—Soy yo, abre la puerta rápido y déjame entrar, estoy aquí para ayudar.
Chen Xue no esperaba que la puerta de la cocina aún estuviera cerrada, frunció ligeramente los labios mientras murmuraba para sí misma, tratando de sonar misteriosa. Sin embargo, el aroma que emanaba desde adentro la hizo tragar saliva. Aunque Sun Hao y los demás no la habían tratado mal durante el secuestro—siempre enviándole las comidas a tiempo—estar en peligro no le permitía tener mucho apetito. Solo comía un poco cuando tenía mucha hambre, pero ahora su estómago rugía.
Con un aroma tan tentador, ¿cómo podría resistirse?
Pero al escuchar la voz de Xiao Yi, se sintió avergonzada de decir que quería entrar y comer primero. Su mirada se movía nerviosa mientras buscaba una excusa.
—Oh, no hace falta, estará listo pronto, solo espera un poco.