Song Xue estaba desconcertada y quería negarse rápidamente, pero Chen Feiyang la había convencido en apenas unas pocas palabras.
Song Xue se sentía un poco perdida e instintivamente miró a Zhou Yu.
Zhou Yu sonrió levemente.
—Ya que el Presidente Chen es tan sincero, la Hermana Xue debería aceptarlo —dijo.
—Sin embargo, Presidente Chen, en el futuro, la Hermana Xue administrará mis activos y probablemente no tendrá tiempo para trabajar para usted —continuó.
Cuando Chen Feiyang escuchó a Zhou Yu hablándole, su corazón se llenó de emoción.
—No hay problema, no necesitas trabajar, solo toma los dividendos cada año —respondió.
Song Xue estaba increíblemente impactada.
Ella siempre había sido una trabajadora asalariada, ganando un salario fijo.
Pero desde que conoció a Zhou Yu, en solo dos días, su mundo había cambiado drásticamente.
Chen Feiyang aprovechó la oportunidad para decir: