... si no, voy a volver del más allá solo para atormentarlo."

Unos segundos de desconcierto llenaron el aire, pero entonces la realidad de sus palabras golpeó a todos como un martillazo. José se tambaleó hacia adelante, tratando de romper la barrera que separaba a Asagi de los demás, pero era inútil.

—"¡No, Asagi! No tienes que hacer esto. ¡Hay otra forma!" —gritó José con desesperación.

—"Cuida de los demás por mí, José... Y recuerda lo que te dije sobre vivir sin arrepentimientos." —respondió Asagi, una lágrima brillando en su mejilla antes de desvanecerse en la luz que lo consumía.

El suelo tembló cuando Xar'khal, dándose cuenta del poder que estaba acumulando Asagi, lanzó un rugido de furia, arremetiendo contra él con una velocidad monstruosa.

—"¡¿Crees que puedes detenerme con tu insignificante sacrificio?!" —bramó Xar'khal, desatando una ráfaga de energía oscura.

Pero ya era demasiado tarde.

Asagi cerró los ojos, susurrando su última plegaria.

—"Adiós, a todos... vivan por mí."

Con esas palabras, la energía acumulada en su cuerpo alcanzó su punto máximo. Una explosión de luz pura y deslumbrante envolvió el campo de batalla, seguida de una onda expansiva que arrasó todo a su alrededor. La explosión fue tan intensa que hizo temblar el propio tejido del espacio y tiempo, desintegrando todo en un radio de kilómetros.

Xar'khal fue envuelto en la explosión, sus rugidos de ira transformándose en gritos de agonía, pero cuando el brillo se desvaneció, allí seguía, indemne. Asagi había apostado todo en su último ataque, pero el dios oscuro había resistido.

Victor y los demás miraron con horror el cráter donde antes había estado su amigo. No quedaba nada de Asagi. Sólo un vacío silencioso, la tierra carbonizada como testigo de su sacrificio.

—"Maldito sea..." —murmuró Daiki, con los ojos llenos de lágrimas. "Todo por nada."

Evil Victor apretó los dientes, el dolor mezclado con una furia creciente.

—"¡Asagi... no merecías esto...!" —gritó al cielo, su voz quebrándose.

Pero Xar'khal, con una sonrisa triunfante y burlona, simplemente se rió.

—"¿Pensaron que un sacrificio tan patético podría detenerme? Morirán todos, uno por uno, y no habrá héroes que puedan salvarlos."

Las palabras de Xar'khal retumbaron como un trueno, dejando claro que la batalla no había terminado. Si algo habían aprendido en ese momento de tragedia, era que necesitarían algo más que sacrificios para vencer a un ser tan monstruoso.

—"Por Asagi... por todos los que hemos perdido," —dijo Victor, levantando su espada una vez más, el rostro endurecido por la determinación— "no fallaremos esta vez."

Y así, con el dolor de la pérdida aún fresco en sus corazones, los héroes se prepararon para el enfrentamiento final, sabiendo que este sería el combate más difícil de sus vidas.

El ambiente se tornó silencioso por un instante, como el ojo de un huracán justo antes de desatar su furia. Mientras los héroes intentaban recuperarse del sacrificio de Asagi, un destello oscuro cruzó la escena a una velocidad inhumana. Antes de que Victor pudiera siquiera reaccionar, sintió un escalofrío recorriendo su espina dorsal. Era demasiado tarde.

Xar'khal apareció detrás de él, su voz gélida resonando con un eco que parecía provenir del abismo mismo.

—"Destrucción Infinita" —pronunció con una crueldad que erizaba la piel.

En un abrir y cerrar de ojos, ambos desaparecieron en una explosión de sombras, envueltos en una esfera negra que se formó a su alrededor. La dimensión creada por Xar'khal era un vacío absoluto, donde ni la luz ni el sonido podían escapar. Dentro de esa prisión, Victor se encontró flotando en una oscuridad total, sus sentidos desorientados.

Pero no estaba solo.

De repente, una lluvia de cortes invisibles lo atacó desde todas las direcciones. Espadas hechas de pura energía aparecían de la nada, rebanando el aire con precisión mortal. Fuego abrasador llenó el espacio, envolviendo a Victor en una tormenta de llamas negras que parecían consumir no sólo su carne, sino también su espíritu. A continuación, flechas de fuego llovieron sin piedad, cada una cargada con la intención de perforar su armadura y carne.

—"¡Esto no es nada!" —gritó Victor, mientras activaba su técnica Ira Dansandankai, rodeándose con su característico fuego morado que fortalecía sus músculos y aumentaba su resistencia. Con un grito de pura voluntad, creó una barrera a su alrededor, tratando de repeler los ataques que lo acosaban sin descanso.

Pero Xar'khal no le dio tregua. La risa sádica del dios resonó en la dimensión, amplificándose en un eco interminable que parecía burlarse de los intentos de resistencia de Victor.

—"¿De verdad pensabas que podías enfrentarme? En esta dimensión, yo soy el absoluto. Todo tu poder, toda tu ira... no son más que juguetes para mí."

Victor, jadeando por el esfuerzo, sabía que el tiempo estaba en su contra. Su fuego morado comenzaba a flaquear, incapaz de resistir la abrumadora ofensiva. El suelo invisible bajo sus pies se desintegraba bajo el impacto de los ataques, dejándolo flotando en un mar de oscuridad absoluta.

—"¡No... me... rendiré!" —rugió, desatando su Energy Cosmic Purple, creando una explosión de energía púrpura que se extendió por la esfera, intentando romper la prisión.

Pero Xar'khal no se detuvo. Apretando su puño, intensificó la fuerza de su técnica, multiplicando los ataques por diez. Los cortes invisibles se volvieron más rápidos, el fuego más caliente, las flechas de fuego llovían como una tormenta interminable.

Victor gritó de dolor cuando un corte profundo atravesó su costado, seguido por una flecha que se incrustó en su hombro. La sangre flotó en el aire, formando gotas carmesí en la negrura.

—"¡Victor!" —se escuchó la voz desesperada de Daiki, que había percibido lo que estaba sucediendo desde fuera de la dimensión sellada, pero no podía hacer nada para ayudar a su padre.

Victor, al borde de la desesperación, hizo un último esfuerzo, concentrando toda su energía restante en un ataque final. Sabía que sólo tenía una oportunidad. Cerró los ojos, ignorando el dolor, y canalizó todo su poder en un solo punto.

—"¡Esto es por todos los que han caído... por Asagi, por mi familia...!" —con un grito de desafío, desató un gigantesco estallido de Energy Cosmic Purple, enviando un torrente de energía que atravesó la dimensión oscura, buscando alcanzar a Xar'khal.

Por un momento, la oscuridad fue iluminada por una explosión púrpura cegadora. La esfera negra comenzó a fracturarse, líneas de luz escapando de sus grietas. Xar'khal, sorprendido, retrocedió ligeramente, su sonrisa transformándose en una mueca de desprecio.

—"¡¿Esto es todo lo que tienes?! Patético..." —y con un simple movimiento de su mano, absorbió el ataque de Victor, redirigiéndolo con el doble de fuerza.

Victor fue golpeado por su propia energía amplificada, el impacto lo lanzó al otro extremo de la dimensión, estrellándose contra la nada misma. La oscuridad lo envolvió por completo, dejándolo inconsciente.

—"Uno menos..." —murmuró Xar'khal con satisfacción, mientras deshacía la esfera negra. Victor, herido y al borde de la muerte, cayó al suelo terrenal, su cuerpo humeante y desangrándose.

Los demás héroes, al ver a Victor caer, sintieron un nudo en el estómago. Sabían que Xar'khal no se detendría hasta destruirlos a todos. Con una furia renovada, se lanzaron al combate, decididos a vengar a su camarada.

El combate final había comenzado, y la oscuridad no mostraba signos de ceder ante la luz.

El silencio se apoderó del campo de batalla cuando la esfera negra que contenía a Victor y Xar'khal comenzó a temblar. Los héroes, agotados pero determinados, observaron con la esperanza de un milagro. Fue entonces cuando Daiki Talloran, con su rostro cubierto de determinación y su espada vibrando con energía, dio un paso al frente.

—"No dejaré que termine así," —murmuró para sí mismo, recordando el rostro de su padre y el sacrificio que había hecho durante años para proteger a su familia.

Daiki levantó su espada, infundiéndola con un aura luminosa que brillaba como un faro en la oscuridad. Con un grito de pura voluntad, hizo un corte en el aire, pero este no fue un simple tajo: fue un corte dimensional. Una grieta luminosa se abrió en el cielo, rasgando la realidad misma.

—"¡Dimensional Rift Slash!" —gritó Daiki con todas sus fuerzas.

El corte fue tan poderoso que partió la esfera negra creada por Xar'khal en dos, la oscuridad se dispersó en mil pedazos como cristales rotos, liberando una luz cegadora que envolvió a todos los presentes. Xar'khal, sorprendido por el inesperado ataque, retrocedió con un gruñido de frustración.

En medio de la luz, una figura cayó al suelo. Era Victor, su cuerpo cubierto de heridas, la respiración entrecortada. Daiki, con el corazón acelerado, corrió hacia él, extendiendo su mano para sujetar a su padre antes de que tocara el suelo.

—"¡Padre, aguanta! ¡Estoy aquí!" —dijo Daiki, su voz temblando con una mezcla de preocupación y alivio.

Victor, apenas consciente, abrió los ojos lentamente. Una sonrisa débil se dibujó en su rostro al ver a su hijo.

—"Lo lograste... Daiki..." —murmuró con voz débil, antes de toser sangre, pero sus ojos brillaban con orgullo.

Daiki, sin tiempo que perder, usó su poder para estabilizar las heridas de Victor, creando un campo de energía sanadora alrededor de su cuerpo.

Xar'khal, furioso por haber sido interrumpido, se lanzó hacia ellos con una velocidad abrumadora, sus ojos llenos de ira.

—"¡Bastardo! ¡¿Cómo te atreves?!" —rugió, preparando un golpe devastador.

Pero antes de que Xar'khal pudiera alcanzarles, una barrera de energía se alzó frente a él. Era Chomosukez, quien junto a Lulu, había llegado para proteger a Daiki y Victor.

—"¡No te lo permitiré!" —gritó Chomosukez, con su propio poder desatado al máximo.

—"¡Lulu, ahora!" —añadió.

Lulu, con una concentración feroz, lanzó un torrente de energía que forzó a Xar'khal a retroceder.

Los héroes se reunieron alrededor de Daiki y Victor, formando una línea de defensa. Cada uno de ellos, a pesar del agotamiento, estaba decidido a pelear hasta el final. Era la última resistencia contra el caos que Xar'khal había traído a sus mundos.

Daiki, aún arrodillado junto a su padre, miró a los demás con determinación.

—"¡Esto no ha terminado! ¡Pelearemos juntos y pondremos fin a esta locura!"

Los héroes asintieron, con fuego en sus corazones y un propósito renovado. Xar'khal, aunque sorprendido por la resistencia, dejó escapar una carcajada sádica.

—"Muéstrenme entonces... ¡muéstrenme su inútil determinación antes de que los haga polvo!" —gruñó, preparándose para un ataque aún más devastador.

El combate final estaba a punto de alcanzar un nuevo nivel de intensidad, con los héroes ahora unidos y decididos a derrotar al dios que había jurado su destrucción. Las energías chocaban en el aire, y el destino de múltiples universos pendía de un hilo.

Daiki, quien aún mantenía a Victor en sus brazos, miró a su padre con una mezcla de sorpresa y vergüenza. Las palabras de Victor lo habían dejado en shock, y por un momento, el mundo pareció detenerse.

Victor, con una sonrisa débil pero sincera, miró a su hijo y continuó hablando con voz grave:

—"No me digas 'padre', Daiki. Sabes bien que tu verdadero padre es James Talloran."

Daiki, rojo de vergüenza, apartó la mirada mientras intentaba ordenar sus pensamientos. Sabía que la relación entre James y Victor era compleja, llena de historia, rivalidad y respeto mutuo. Ambos eran amigos, pero también enemigos, y esa confusión se reflejaba a menudo en su dinámica. Sin embargo, en ese momento, su relación con Victor era aún más profunda, y esas palabras, aunque no eran exactas, salieron de su boca de manera impulsiva.

—"No quería decir eso...," —murmuró Daiki, mirando a Victor con una mezcla de confusión y arrepentimiento.

Xar'khal, que observaba a la escena con su característica sonrisa sádica, aprovechó ese momento de distracción. Su mirada fría recorría a todos los héroes reunidos y, con una risa macabra, se burló de ellos.

—"¿Qué tenemos aquí? Un padre que no es padre y un hijo que no sabe ni quién lo cría. Interesante..." —dijo, su voz llena de desprecio.

Aprovechando el desconcierto momentáneo, Xar'khal giró la cabeza hacia el horizonte, buscando una nueva oportunidad para atacar. Sabía que los héroes estaban heridos, y que la distracción entre Daiki y Victor podía ser la brecha que necesitaba para acabar con ellos.

Daiki, sintiendo la presión del combate y el dolor de las heridas de Victor, se recompuso rápidamente. Volvió su mirada hacia Xar'khal, sus ojos ahora llenos de determinación.

—"¡No te saldrás con la tuya, Xar'khal!" —gritó Daiki, levantándose mientras desenvainaba su espada, los músculos tensos con la energía acumulada.

Victor, aún débil pero decidido, también se puso en pie, apoyándose ligeramente en Daiki, y con un gesto firme, dijo:

—"Es cierto... No soy tu padre, pero voy a luchar hasta el final, como lo haría cualquier amigo, cualquier compañero de batalla."

Xar'khal, viendo la resistencia en los héroes, apretó los dientes con furia, pero se preparó para lo que sabía sería la batalla final. La energía de todos los presentes se concentró en un último esfuerzo, pues sabían que esta era su única oportunidad para derrotar al dios y evitar la destrucción total de los mundos que había tocado.

—"¡Hoy, el fin de tu reinado de terror llegará!" —dijo Victor, mientras liberaba una energía blanca, su cuerpo temblando por el esfuerzo.

Y con esas palabras, la batalla final contra Xar'khal comenzó de nuevo, con los héroes luchando no solo por su supervivencia, sino por la justicia, la paz y la esperanza de un futuro que aún podría ser salvado.

Xar'khal, con su risa sádica resonando en el aire, aprovechó el momento de distracción para lanzar un golpe devastador que envió a Daiki y Victor volando a gran distancia. Ambos héroes chocaron contra el suelo, dejando una estela de polvo y escombros tras de sí. La violencia del impacto los dejó momentáneamente atónitos, y sus cuerpos sangraban por los cortes invisibles que Xar'khal había causado.

Mientras Xar'khal se preparaba para lanzar una energía cataclísmica que destruiría todo a su paso, su rostro se iluminó con una expresión maliciosa. Su puño se cerró y comenzó a reunir una energía oscura y devastadora en su palma. Sin embargo, justo cuando iba a liberar su ataque, una presencia apareció en el horizonte, interrumpiendo su concentración.

José, Yaneth y Toby, hijos de los héroes más poderosos, aparecieron con una velocidad inusitada, cargados con una energía nueva que había nacido de años de entrenamiento en las habitaciones temporales. La primera en llegar fue Yaneth, con su mirada decidida y una onda de energía que emanaba de sus manos, seguida rápidamente por Toby y José.

Yaneth, con una determinación feroz en sus ojos, dio un paso adelante, desafiando la mirada aterradora de Xar'khal.

—"No dejaré que destruyas más mundos... ¡Este es nuestro turno!" —gritó, desatando una ola de energía purificadora que se cruzó con la oscuridad que Xar'khal había acumulado. La energía de Yaneth brillaba con una intensidad cegadora, un reflejo de la fuerza que había heredado de su madre y su padre, Rigor y Dariel.

José, sintiendo la furia que ardía en su pecho, levantó la mano y creó un escudo de energía blanca, rodeando a sus compañeros mientras les daba tiempo para reagruparse.

—"No podemos permitir que haga más daño. ¡Debemos detenerlo ahora!" —dijo con voz firme, mirando a su hermana y a Toby.

Toby, aún más determinado que nunca, desenvainó una espada de energía, su cuerpo rodeado por una capa de energía roja que se disipaba en el aire.

—"¡Por el bien de todos, lo detendremos aquí!" —gritó, corriendo hacia Xar'khal con una rapidez sobrehumana, su espada brillando con el poder acumulado durante años de entrenamiento.

Xar'khal, al verlos llegar, sonrió con desdén.

—"¿Creen que pueden detenerme? ¡Soy la destrucción misma!" —exclamó, preparando su ataque devastador. Pero antes de que pudiera lanzarlo, las tres energías combinadas de los jóvenes héroes se fusionaron en un solo poder.

Con una explosión de luz, la energía de Yaneth, Toby y José se lanzó contra Xar'khal, generando una onda de choque tan poderosa que la oscuridad de su ser se vio momentáneamente opacada. El dios de la destrucción gritó mientras la energía lo rodeaba, sintiendo el impacto de los ataques directos. Pero a pesar de ello, él aún mantenía su poder y su arrogancia.

—"¡No soy tan fácil de vencer!" —rugió Xar'khal, desatando su energía oscura en un intento por contraatacar, pero se encontró con la resistencia feroz de los jóvenes héroes, quienes no estaban dispuestos a rendirse.

El combate estaba a punto de entrar en su fase más crítica, y las apuestas nunca habían sido tan altas. Los héroes, ahora con la ayuda de sus hijos, sentían que por fin tenían una oportunidad para derrotar al monstruo que había destruido tantas vidas. Pero sabían que no podían hacerlo solos. Necesitaban el poder de todos, y solo unidos podrían hacer frente a la furia destructiva de Xar'khal.

El aire se cargó de una tensión insoportable. La tierra temblaba bajo los pies de los héroes, las sombras del desastre extendiéndose por el horizonte como una mancha imparable. Xar'khal, con su risa maliciosa resonando en el aire, se erguía sobre ellos, imponente y cruel, mientras su poder oscurecía el cielo. Era un dios caído, una entidad de destrucción absoluta, y todos los seres que se atrevían a enfrentarlo sentían en lo más profundo de su ser que esta batalla sería su última prueba.

"¡Es inútil!" —gritó Xar'khal, mirando a los héroes reunidos. Su voz era una mezcla de burla y desdén. "Ya he consumido planetas enteros, ¿y ahora creen que pueden detenerme?"

Pero en ese instante, el viento cambió. Spajit avanzó, su paso firme y desafiante. Su mirada, normalmente fría y calculadora, brillaba con una furia incontrolable. No había tiempo para miedo, no había espacio para dudas. Su voz, aunque serena, estaba cargada con todo el peso de la desesperación y el coraje.

"Tú no entiendes nada, Xar'khal," dijo con voz profunda. "No sabes lo que es la esperanza, lo que es luchar por algo más grande que uno mismo. Has destruido tantos mundos, has matado a tantos... pero hoy, todo eso termina."

Beasty, aunque en silencio, fue la siguiente en lanzarse al frente. Sus ojos brillaban con una furia oscura, reflejo de todas las batallas perdidas, de todas las vidas arrebatadas. A su lado, Luci empuñó su espada de fuego, su cuerpo rodeado por una llama ardiente que simbolizaba su deseo de venganza y justicia.

"¡Nunca serás dueño de este mundo, Xar'khal!" —gritó Luci, su voz rasgada por la emoción. "Este no es tu reino, y no dejaremos que lo hagas nuestro cementerio."

Mientras ellos se adelantaban al ataque, el terreno se sacudió bajo el peso del poder liberado por Xar'khal. La esfera negra se formó nuevamente en el aire, su energía oscura y devastadora creando grietas en la realidad misma. Pero en medio de esa tormenta de energía destructiva, apareció Melisa, su mirada fija en Victor, con los ojos llenos de una profunda tristeza y amor.

"Victor..." susurró Melisa, sus palabras un consuelo y una amenaza a la vez. "Si caemos hoy, lo haremos luchando. Pero no me dejes perderte..."

Victor, con una expresión seria, la miró y asintió lentamente. Las emociones se arremolinaban dentro de él: preocupación por su familia, por su hijo, por sus amigos. Pero en sus ojos había algo más, algo más profundo: una determinación inquebrantable.

"No vamos a dejar que esto termine así," dijo con voz firme. "Juntos, vamos a luchar. Porque si no lo hacemos, no habrá un futuro para nadie."

Daiki, quien estaba a su lado, no pudo evitar sentirse abrumado por las palabras de su padre. Aunque la lucha era ardua, aunque el enemigo era formidable, el amor y la unidad de sus amigos y familiares le daban fuerzas. "¡No dejaré que Xar'khal se salga con la suya!" gritó, apretando los puños.

Y entonces, como si todo el universo hubiera esperado ese momento, los héroes se lanzaron al combate.

Xar'khal, con su risa burlona, levantó una mano y envió una onda de destrucción pura hacia ellos, pero en el último segundo, Spajit activó su nefestos Leviathan, creando un escudo de energía. La explosión iluminó el cielo, pero la valentía de los héroes nunca flaqueó.

"Esto no es solo por nosotros, Xar'khal." —dijo Spajit, su voz llena de una calma aterradora. "Es por todos los que has destruido, por todas las vidas que has arrebatado sin razón. Y vamos a hacerte pagar por cada una."

Pero el dios no se detuvo. Con un movimiento de su mano, una ola de fuego negro barrió el campo de batalla. Y fue entonces cuando Asagi, en su versión masculina, hizo su último sacrificio. Sabiendo que la única manera de detener a Xar'khal era con su poder absoluto, Asagi cargó toda su energía, sabiendo que no saldría de allí con vida. Sus palabras fueron un susurro en el viento.

"Adiós, mis amigos. Gracias por todo."

Y con una explosión cegadora, la última chispa de esperanza fue encarnada en Asagi, quien destruyó parte del cuerpo de Xar'khal, aunque su sacrificio acabó con su vida.

En medio del caos, las palabras de Asagi resonaron en los corazones de todos, pero el costo fue alto. La batalla estaba lejos de terminar, pero los héroes, con lágrimas en los ojos y sangre en sus manos, juraron que acabarían con Xar'khal, sin importar el sacrificio.

"Por Asagi," murmuró Daiki, su voz quebrada por la emoción. "Por todos los que hemos perdido."

La lucha no era solo por la supervivencia, sino por el honor, por la memoria de los caídos, y por un futuro que solo podría salvarse si mantenían la esperanza viva. Pero el tiempo se agotaba, y cada golpe que daban contra Xar'khal parecía cada vez más una misión suicida. Sin embargo, mientras el poder de Xar'khal aumentaba, también lo hacía la fuerza de su voluntad. No era solo una batalla por el poder; era una batalla por lo que quedaba de humanidad, por lo que quedaba de bondad.

Y no importa cuánto costara, los héroes sabían que lo perderían todo antes de dejar que la oscuridad tomara control de todo.

Fin.