Eran exactamente las 07:00 A.M. cuando una alarma comenzó a sonar, emitiendo un molesto sonido que despertó a Leah de inmediato. La castaña, que antes dormía plácidamente sobre la cómoda cama, soltó un bajo y perezoso gruñido. Con un esfuerzo monumental, estiró su brazo hacia donde descansaba su celular, y al alcanzarlo, desactivó la molesta alarma con un toque rápido. Suspiró, mirando hacia el techo, como si esperara que el universo le ofreciera una razón para quedarse en la cama un poco más.
Finalmente, se levantó, sintiendo el frío del suelo contra sus pies descalzos. Se dirigió al armario, abriendo las puertas con un leve crujido. Comenzó a buscar la ropa que se pondría, revisando las opciones con un ojo crítico. Después de unos minutos de indecisión, eligió una camiseta cómoda color morado pastel y unos jeans anchos color negro. Satisfecha con su elección, cerró el armario y tomó su toalla, saliendo de la habitación con paso decidido.
Bajó las escaleras a pasos rápidos, sintiendo cómo la energía comenzaba a fluir en su cuerpo. Al llegar al baño, dejó su ropa en el mueble y colgó la toalla en el perchero junto a la ducha. Se despojó de su pijama y se metió en la ducha, disfrutando del agua caliente que caía sobre su piel. Quince minutos después, salió completamente aseada, sintiéndose renovada. Secó su cuerpo y luego su cabello, extinguiendo cada gota de agua se deslizaba por su piel.
La castaña salió del baño, al revisar su teléfono, se percató de una llamada perdida de su amiga Allison. Sin vacilar, marcó su número de inmediato y esta contestó al instante.
Leah: ¿Hola? Allison tenía una llamada perdida tuya…
Allison: ¡Hola Leah! te llame antes para decirte que llego a tu casa en unos minutos para recogerte.
Leah: Perfecto, estaré esperando entonces.
Allison: Bien, nos vemos en breve.
Leah: ok, nos vemos.
Corto la llamada y subió las escaleras rápidamente, se aseguró de dejar todo ordenado y en su lugar y volvió a bajar esta vez con dos bolsos uno era de color azul, de gran tamaño que contenía toda su ropa y productos de higiene personal, mientras que el otro era más pequeño y de color morado y estaba lleno de golosinas y snacks y otras cosas de comida. También llevaba consigo una mochila pequeña color negro donde llevaba sus cosas de más importancia. Dejó sus cosas cerca de la puerta y fue hasta el sofá.
Sentada en el sofá, esperaba ansiosa a que Allison la recogiera. De repente, escuchó la bocina de un auto y su corazón se aceleró, de repente sintió un nudo en el estómago no le tomo mucha importancia, pues siempre se ponía así cuando viajaba. Miró por la ventana y vio cómo el auto se estacionaba frente a su casa, del auto se bajó Allison con una gran sonrisa e hizo un gesto con la mano para que saliera.
Leah se levantó e ignoró su nerviosismo y caminó hacia la puerta principal. Recogió sus bolsos y salió de casa, asegurándose de cerrar la puerta con llave detrás de ella. Una vez afuera, Allison se acercó y le ofreció ayuda con uno de los bolsos. En silencio, ambas caminaron hacia el maletero y colocaron los bolsos en él con cuidado.
Después de terminar, se miraron y sin necesidad de palabras, se abrazaron con cariño. En ese gesto sencillo pero significativo, transmitieron toda la emoción y la alegría de estar juntas.
—Te extrañé—dijo la rubia con una voz suave.
—No es para tanto, dramática— respondió la castaña de forma divertida. —Literalmente hablamos todos los días —
—yo realmente intento mostrarte mi cariño, pero no cooperas, además hablar por chat no es lo mismo que vernos en persona—se quejó la rubia chasqueando la lengua. —Mejor sube al auto ya, si no quieres que te deje tirada aquí mismo— amenazó con burla.
Leah rodó los ojos con una sonrisa y obedeció sin decir nada. Una vez dentro del auto, abrocharon sus cinturones y partieron hacia su próximo destino.
Las chicas disfrutaban del cómodo silencio en el auto hasta que Allison rompió el hielo con su voz tranquila.
—Pon música— dijo.
—¿Rock? —preguntó animada Leah.
—Rock— afirmó Allison con una sonrisa. Ambas chicas soltaron risitas cómplices, emocionadas por escuchar sus canciones favoritas.
A medida que las canciones resonaban en el auto, Leah no pudo evitar que los recuerdos de la primera vez que conoció a Allison invadieran su mente. Aunque solo llevaban dos años de amistad, parecía que se conocían desde siempre. Recordó cómo se conectaron instantáneamente y cómo su amistad había crecido tan rápidamente. Era increíble cómo podían entenderse y complementarse tan bien a pesar de ser tan diferentes.
Era el primer día de clase de un nuevo año escolar, pero para la rubia, ese momento significaba mucho más que solo un nuevo comienzo académico. Para ella, entrar al salón de clases era un desafío, ya que la timidez la impedía acercarse a otros para hacer nuevos amigos. Era improbable que alguien se le acercara primero a hablar, pero "la esperanza en lo último que se pierde ¿no?"
Decidió apartar esos pensamientos de su mente y se dirigió hacia el penúltimo puesto junto a las ventanas, el cual se encontraba desocupado. prefería sentarse lejos de los profesores para pasar desapercibida. Observó brevemente a su alrededor: el aula estaba repleta de personas y la mayoría parecía haber entablado amistad con otros sin esfuerzo aparente. "Vaya, lo hacen ver tan fácil", pensó para sí misma.
Fue sacada de sus pensamientos por la llegada de dos chicas que se sentaron en el puesto frente a ella. Sin prestarles mucha atención, sacó un libro para entretenerse. Estaba absorta en su lectura cuando una voz la sacó de su mundo imaginario y la trajo de vuelta a la realidad.
–Oye, ¿estás sola o tienes amigas fuera del salón? – preguntó una voz, levantó la vista para encontrarse con las miradas de ambas chicas que se habían sentado frente a ella anteriormente.
–Porque si quieres, puedes unirte a nosotras– ofreció la segunda chica.
–¿En serio? La verdad es que no conozco a nadie. Estaba pensando que pasaría el resto del año leyendo libros–comentó con una mezcla de vergüenza y diversión en su voz.
–Sí, es en serio. ¿Quieres? – preguntó la primera chica de cabello medianamente corto.
–Claro, me encantaría– respondió con una sonrisa.
–Perfecto– dijeron ambas al unísono.
–Por cierto, yo soy Beth y ella es Yazmín. ¿Y tú, cómo te llamas? – preguntó la segunda chica de cabello largo.
–Soy Allison–respondió con incomodidad.
En ese momento sonó el timbre, y a los pocos segundos entró la profesora. Nos saludó y se presentó, anunciando que haríamos una dinámica para que todos los alumnos se presentaran. La rubia hizo una mueca al escuchar esto último, claramente no estaba entusiasmada con la idea. Cada minuto que pasaba, su turno se acercaba inexorablemente, así que miró hacia la fila junto a la suya. Era el turno de una chica de cabello negro, a su lado se encontraba una de ojos verdes que parecía nerviosa, sintió un poco de lastima por ella. Cuando la pelinegra terminó de hablar, la chica de ojos verdes comenzó a hablar como si su nerviosismo se hubiera desvanecido en un instante ¿acaso esa enana tenía algún súper poder? En ese preciso momento, sus miradas se cruzaron y la rubia sintió repentinamente una intimidación inexplicable. La chica tenía una mirada bastante ¿fría?... ¿amenazadora? ¿hostil? No sabía exactamente cómo describirlo, pero de inmediato apartó la mirada.
Cuando dejó de escuchar la voz de la chica de ojos verdes, volvió su vista hacia ella, quien ahora hablaba en voz baja con la pelinegra. Las personas continuaron pasando uno a uno hasta que finalmente llegó el turno de la rubia.
Con voz baja y manos temblorosas, la rubia se presentó frente a sus compañeros, sintiéndose extremadamente nerviosa al hablar. La mirada de varias personas, en especial la de la pelinegra de la fila de al lado, que la observaba con gran atención, resultaba intimidante. Al finalizar su presentación, un suspiro de alivio escapó de sus labios. Había terminado por fin.
Cuando sonó el timbre para el receso, Beth y Yazmín se levantaron y le pidieron a Allison que las esperara unos minutos. Se dirigieron hacia la pelinegra y entablaron una conversación con ella, recibiendo una cálida sonrisa a cambio. Pronto, la chica de ojos verdes se les unió en la charla. Unos minutos después, le hablaron a la rubia.
–Allison, ven– dijo Beth e inmediatamente la rubia se acercó.
–Estuvimos hablando con Hannah y Leah se juntarán con nosotras– rubia asintió ligeramente, aunque en realidad no estaba cómoda con eso.
–Genial, entonces vamos afuera– respondió Beth, y así comenzó lo que parecía ser el inicio de una bonita amistad... hasta que surgiera algún conflicto que las separara.
Habían pasado ya mes y medio desde que las clases habían comenzado y desde que la rubia había hecho "amigas", si es que se les podía llamar así. En realidad, para la rubia eran solo compañeras de clase y estaba con ellas para no parecer solitaria ni sentirse miserable en los recesos, era demasiado pronto para considerarlas de ese modo. Quizás más adelante.
A pesar de todo, había momentos en los que se divertía, aunque en ocasiones se sentía un tanto incómoda sobre todo cuando Hannah la miraba fijamente mientras ella intentaba entablar una conversación, o cuando Leah la observaba con seriedad, como si la odiara y quisiera golpearla cansada de ella, eso la asustaba un poco.
Un día está pareció darse cuenta de la incomodidad que generaba. Y se disculpó excusándose con que ella aún no se acostumbraba a su presencia, Esta explicación la dejó más tranquila, al menos sabía que Leah no planeaba su asesinato.
En cuanto a las acciones de Hannah, aún no lograba acostumbrarse a ellas y tampoco se había animado a preguntarle tampoco es que Hannah se halla dado cuenta de que la incomodaba, parecía más preocupada por su relación amorosa. Por otro lado, la relación con Beth y Yazmín seguía su curso "normal" si se puede llamar así pues a menudo se olvidaban de ella tampoco es que pudiera culparlas, pero se sentía feo.
Y como todo tiene su fin, esto tampoco fue la excepción. La "amistad" toco fondo, todo sucedió cuando Yazmín, Beth y Allison debían realizar una exposición oral juntas.
El día de la exposición, sin ninguna explicación, Yazmín y Beth decidieron repentinamente no participar, dejando a Allison sola en el compromiso. No se molestaron siquiera en informar a la rubia, lo cual molestó y frustro a Allison. Sin embargo, le reconfortó ver cómo Hannah y Leah la apoyaron y se pusieron de su lado. A partir de ese día, las tres tuvieron un acercamiento que las encamino hacia la amistad. En cuanto a la exposición, Allison la realizó sola y no le fue tan mal; no reprobó, pero tampoco obtuvo la mejor calificación. Al menos, había ganado amigas en el proceso, porque solo en los momentos malos sabes por fin, quienes son las amistades verdaderas y que valen la pena.
–¡Leah! – exclamó Allison.
–¿Qué? –respondió Leah, volviendo a la realidad.
–Hace como dos minutos que te estoy hablando y no me haces caso. ¿En qué estabas pensando? ¿En Oliver? – dijo lo último con voz pícara.
–¿Qué? ¡No! Estaba recordando cómo nos conocimos– respondió Leah, notando cómo una pequeña sonrisa se formaba en los labios de Allison.
–Así que eso era, que tierno – habló Allison y Leah asintió, animada.
–¿Qué era lo que me querías decir antes? – preguntó Leah con curiosidad.
—¡Ah! ¡Si! Quería decirte que hablaras con Alex y le preguntaras si están listos— respondió Allison, Leah asintió.
—Enseguida— dijo Leah sacando su celular y enviando un mensaje a los demás. A los pocos segundos, recibió una respuesta diciendo que "estaban casi listos".
—Alex dice que ya está listo y Thomas está terminando de vestirse— dijo la castaña mirando a Allison.
—Está bien, diles que acabamos de llegar a la casa de Hannah y luego iremos por ellos— respondió Allison. La castaña comenzó a teclear de nuevo.
—Listo, ya les avisé— dijo la castaña, recibiendo un gesto afirmativo por parte de Allison.
La rubia estacionó su auto frente a la casa de Hannah y tocó la bocina. Ambas chicas bajaron del auto justo cuando una pelinegra desarreglada salió de la casa con un par de maletas. Mientras se acercaba al auto, dejó caer sus cosas y se apresuró a abrazar a las dos chicas.
—¡Qué alegría verlas! —exclamó la pelinegra, apretando a ambas chicas en un cálido abrazo.
—Lo mismo digo—habló la rubia.
–Sí, es increíble, pero, creo que deberíamos irnos ya– murmuró la castaña.
—Tenías que arruinar el momento— dijo Hannah cuando todos se separaron. Leah soltó un suspiro y habló:
—Aún debemos pasar por los chicos—
la voz de Allison se hizo presente de nuevo: —Leah tiene razón, los chicos nos están esperando, andando— Ayudaron a Hannah con sus maletas y se dispusieron a subir al auto.
—Pido el asiento del copiloto— exclamó la pelinegra.
—Imposible, el asiento del copiloto es de Leah—dijo Allison.
—¿Por qué? — preguntó la pelinegra con una mueca decepción en el rostro.
—Porque Allison lo dice y punto— la castaña respondió con un tono divertido y ocupó el asiento del copiloto. La pelinegra, resignada, se subió en la parte trasera del auto.
—Entonces, Hannah, ¿alguna novedad en tu vida? — preguntó la castaña buscando entablar una conversación.
—hace unos días Mike me habló — respondió, provocando que las chicas se voltearan a verla desconcertadas.
Allison volvió la vista al frente de inmediato, concentrándose en manejar, Por su parte, Leah se giró rápidamente hacia la parte trasera del auto, mirándola con curiosidad.
—¿no volverás con ese idiota o sí? —cuestionó en tono desesperado.
—No…pero no estaría mal una noche de despedida — dijo la pelinegra encogiéndose de hombros.
—Dinos que estas bromeando— murmuró la castaña mientras alzaba la voz.
—Si, por favor dinos que bromeas— habló la rubia asustaba.
—Por supuesto que bromeo no volveré a caer, lo prometo— dijo la pelinegra con calma.
—Qué bueno que aprendiste...después de cuatro veces— murmuró Leah con sarcasmo.
—Estoy orgullosa de ti— dijo la rubia mirando a la pelinegra a través del espejo retrovisor.
—A ustedes ¿Cómo les va con los chicos? — dijo la pelinegra, dándoles una sonrisa sugerente. La castaña río al ver la expresión en el rostro de la pelinegra.
—Estoy saliendo con Oliver— dijo risueña.
—¡Ah, lo sabía! ¿por eso te invitó a la cabaña? ¿tú lo convenciste de invitarnos a nosotros? — preguntó curiosa la rubia.
—Sí y fue una gran idea, ustedes le agradaron— afirmó la castaña.
—¿Quién mierda es Oliver y por qué está saliendo contigo? ¡tú eres mía! — dijo Hannah alzando la voz ofendida y dramática.
—Literalmente lo conociste cuando hicimos la reunión en casa de Thomas— la castaña habló con diversión.
—y deja de alzar la voz mujer, pareces loca— regaño la rubia.
La pelinegra iba a quejarse cuando Allison frenó el auto frente a la casa de sus amigos y tocó la bocina. La castaña y la rubia bajaron del auto entusiasmadas y a la pelinegra no le quedó otra opción más que seguirlas.
Los chicos salieron segundos después, llevando consigo sus maletas. Thomas de inmediato soltó sus cosas y saltó a abrazar a las chicas en cuanto las vio.
—También estoy aquí— dijo Alex con sarcasmo
—cállate y ven— dijo Hannah. Cuando Alex estuvo suficientemente cerca, lo sujetó por la muñeca y lo atrajo para que se uniera al abrazo grupal.
—Sí, bueno, son muchos abrazos por hoy— dijo Leah escapando del meloso abrazo.
—¡Ah! ¿Pero si fuera un abrazo con Oliver? — dijo el chico de cabello ondulado con burla en su voz.
—¿Oíste eso? ¡ellos si se acuerdan! — dijo la rubia mirando a la pelinegra.
—Sí, ya oí, pero esa reunión fue como hace 6 meses ¿cómo esperas que lo recuerde? — dijo Hannah rodando los ojos.
—Por supuesto que no recuerdas, apenas puedes recordar tu fecha de nacimiento— dijo Alex divertido, recibiendo un empujón por parte de Hannah.
—No debemos perder tiempo, el viaje es muy largo y primero debemos desayunar— dijo Leah, ignorando las palabras de Thomas.
—Concuerdo, no hay tiempo que perder. En el mapa se veía un restaurante por la carretera...— habló Alex.
—Así llegaremos más rápido para ver a Oliver— dijo esta vez haciendo el intento de imitar una voz más femenina.
Todos soltaron una estruendosa carcajada al ver el rostro de Leah adquirir un tono rojizo.
—Ya es suficiente, no te preocupes estrellita llegaremos pronto para ver a tu novio— dijo Thomas dando unas palmaditas en la cabeza de Leah. —¡Ahora vamos! —
Todos subieron al auto después de que los chicos pusieran sus cosas en el maletero y antes de escuchar otro reclamo de Leah.
—Entonces... ¿Cuánto tardaremos en llegar al restaurante que mencionaste? — preguntó la pelinegra con interés.
—Está a unos 20 minutos, aunque pueden ser 40 dependiendo de la velocidad a la que conduzca Allison— respondió Alex. —Moriré de hambre y ya nadie disfrutará de mi hermoso y sexi cuerpo — dijo con voz dramática y exagerada siendo ignorada por el resto del grupo.