Chereads / Nacidos del Abismo / Chapter 14 - Te invito a un duelo

Chapter 14 - Te invito a un duelo

Han pasado tres semanas desde que Kujou llegó a vivir al dojo. Al principio, pensé que la convivencia podría ser algo tensa. Ella era alguien reservada, y yo... bueno, tampoco soy el más sociable del mundo. Sin embargo, sorprendentemente, las cosas fluyeron con naturalidad. Kujou se lleva bien con todos, incluso con los más jóvenes que suelen ser un poco revoltosos. Su disciplina y paciencia son algo que, honestamente, admiro más de lo que admitiría en voz alta.Pero en medio de toda esta calma, ocurrió algo que me tiene inquieto.Hace unos días, mientras barría el patio del dojo, un mensajero dejó una carta para mí. Era un sobre sencillo, sin adornos. Al abrirlo, encontré un pergamino cuidadosamente doblado, con un mensaje que todavía me da vueltas en la cabeza.La carta decía lo siguiente:"Shiro:Eres conocido como un guerrero disciplinado, pero más allá de tu habilidad con la espada, he escuchado sobre tu determinación y tus principios. Me pregunto si esos principios son tan firmes como dicen.Te invito a un duelo. No es solo un enfrentamiento de habilidades, sino una prueba de voluntad. Ven solo. No traigas refuerzos ni aliados, porque este encuentro no es para ellos. Es para ti.He observado tus pasos desde la distancia y estoy convencido de que este enfrentamiento podría ser crucial para ambos. No se trata de enemistad, sino de claridad. Te espero al anochecer, en el claro junto al río al oeste del bosque.Yuuni Kuroda."Leí esas palabras una y otra vez. El tono era cortés, pero había algo inquietante en su elección de palabras. ¿"Prueba de voluntad"? ¿"Claridad"? ¿Quién era Yuuni Kuroda y por qué sabía tanto sobre mí? Intenté recordar si había oído ese nombre antes, pero nada me venía a la mente. Aun así, no podía ignorar la sensación de que esta carta no era un simple desafío casual.Guardé la carta en mi habitación y pasé el resto del día tratando de enfocarme en mis tareas habituales. Sin embargo, mi mente regresaba constantemente a esas palabras. ¿Por qué pedirme que fuera solo? ¿Por qué ahora?Esa noche, cuando todos se reunieron para la cena, mi comportamiento llamó la atención de Kujou. Era inevitable. Ella tiene un instinto casi sobrenatural para notar cuando algo me molesta.—Shiro, ¿Estás bien? —preguntó mientras terminaba su arroz.—Sí, claro. ¿Por qué lo preguntas? —intenté sonar despreocupado, pero el peso de la carta seguía en mi cabeza.Kujou me miró fijamente, con sus ojos entrecerrados como si estuviera evaluando cada movimiento mío.—Has estado más callado de lo normal. Eso es raro incluso para ti.Suspiré. Sabía que no podía ocultárselo, pero tampoco quería alarmar a los demás. Me acerqué un poco y le hablé en voz baja.—Recibí una carta. Es una invitación a un duelo.Sus cejas se arquearon ligeramente.—¿De quién?—De alguien llamado Yuuni Kuroda. Dice que me ha estado observando y que este enfrentamiento es importante.Kujou asintió lentamente, procesando la información.—¿Qué vas a hacer? —preguntó.—Voy a ir. No puedo ignorarlo, pero tampoco puedo arriesgarme a involucrar a los demás.—¿Sabes si es una trampa? —su tono era serio, casi como una advertencia.—No lo sé, pero no puedo quedarme con esta incertidumbre. Si no voy, nunca sabré qué quería o por qué me estuvo siguiendo.Kujou me miró fijamente durante unos segundos antes de asentir.—Entiendo. Pero si necesitas ayuda, solo dilo. No importa lo que diga esa carta.Agradecí su apoyo con un leve asentimiento, aunque sabía que no podía aceptar su oferta. Este era un asunto que debía enfrentar por mi cuenta.Llegó la noche del encuentro. Caminé solo hacia el bosque, siguiendo el camino que la carta había indicado. Cada crujido bajo mis pies y cada susurro del viento entre los árboles parecía amplificar la tensión en mi pecho. Mis pensamientos giraban en torno a quién era Yuuni Kuroda y qué motivaba este duelo.Cuando llegué al claro junto al río, la luna iluminaba la escena con un brillo plateado. Allí estaba él: un hombre de cabello negro. Vestía ropas negras con tonos violetas, sencillas pero impecables, y llevaba dos guadañas en la cintura. Parecía estar esperándome con paciencia, como si hubiera calculado exactamente cuánto tardaría en llegar.—Shiro —dijo con una voz tranquila, casi amigable —Me alegra que hayas venido.—Tu debes ser Yuuni Kuroda, supongo —respondí, manteniendo la distancia.—Así es. —sonrió, pero había algo en esa sonrisa que no terminaba de encajar. Era fría, calculadora —Gracias por aceptar mi invitación.—¿Por qué estoy aquí? —pregunté, sin rodeos —¿Qué quieres de mí?Yuuni inclinó ligeramente la cabeza, como si estuviera evaluando mi pregunta.—Quiero medir tu espíritu —respondió —He oído algunas cosas sobre ti, Shiro. Tu habilidad con la espada, tu disciplina, tu lealtad. Pero me pregunto... ¿Qué tan fuerte es tu voluntad cuando no hay nadie más que te respalde?Fruncí el ceño. Sus palabras eran ambiguas, pero cargadas de intención.—Si querías probarme, podrías haberlo hecho de otra forma. Esto parece más un juego que un desafío serio.Yuuni soltó una pequeña risa.—Tal vez lo sea. Pero en este "juego", hay más en juego de lo que imaginas. —desenvainó sus guadañas lentamente, sus hojas brillaban bajo la luz de la luna —No tengo intención de matarte, Shiro. Esto no es un duelo a muerte. Es un duelo para descubrir quién eres realmente.Respiré hondo y desenvainé mi katana. Aunque sus palabras eran desconcertantes, no podía permitirme bajar la guardia.El primer cruce de armas fue rápido, casi demasiado rápido para procesarlo. Yuuni era increíblemente hábil, sus movimientos precisos y calculados. Cada golpe suyo parecía diseñado para probarme, para empujarme al límite. Pero lo que más me desconcertaba era su expresión. No había ira ni odio en su rostro, solo una calma inquietante, como si estuviera disfrutando de la experiencia.—Eres bueno —dijo mientras retrocedía ligeramente para tomar distancia —Mejor de lo que esperaba. Pero todavía no he visto todo de ti, ¿Verdad?—No estoy aquí para entretenerte —respondí con dureza.Él sonrió de nuevo, esa misma sonrisa fría que parecía perforar mi determinación.El duelo continuó, cada golpe y choque fue resonando en el claro como un eco distante. Mientras luchábamos, no podía evitar sentir que Yuuni no solo estaba probando mi habilidad, sino también algo más profundo. Sus movimientos parecían diseñados para desestabilizarme, no solo físicamente, sino emocionalmente.Finalmente, tras lo que parecieron horas pero probablemente fueron minutos, Yuuni bajó sus armas y dio un paso atrás.—Suficiente —dijo, su voz todavía tranquila —Has demostrado mucho más de lo que esperaba.—¿Y qué querías demostrar con esto? —pregunté, todavía con la guardia en alto.Yuuni guardó sus guadañas con cuidado antes de responder.—Que no todos los enfrentamientos son sobre ganar o perder. A veces, son sobre descubrir quién eres cuando todo lo demás se desvanece. —me miró fijamente, con sus ojos rojos llenos de una intensidad que me dejó sin palabras —Nos volveremos a encontrar, Shiro. Más pronto de lo que crees.Y con esas palabras, se dio la vuelta y desapareció en la oscuridad del bosque, dejándome allí, con más preguntas que respuestas.El regreso al dojo fue silencioso. El camino de vuelta estaba cubierto por un espeso velo de niebla, como si la naturaleza misma compartiera mi confusión. Los pensamientos se acumulaban en mi mente, como un río desbordado. ¿Qué había sido realmente ese encuentro? ¿Por qué Yuuni Kuroda parecía más interesado en mis reacciones que en ganar el duelo? Y lo más inquietante, ¿Por qué sentía que todo había sido una especie de prólogo?Cuando atravesé las puertas del dojo, sentí un leve alivio al estar de nuevo en un lugar familiar. El patio estaba tranquilo, iluminado únicamente por la tenue luz de las linternas que colgaban en los pasillos. Las sombras bailaban en las paredes, como si reflejaran el caos de mis pensamientos.Suspiré profundamente, tratando de despejar mi mente. Sin embargo, justo cuando me disponía a cruzar hacia mi habitación, un silbido cortó el aire. Fue apenas un segundo, pero mi instinto reaccionó antes que mi mente. Di un salto hacia atrás, justo a tiempo para ver una guadaña oscura atravesar el espacio donde había estado un momento antes. La hoja se incrustó en el suelo con una fuerza que levantó polvo y astillas de madera.—¡¿Qué mierda?! —exclamé, desenfundando mi katana en un movimiento reflejo.Antes de que pudiera procesar lo que acababa de ocurrir, otra guadaña apareció desde la oscuridad, volando en un arco preciso hacia mi cuello. Rodé hacia un lado, sintiendo el filo pasar a centímetros de mi piel. Mi corazón latía con fuerza, pero no era solo la adrenalina lo que lo aceleraba; era el miedo. Un miedo profundo, instintivo, como si estuviera siendo cazado.Y entonces lo vi. Desde las sombras del pasillo, Yuuni Kuroda apareció con una sonrisa en el rostro. Su figura se recortaba contra la luz de la luna, y su presencia era abrumadora, casi irreal. Había algo en su mirada, algo que hacía que cada fibra de mi ser gritara que corría un peligro inminente.—Eres bastante distraído, Shiro —dijo con su tono tranquilo, casi burlón —Caminas por el dojo como si no pudieras ser alcanzado. Eso es peligroso...—¡Yuuni! ¿Qué mierda estás haciendo aquí? —grité, levantando mi espada en posición defensiva.Él no respondió de inmediato. En cambio, dio un paso hacia adelante, y la presión en el aire aumentó. Era como si su mera presencia drenara la energía de mis piernas. Nunca había sentido algo así antes. Mis manos temblaban ligeramente, y mi respiración se volvió pesada.—¿Por qué tan tenso? —dijo con una risa suave —No he venido a matarte, al menos no todavía. Solo quería comprobar algo.—¡Ya hiciste tu estúpida prueba en el bosque! —repliqué, tratando de mantener mi voz firme a pesar del nudo en mi garganta.Yuuni inclinó la cabeza ligeramente, como si considerara mis palabras.—¿En el bosque? Eso fue solo un juego, Shiro. Esto... —extendió una mano, y las guadañas que antes habían desaparecido en las sombras regresaron a su lado, como si tuvieran vida propia —Esto es real.La presión en el aire se intensificó aún más, y por un momento sentí que no podía moverme. Yuuni avanzó lentamente, su sonrisa permanecía intacta, pero sus ojos... sus ojos reflejaban algo que no podía comprender. Era como mirar al abismo.—¿Sientes eso, Shiro? —dijo en voz baja, como si estuviera compartiendo un secreto —Eso que te atenaza el pecho, que hace que tus piernas quieran ceder... es miedo. Pero no un miedo común. Es el miedo de alguien que enfrenta algo que no puede entender ni controlar.—¿Qué quieres de mí? —pregunté, mi voz apenas un susurro. Intentaba mantener mi postura defensiva, pero cada segundo que pasaba bajo esa presión me hacía más difícil respirar.—Quiero ver como te rompes —respondió con una frialdad que me heló la sangre —Quiero saber qué queda de tu espíritu cuando todo lo demás se desmorona. ¿Crees que tu espada es suficiente para protegerte? ¿Crees que tus principios son tan firmes como dices? Vamos a averiguarlo.Antes de que pudiera reaccionar, Yuuni lanzó una de sus guadañas hacia mí. La hoja voló con una velocidad increíble, pero logré desviarla con mi katana en el último segundo. El impacto me dejó un hormigueo en los brazos; era como si la guadaña llevara consigo una fuerza que no era de este mundo.—Eres más resistente de lo que pensé —comentó Yuuni, sin dejar de sonreír —Pero, ¿cuánto tiempo podrás mantenerte en pie?Su guadaña regresó a él como si estuviera atada por un hilo invisible, y antes de que pudiera recuperarme, ya estaba lanzándola de nuevo. Cada ataque era más rápido y preciso que el anterior. Mis movimientos se volvían más torpes a medida que mi energía disminuía. La presión que emanaba de Yuuni no me daba respiro, y mi mente comenzaba a llenarse de pensamientos oscuros.—¿Qué es lo que realmente temes, Shiro? —preguntó mientras lanzaba otro ataque, esta vez dirigido a mis piernas —¿Fracasar? ¿Decepcionar a quienes confían en ti? ¿O es que, en el fondo, sabes que no eres tan fuerte como aparentas?—¡Cállate! —grité, bloqueando el ataque con todas mis fuerzas.La guadaña chocó contra mi katana, y el impacto resonó como un trueno. Pero Yuuni no se detuvo. Su voz seguía perforando mi mente.—Esa furia que muestras... es solo una máscara. Eres tan humano como cualquier otro, Shiro. Y los humanos, tarde o temprano, siempre caen.Mi respiración se volvió errática, y mis piernas comenzaron a temblar. Por primera vez en semanas, sentí el verdadero peso del miedo. No era solo la amenaza física; era la forma en que Yuuni parecía capaz de desenterrar mis inseguridades más profundas, de exponerlas al mundo.Pero incluso en medio de esa oscuridad, una chispa de determinación brilló dentro de mí. Si algo había aprendido en mi vida, era que el miedo no podía ser ignorado, pero sí enfrentado.—No voy a caer tan fácilmente —dije, con mi voz llena de una firmeza que me sorprendió.Yuuni alzó una ceja y su sonrisa se fue ensanchando.—Eso es lo que quería oír.Y con eso, el verdadero combate comenzó.El aire estaba tenso, cargado con la presión del enfrentamiento. Yuuni avanzó hacia mí con esa sonrisa inquietante que no dejaba de provocarme, como si supiera algo que yo ignoraba por completo. Las guadañas danzaban a su alrededor, como si fueran extensiones de su cuerpo. Sus movimientos eran fluidos, casi etéreos, y a pesar de estar en posición defensiva, sentí que no podía leer sus intenciones.Estábamos en el patio central del dojo. Las sombras de los faroles colgantes se alargaban y acortaban con cada paso que dábamos, y el crujido de la madera bajo nuestros pies era el único sonido aparte de nuestras respiraciones. Por un momento, pensé que podía contenerlo, que podía igualar su habilidad. Pero esa ilusión no duraría mucho.Yuuni fue el primero en atacar. Una de sus guadañas se lanzó en un arco bajo, apuntando a mis piernas. Retrocedí justo a tiempo, el filo fue rozando mi abrigo, Antes de que pudiera recuperar mi equilibrio, la segunda guadaña vino desde arriba, obligándome a bloquear con mi katana. El impacto fue brutal, y el sonido del choque resonó en el patio como un trueno.—Eres rápido, lo admito —dijo Yuuni, su voz era tranquila como si apenas estuviera esforzándose —Pero me pregunto por cuánto tiempo podrás mantener ese ritmo.—El suficiente para derrotarte —respondí, aunque el temblor en mis brazos traicionaba mi confianza.Intenté un contraataque, girando sobre mis talones para desviar la trayectoria de una de sus guadañas y lanzando un corte directo hacia su torso. Yuuni retrocedió con gracia, esquivando por un margen mínimo. Su sonrisa se ensanchó.—Eso estuvo cerca. Pero, ¿Puedes mantener esa precisión?No me dio tiempo a responder. Las guadañas regresaron a sus manos con un movimiento fluido, y Yuuni comenzó a atacar con más agresividad. Cada golpe suyo era como un relámpago, y cada movimiento que hacía parecía diseñado para empujarme al límite. Mi katana bloqueaba sus ataques una y otra vez, pero el esfuerzo comenzaba a pasar factura.Decidí usar el entorno a mi favor. Retrocedí hacia uno de los pilares del dojo, obligándolo a ajustar el ángulo de sus ataques. Cuando una de sus guadañas se dirigió hacia mí, me giré rápidamente, dejando que la hoja se incrustara en la madera. Aproveché ese momento para lanzarme hacia él con un golpe directo.Yuuni reaccionó con una velocidad inhumana. Soltó la guadaña atrapada y desvió mi katana con la otra, lanzándome una patada al costado que me hizo retroceder varios pasos.—Ingenioso, pero predecible —comentó mientras recuperaba su arma atrapada con un tirón brusco.El combate continuó, moviéndonos por todo el patio. En un momento, una de sus guadañas rompió un farol, esparciendo aceite y fuego en el suelo. Las llamas iluminaron su rostro, dándole un aspecto similar al de un Kuragami. Usé el humo como cobertura para intentar tomar ventaja, lanzándome en un ataque rápido desde su flanco derecho. Sin embargo, Yuuni pareció preverlo. Giró sobre sí mismo y contraatacó, una de sus guadañas rozó mi hombro y cortó la tela de mi ropa.—¿Es todo lo que tienes, Shiro? —preguntó con una burla que me hizo apretar los dientes —Empiezo a pensar que tal vez te sobreestimé.Ignoré su provocación y mantuve mi posición. Sabía que no podía ganar si seguía reaccionando a sus movimientos. Tenía que adelantármele, encontrar una apertura en su defensa. Observé cada uno de sus pasos, tratando de identificar un patrón.Finalmente, vi una oportunidad. Yuuni levantó ambas guadañas para un ataque cruzado. En lugar de retroceder, avancé directamente hacia él, aprovechando la proximidad para limitar el alcance de sus armas. Mi katana trazó un arco hacia su pecho, y por un instante, pensé que lo había alcanzado.Pero fue entonces cuando todo cambió.Yuuni se inclinó hacia atrás con una flexibilidad imposible, esquivando mi ataque por centímetros. Sus movimientos se volvieron aún más rápidos, casi imposibles de seguir. En un abrir y cerrar de ojos, una de sus guadañas golpeó mi katana, desarmándome con una fuerza que me dejó los brazos entumecidos. La otra guadaña se detuvo a un pelo de mi cuello.—¿Ya terminaste? —preguntó, con su voz aún tranquila, pero con un tono de burla más marcado —Porque yo apenas estoy comenzando.Intenté retroceder, pero su presencia era como una pared invisible que me mantenía atrapado. Por primera vez en el combate, me di cuenta de que no había estado peleando en igualdad de condiciones. Yuuni había estado conteniéndose desde el principio.—Esto no es una pelea justa... —murmuré, mi voz temblorosa.—¿Justa? —repitió Yuuni, riendo suavemente —Las batallas nunca lo son, Shiro. Esa es la primera lección que debiste aprender.Con un movimiento rápido, me lanzó hacia atrás con un golpe de su guadaña. Mi espalda chocó contra uno de los pilares del dojo, y caí al suelo, jadeando. Apenas podía mantenerme en pie. El miedo que había sentido antes ahora era abrumador, como un peso insoportable en mi pecho.Yuuni se acercó lentamente, su silueta recortada contra las llamas que seguían ardiendo en el patio. Su sonrisa era más amplia que nunca, pero sus ojos reflejaban algo más profundo: una determinación fría e implacable.—No es tu habilidad lo que estoy probando, Shiro —dijo mientras alzaba una de sus guadañas, apuntándola directamente a mi corazón —Es tu espíritu. Quiero ver cuánto puedes soportar antes de romperte por completo.Cerré los ojos por un momento, respirando profundamente. Estaba herido, superado y acorralado, pero algo dentro de mí se negó a rendirse. No podía permitir que Yuuni me quebrara. Mi katana estaba fuera de mi alcance, pero todavía tenía algo más: mi voluntad.Con un grito de esfuerzo, me levanté de un salto y corrí hacia él, dispuesto a luchar con todo lo que me quedaba, incluso si eso significaba usar solo mis puños. Yuuni pareció sorprendido por mi determinación, pero su sonrisa no desapareció.—Interesante... —murmuró.La presión que emanaba Yuuni parecía aplastar mi pecho. Mi cuerpo estaba cubierto de cortes, y la tela de mi ropa colgaba en pedazos, teñida de rojo. La adrenalina bombeaba por mis venas, manteniéndome en pie, pero sentía cómo cada segundo bajo esa presión minaba mi resistencia. A pesar de todo, algo en mí no me permitía detenerme. Era como si la idea de rendirme frente a él fuera más aterradora que el dolor que sentía."Si voy a caer, que sea luchando", pensé, apretando los dientes mientras volvía a lanzarme hacia él.Yuuni seguía sonriendo, como si disfrutara cada instante. Sus guadañas se movían con un ritmo frenético, cada una dibujando arcos de muerte en el aire. Era casi imposible acercarme sin arriesgarme a un corte, pero me aferré a mi instinto. Rodé bajo una de sus guadañas que volaba hacia mi cabeza, esquivándola por centímetros, y aproveché la apertura para lanzar un golpe directo a su estómago.Mi puño impactó con fuerza, y por primera vez, Yuuni dejó escapar un leve jadeo. No le di tiempo a reaccionar y seguí con una combinación de golpes rápidos: uno al costado, otro al pecho. Sentí cómo mi fuerza conectaba, cómo su cuerpo cedía ligeramente ante mis ataques.—¿Eso es todo?... —dije con una sonrisa, empujando mis límites.Pero Yuuni no perdió su sonrisa. Incluso mientras recibía mis golpes, su mirada se mantenía firme, casi como si me estuviera estudiando. De repente, sentí un filo rozar mi costado. Apenas me di cuenta de que una de sus guadañas había regresado a atacarme mientras otra rozó mi muslo, desgarrando la tela y dejando un corte superficial.El dolor fue como un chispazo eléctrico que recorrió mi cuerpo. Me tambaleé, pero no me detuve. Con otro grito, lancé un golpe directo a su rostro, pero Yuuni reaccionó. Bloqueó mi brazo con la mano libre y, antes de que pudiera contraatacar, atrapó mis muñecas. Su fuerza era aplastante, como si mis brazos estuvieran atrapados en un torno.—Eres persistente... —dijo, con su tono burlón, aunque ahora respiraba un poco más rápido —Pero no puedes ganar con solo fuerza bruta, Shiro. ¿Ya lo entiendes?—¡Cállate! —grité, tirando de mis brazos con todas mis fuerzas, pero su agarre era inquebrantable.Yuuni inclinó la cabeza, su sonrisa fue ampliándose. Sus ojos brillaban con una intensidad casi inhumana.—Es inútil. Eres fuerte, pero no estás pensando. En una batalla real, esa obstinación solo te llevará a la derrota.Mis dientes rechinaron, y el miedo mezclado con frustración ardía dentro de mí. Sabía que tenía razón. Su técnica, su velocidad, todo estaba en un nivel que yo no podía alcanzar. Pero eso no significaba que fuera a rendirme. Respiré profundamente y tomé una decisión.—¿Sabes qué, Yuuni?... —murmuré, viéndolo directamente a los ojos.—¿Qué? —respondió.Sin pensarlo más, lancé mi cabeza hacia adelante con todas mis fuerzas. Mi frente chocó contra la suya, y el impacto resonó en el aire. El dolor explotó en mi cráneo, pero valió la pena. Yuuni soltó un gruñido, sus manos aflojaron el agarre sobre las mías. Aproveché el momento y me liberé.—¡Eso...! —exclamó Yuuni, retrocediendo un paso mientras se llevaba una mano a la frente. A pesar del golpe, seguía sonriendo –¡¡Eso fue inesperado, Shiro, muy bien!! ¡¡¿Qué más tienes?!!No respondí. Mi cuerpo se movió por instinto, ignorando el dolor. Me impulsé hacia abajo, colocando las manos en el suelo, y con un giro rápido, lancé una patada dirigida a su costado. El impacto fue certero. Sentí el aire salir de sus pulmones, y antes de que pudiera reaccionar, giré nuevamente, conectando otra patada a su abdomen. Yuuni tambaleó hacia atrás, y en un movimiento final, mi talón impactó en su mandíbula.Yuuni escupió sangre, su cuerpo fue inclinándose levemente hacia adelante. Por un momento, pensé que había ganado terreno, que finalmente lo había superado. Pero entonces lo vi.Yuuni levantó la cabeza lentamente, limpiando la sangre de la comisura de sus labios con el dorso de la mano. Sus ojos seguían fijos en mí, y su sonrisa era más amplia que nunca, pero ahora tenía un filo peligroso, casi maniático.—Eso... estuvo bien, Shiro —dijo con una voz ronca, pero llena de emoción —Muy bien, de hecho. Pero ahora creo que es mi turno de divertirme un poco más.Antes de que pudiera reaccionar, Yuuni levantó ambas guadañas y las clavó en el suelo con fuerza. Las hojas temblaron, reflejando la luz de las llamas que aún ardían en el patio. Luego, levantó los puños y adoptó una postura de combate que no había visto antes.—¿Dejando tus armas? —pregunté, jadeando.—No las necesito para esto —respondió, su sonrisa fue volviéndose más feroz —Quiero sentirlo todo. Quiero ver hasta dónde puedes llegar cuando ya no tienes más que ofrecer.Mi corazón latía con fuerza, y mi respiración era irregular. Cada músculo de mi cuerpo dolía, y sabía que estaba al límite. Pero algo en sus palabras me enfureció. Sentí un fuego encenderse dentro de mí, un deseo de demostrarle que no era un simple oponente para su entretenimiento.—Si crees que voy a retroceder... estás equivocado.Yuuni asintió, como si esperara exactamente esa respuesta. Y entonces, con una velocidad que me dejó paralizado por un segundo, se lanzó hacia mí.