Tang Long contestó el teléfono.
Una voz burlona sonó al otro lado.
—Wang Tianhu, ya has acabado con ese chico Tang Long, ¿verdad? Entonces su hermana ya no sirve para nada, ¿no es así? Mis chicos están ansiosos por empezar... —amenazaba la voz.
El rostro de Tang Long sufrió un cambio violento, y bramó enojado:
—Li Wenhua, suelta a mi hermana. Si te atreves a tocarla, juro que mataré a toda tu familia aunque me cueste la vida.
Li Wenhua hizo una pausa por un momento, su tono de repente se volvió sombrío:
—Tang Long, ¿no estás muerto? ¿Dónde está Wang Tianhu?
—Ya está muerto. Si no quieres morir, libera a mi hermana inmediatamente —respondió Tang Long.
—Tang Long, te subestimé. No esperaba que Wang Tianhu cayera por tu mano.
—Te doy media hora, ven aquí y enfrenta tu muerte de inmediato, de lo contrario, el destino de tu hermana será muy sombrío.
—¡¿Cómo te atreves?! —Los ojos de Tang Long estaban inyectados en sangre, su rostro retorcido de ira.
