La bala perforó su hombro, ¡salpicando sangre!
En dolor, Hai Shi apretó los dientes. Liang Fei se alarmó y extendió la mano para vendarlo. Sin embargo, Hai Shi lo apartó y gritó:
—¡No te preocupes por mí, puedo explicar mejor si vuelvo con una herida de bala!
—¡Hai Shi... ten mucho cuidado tú solo!
Viendo a Hai Shi ponerse de pie y avanzar tambaleante, Liang Fei no pudo evitar recordarle con preocupación. La admiración llenó su corazón por este hombre duro. Era un detective, pero estaba dispuesto a arriesgar su vida al infiltrarse en el enemigo para atrapar criminales. ¡Ese espíritu era verdaderamente admirable!
—¡Yo... estoy bien!
Con la mano presionando urgentemente su brazo herido, Hai Shi se volvió para mirar a Liang Fei y luego dijo:
—Las personas que traje conmigo, no captures ni mates a todas, ¡deja ir a una!