Scarlet llegó a la escuela más temprano que nunca. Había pasado gran parte de la noche viendo ese libro viejo que había encontrado en el ático de la casa de su tía.
En cuanto vio a Lesly en la entrada, corrió hacia ella.
-¡Lesly! Tengo algo para mostrarte. Te va a encantar, pero te lo cuento en el receso -le dijo, casi sin poder contener la emoción.
Lesly le sonrió, intrigada.
-Está bien, Scarlet. Me tienes con curiosidad.
Cuando llegó el receso, ambas fueron a la cafetería y se sentaron en su lugar de siempre. Scarlet sacó el libro de su mochila con cuidado y lo puso frente a Lesly, como si fuera un tesoro.
-Mira esto -dijo, señalando una página llena de símbolos extraños-. Era de mi mamá... y siento que tiene algo especial.
Lesly hojeó el libro un momento, pero no parecía tan emocionada como Scarlet esperaba. Levantó la vista y comentó:
-Tu mamá seguro era fan de estas cosas. Tal vez era su pasatiempo o lo sacó de alguna peli. Hay gente a la que le gustan este tipo de cosas.
Scarlet sintió una pequeña punzada de decepción. Esperaba que Lesly sintiera la misma emoción que ella. Pero algo dentro de ella le decía que su madre no era solo una fanática cualquiera... que ese libro guardaba algo real.
Mientras Scarlet le mostraba el libro a Lesly, vio de reojo que Alex, el chico que había conocido el día anterior, se sentaba en la mesa de enfrente junto a su grupo de amigos. Parecía estar distraído hasta que, de repente, fijó la mirada en el libro que Scarlet tenía en las manos. Se quedó viéndolo unos segundos y, sin decir nada a sus amigos, se levantó rápidamente y se acercó a donde estaban Scarlet y Lesly.
Sin previo aviso, Alex tomó a Scarlet del brazo, mirándola intensamente.
-¿De dónde sacaste ese libro? ¿Quién te lo dio? ¡Respóndeme! -dijo, con un tono que hizo que el corazón de Scarlet se acelerara.
Scarlet lo miró, sorprendida, sin entender por qué estaba tan alterado ni por qué la sujetaba de esa forma.
-¿Qué...? -empezó a decir, pero no le salían las palabras.
Lesly frunció el ceño y reclamó:
-¡Oye, suéltala! ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás actuando así?
Alex, dándose cuenta de que había ido demasiado lejos, soltó a Scarlet y bajó la vista, visiblemente incómodo.
-Lo siento, de verdad... -murmuró antes de girarse y volver rápidamente a su mesa.
Scarlet y Lesly se quedaron mirándolo, sin entender nada. Lesly se encogió de hombros, como si intentara quitarle importancia, pero Scarlet seguía con la mirada fija en Alex, preguntándose qué era lo que él sabía sobre ese libro.
Entonces Alex se levantó de la mesa de golpe y se alejó, sus amigos lo siguieron, claramente sorprendidos. Scarlet observó cómo se iban, sintiendo que debía hacer algo. Respiró hondo, decidió armarse de valor y fue tras ellos. Necesitaba una explicación; Alex no podía reaccionar así y dejarla en el aire.
Al salir, vio que Alex y sus amigos se habían detenido un poco más adelante. Se escondió detrás de la puerta, intentando escuchar algo, pero sus voces eran apenas un murmullo, y no alcanzó a entender de qué hablaban. Sin embargo, después de la forma en que Alex había reaccionado, Scarlet estaba casi segura de que tenía algo que ver con el libro.
De pronto, uno a uno, los amigos de Alex se fueron retirando, dejándola a solas con él. Scarlet no perdió tiempo y se acercó decidida.
-Necesito una explicación, Alex -le dije, cruzándome de brazos-. Esa reacción no fue normal. ¿Qué pasa con el libro? ¿Por qué reaccionaste así?
Alex evitó su mirada y murmuró:
-No fue nada, olvídalo.
Pero Scarlet no iba a dejarlo ir tan fácil.
-¿Nada? Esa no es una reacción de alguien a quien "no le importa".
Alex suspiró, claramente frustrado.
-Mira, olvídalo, ¿sí? No pasa nada -dijo, con un tono molesto, como si quisiera terminar la conversación ahí mismo.
Pero Scarlet no podía sacarse de la cabeza que él sabía algo importante y, por alguna razón, no quería compartirlo.
Alex suspiró con frustración y le dijo "No pasa nada", Scarlet lo miró, intentando encontrar alguna respuesta en su expresión. Pero él no añadió nada más. Simplemente, la miró por un segundo y luego se dio la vuelta y se fue, dejándola ahí, sola y llena de preguntas.
Scarlet se quedó parada, sintiendo una mezcla de frustración e intriga. Sabía que él sabía algo sobre el libro... y que no estaba dispuesto a decírselo. Pero ahora, más que nunca, estaba decidida a descubrir qué era lo que Alex escondía.
Después de lo ocurrido Con Scarlet y Alex, el timbre sonó, y todos regresaron a sus clases. Scarlet se dirigió a su asiento con el libro de su madre en las manos, tratando de concentrarse, aunque todavía sentía la inquietud de lo que acababan de experimentar. En ese momento, un chico de la clase se acercó a ella y, señalando el libro, le preguntó con curiosidad de qué se trataba. Scarlet le explicó que era de su madre, pero antes de que pudiera decir más, notó que Alex la miraba desde su asiento, con una expresión seria y los labios apretados. Él había visto las intenciones del chico: quería captar la atención de Scarlet. Alex sintió una punzada de celos que no entendía del todo, así que se limitó a observar en silencio. Scarlet, percibiendo su mirada, lo miró también, notando su reacción. Eso hizo que el chico que había comenzado la conversación se sintiera un poco incómodo y diera un paso atrás, sin saber que había despertado una emoción inesperada en Alex.
Entonces al final de las clases, me acerqué a Scarlet y le dije:
-En serio, toma mi consejo y tira ese libro. Solo son tonterías.
Vi cómo me miraba, como si no entendiera del todo. Pero estaba seguro de lo que decía; eso no le iba a servir para nada.
Ella frunció el ceño y apretó el libro contra su pecho, como si fuera algo importante para ella. Me miró, esperando que explicara más, pero no estaba en el ánimo de hacerlo. Solo quería que entendiera que estaba perdiendo el tiempo con eso.
-¿Por qué? -me preguntó al final, sin ocultar la incomodidad en su voz.
Suspiré. No quería entrar en detalles, pero algo en su insistencia me hacía pensar que no iba a dejarlo pasar.
-Porque esas cosas solo te llenan la cabeza de ideas falsas -le respondí, sin más. -No necesitas eso para entender lo que pasa aquí.
Ella pareció confundida, pero no añadí nada más.
Has que ella dijo:
-¿Cuál es tu problema, Alex? -le dije, sintiendo cómo la molestia se hacía más fuerte con cada palabra-. ¿Cómo puedes hablarme así y actuar como si nada? No me das ninguna explicación, solo dices que "son tonterías" y esperas que te haga caso.
Él me miró, entrecerrando los ojos, como si estuviera evaluando lo que iba a decir. Parecía molesto también, aunque trataba de ocultarlo.
-Scarlet, haz lo que quieras -respondió al final, encogiéndose de hombros-. Ya te advertí. No diré más.
Sentí cómo se me tensaban los hombros ante su tono. Era frustrante que él se comportara como si supiera algo que yo no y se negara a explicarlo.
Alex llegó a casa con el ceño fruncido y un nudo de frustración en el pecho. Sin pensarlo dos veces, lanzó su mochila y chaqueta sobre el sofá, como si el peso de la situación lo estuviera aplastando. Saber que Scarlet tenía ese libro lo ponía en una posición difícil. Apenas había tenido tiempo de procesarlo cuando sintió la presencia familiar de su "grupo de amigos" esperándolo bajo el porche: su manada. Entre ellos estaba el líder, con los brazos cruzados y una mirada exigente.
"¿Qué pasó en la escuela, Alex?" preguntó el líder, sin rodeos. Alex se quedó en silencio, sus ojos evitando los de su lider. Sabía lo que podría suceder si mencionaba el libro que Scarlet tenía en sus manos. Era el mismo libro que llevaban buscando durante años, una reliquia que guardaba secretos sobre el mundo sobrenatural que ninguno de ellos quería que cayera en las manos equivocadas. La revelación condenaría a Scarlet y causaría la destrucción del libro junto con ella, el castigo por tener ese libro era la muerte. Así que respiró hondo y se limitó a sacudir la cabeza. "No es nada", respondió con una voz controlada, mientras el eco de la verdad latía en su interior.
Evité la mirada penetrante de mi líder, sabiendo que cualquier señal podía delatarme. Después de un momento de silencio, él asintió, aunque en su expresión no había confianza. "Está bien, Alex. Espero que eso realmente sea nada," murmuró con tono firme, dejándome claro que no habría segundas oportunidades. Finalmente, él y el resto de la manada se marcharon, dejando la casa en un inquietante silencio.
Subí a mi cuarto y me dejé caer en la cama, mirando al techo mientras mi mente regresaba una y otra vez a Scarlet. Ahora que sabía el peligro que corría si alguien descubría que tenía el libro, solo había una cosa en la que podía pensar: tenía que protegerla. No podía permitir que la verdad saliera a la luz. Scarlet no debía pagar las consecuencias de algo que ni siquiera entendía.