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—¿No dijiste que lo habías arreglado todo? ¿Cómo pudo acabar así? —Viendo a su esposo empacar frenéticamente, la mujer de mediana edad un tanto corpulenta, con el rostro reflejando pánico, le gritaba preguntas a un desalentado Li Zhengyi a su lado.
Li Zhengyi lanzó una mirada fría a la mujer alterada y no dijo nada, sus ojos llenos de profunda tristeza. De hecho, ella había sido la causa de su ascenso y de su caída. Hace más de veinte años, al unirse a ella, se había elevado sobre la multitud y se había convertido en una persona notable.
Y ahora, a causa de ella otra vez, se había convertido en un perro perdido.
Si no hubiera sido por sus mimos sin límites a su hijo menor, si el chico hubiera tenido un poco de sentido, incluso una décima parte del sentido de su hermano mayor, las cosas no se habrían escalado a este punto.
Afortunadamente, todavía quedaba un hijo mayor.
Pensar en su hijo mayor le daba a Li Zhengyi un ligero consuelo.