—Eh, así es, de otra manera, ¿cómo podría ser tu jefe? —Xiao Yi soltó una risa, su técnica secreta había sido transmitida por Beichen Feng, quien había dicho que no debía transmitirse, así que naturalmente, tampoco podía compartirla con Situ Qingfeng.
—Por cierto, Situ, ¿cómo terminaste en Ciudad G? No importa, guarda esa pregunta para más tarde. De hecho, tengo algo más en lo que necesito tu ayuda hoy —después de bromear por un rato y ponerse al día, la actitud de Xiao Yi se volvió seria al hablar con Situ Qingfeng.
—Jefe, entre nosotros, ¿necesitamos hablar así? ¿Qué problema? Qingfeng ha dicho, mi vida fue salvada por ti, tus problemas son mis problemas, solo dilo. Sea lo que sea, a través del fuego o del agua, Qingfeng no dudará —Situ Qingfeng hizo un gesto con la mano, mostrando una leve señal de disgusto por las palabras de Xiao Yi, y luego habló con seriedad.