Suburbio de Yucheng, la cantera de arena y grava más grande.
Dentro de la oficina de la cantera.
Lei Mingshan se sentó en el sofá con una expresión sombría en su rostro, frente a él se sentaba un hombre de mediana edad vestido con un traje de diseñador, su rostro retorcido con malicia.
Este hombre no era otro que Guo Yuting, quien había desaparecido por más de una década.
Una mirada de triunfo llenaba los ojos de Guo Yuting.
—Lei Mingshan, hace quince años, me empujaste al borde de perderlo todo, obligándome a huir lejos de casa. Nunca esperaste que yo, Guo Yuting, regresara, ¿verdad?
—Esta vez, he vuelto para devolverte, al doble, todo lo que soporté hace quince años.
—Comenzando con tu Grupo Leiming, que debería haber sido mío. Ahora, lo tomaré de vuelta.
La furia que Lei Mingshan no pudo contener se mostró en su rostro mientras apretaba los dientes y decía:
—¡Guo Yuting!
—¡Mi compañía fue clausurada, y todo fue por tu culpa!