Aunque fue un único disparo el que mató a Gato Ladrón, Hai Shi tampoco parecía estar en buen estado.
Dado que los dos habían estado disparando a corta distancia, cuando Gato Ladrón fue asesinado, la sangre sucia de su cerebro salpicó, empapando instantáneamente toda la cara de Hai Shi.
Hai Shi dejó caer sus brazos y soltó el arma, dejando que la sangre sucia fluyera por su cara y gotease al suelo, sin usar su mano para limpiársela.
—Ja ja ja...
Al presenciar esta sangrienta escena, no solo Tanaka Suimeng no se perturbó, sino que incluso sonrió y soltó una fuerte y maníaca carcajada. Luego, se acercó a Hai Shi, le dio una palmada en el hombro y rió en voz alta —Hermano Haishi, ¡lamento que hayas tenido que ver eso!
Con una sonrisa irónica, Hai Shi lanzó la pistola al suelo y miró a Tanaka Suimeng inexpresivamente, diciendo fríamente —Joven Maestro Tanaka, su arma... ¿no tenía balas, verdad?
—Je je...