El edificio de estilo occidental antiguo de tres pisos de los años 30 y 40 era la única estructura que quedaba en el Hospital Provincial del Pueblo. Tenía un aire pintoresco, con interiores espaciosos mínimamente decorados. En medio había una larga mesa, que recordaba las salas de consulta que usaban los médicos en tiempos antiguos.
Un joven bien vestido iba y venía, con una expresión ansiosa en su rostro.
En una silla de ratán de estilo antiguo cercana, se sentaba un hombre de mediana edad con el rostro delgado, de unos cincuenta años, con los ojos ligeramente cerrados, como si estuviera descansando su mente.
—¿Dónde ha ido el Divino Doctor An? ¿Por qué aún no ha regresado? —Después de pasearse un rato, el joven ya no pudo contenerse. Se volvió hacia una enfermera dentro de la oficina, que estaba manejando pacientemente algunas hierbas medicinales, y preguntó.