Ye Wengang salió corriendo a recibirlo.
Un hombre de alrededor de cincuenta años con panza salió del coche.
—Profesor Cao, gracias por hacer el largo viaje —dijo.
El Profesor Cao asintió con indiferencia.
—Hmm.
—Saltemos las formalidades, ¿dónde está el paciente?
Ye Wengang respondió apresuradamente,
—Profesor Cao, por favor sígame.
Ye Wengang condujo al Profesor Cao hasta su abuela.
—Abuela, este es el Profesor Cao, a quien le pagué cinco millones de yuanes para que viniera desde el mejor hospital de nuestra provincia —explicó.
Ye Ling se sorprendió.
—Hermano Segundo, ¿de dónde sacaste tanto dinero?
Ye Wengang dijo inexpresivamente.
—¿Qué tanto te importa eso?
La Abuela Ye Ling luchó por sentarse.
—Un profesor del hospital provincial, realmente te has tomado muchas molestias —dijo con gratitud.
La expresión del Profesor Cao permaneció neutral.
—Así que usted es la paciente, permítame tomarle el pulso primero.
La Abuela Ye Ling extendió la mano rápidamente.