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Prometo amarte. Solo hasta decirte adiós

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Chapter 1 - Prometo amarte. Solo hasta que tenga que decir adiós

Guadalupe, sabes bien que no te amo

Guadalupe estaba parada en el balcón de la habitación en la que dormía desde hace 3 años.No quiso encender las luces, para que la oscuridad de la noche se cubriera las lágrimas que rodaban por sus mejillas.

"¡Esto se acabó! no puedo seguir así, no puedo más." — Pensaba mientras observaba hacia el frente.

De pronto la luz de un auto la sacó de sus pensamientos, su amado esposo regresaba a casa y sabía bien lo que sucedería. Su esposo Alessandro Pellegrini era el presidente del Conglamerado Pellegrini, el cual es de los más importantes de la provincia de Lazio, hoy por la mañana había olvidado un folder lleno de documentos que, al pensar por Emma y Guadalupe, posiblemente utilizaría y tendría problemas si no los tenía.

Trato en varias ocasiones llamarle vía telefónica para comunicarnos sobre sus documentos, pero al no recibe respuesta, salió de la mansión con la misión de llevar aquellos ella misma.

-Emma, no contesta Alessandro ¿Estás segura de que tenía estos documentos en mano hoy por la mañana? — Pregunto con voz preocupada.

-¡Si señora! — El señor estaba en la sala acomodando todo en su portafolio y recibió una llamada, por lo que pienso olvidó guardarlos y supongo que los va a utilizar.

- ¡Ok, ok! Voy ahora mismo sin perder tiempo, talvez llegue a tiempo.

- ¡Conduzca con cuidado, señora! — Grita Emma al ver salir a Guadalupe rápidamente.

Después de una carrera en su auto, llegó a las oficinas del "Conglomerado Pellegrini", ella nunca se había presentado ahí en sus 3 años, pero esta vez era un caso urgente. Entró a la recepción y no vio a nadie, ella sabe que hay un ascensor que lleva directo a la oficina del presidente, sin saberlo y como si la suerte estuviera de su lado, escoge precisamente ese y sube, luego de varios pisos se escucha la campanilla anunciando que ha llegado al piso.

Guadalupe sale del ascensor y para su suerte en el pasillo no hay nadie y en el escritorio de sus secretaria tampoco.

-¿Dónde estará James? ¿Dónde estarán todos?— Se pregunta en voz alta, nadie le contesta obviamente.

Camina rumbo a la enorme y elegante puerta de madera, la cual fue finalmente tallada, entre sin tocar y lo que observan sus ojos la deja sin palabras. Alessandro tenía los pantalones abajo, envestía y gemía como nunca lo había hecho con ella, pudo ver a la rubia que estaba con él, no era otra mujer más que Alana Amato, su única asistente mujer.

Guadalupe tira el folder y Alessandro al escuchar el ruido voltea, se lleva la sorpresa de su vida, se acomoda la camisa para que su esposa no vea su miembro erecto, levanta rápidamente sus pantalones al mismo tiempo que Alana toma su camisa para cubrir su cuerpo completamente desnudo y sudado.

La respuesta de Guadalupe no era de sorprenderse:

-¡MALDITO! ¿Así que es ella con la quien todo el tiempo me has estado engañando?—Comienza a hablar en español y lanza maldiciones.

-¡Eres un hijo de put! ¡Mal nacido! ¡Te odio! ¡Y TU PERRA, TE VOY A MA7AR! — Decía ella mientras se acercaba hacia Alana.

Estaba a punto de llegar a la chica desnuda, cuando sintió un fuerte dolor en el estómago. Alessandro le acababa de aventar un puñetazo en el estómago, lo que la hizo caer de rodillas al suelo.

Últimamente, estos arranques de histeria se habían vuelto más comunes y al ver que se acercaba su amada con mirada asesina no tuvo otra opción que asentarle un golpe. Aprovechando que Guadalupe estaba en el suelo, Alessandro llamó al móvil de James.

-¡James, necesito que te lleves a Guadalupe a la mansión y no la dejes salir!

Este no tardó en llegar, la chica seguía en el suelo, agarrandose el estómago, James la ayudó a incorporarse, trató de no ver a su compañera que se encontraba sola cubierta con una blusa mal abotonada, sintió pena por la esposa, encontrar así a su marido no debía ser una de las experiencias más agradables.

-Señora Pellegrini, vamos a casa, debe usted tranquilizarse.— James hizo énfasis en el Pellegrini, sabiendo que eso le podría constar una reprimida después, pero en ese momento se puso en lugar de la esposa.

-¿James?

-¡Si, señor! ¡Quédate en la mansión y no dejes que salga! — Alessandro le dijo con voz autoritaria y mirada fría.

"¿A dónde podría ir la pobre chica?" Pensó James, si estaba sola en un país extraño y con un esposo que no la dejaba hacer amigas con cualquier persona.

-Señora , vamos, la llevaré a casa.

-¡NO! ¡No quiero ir a casa!

-Señora, no me ponga las cosas más difíciles, ya ve como se pone el señor cuando pierde la paciencia.

-¡James no quiero ir a casa! Porfavor, ¡No quiero ir a casa! ¡Quiero irme a mi país! ¡Quiero mi vida de vuelta!

Cuando dijo esa última frase, James se sintió incómodo, recordó la situación en la que Guadalupe llegó a Italia, los motivos para dejar el país eran bastante fuertes y no podría regresar tan fácilmente, se ponía en riesgo ella y a su familia.

-Señora, no tengo opción, debo llevarla a la mansión.

-¡Si James lo se! Solo quise decirlo imaginando que sería libre y podría regresar a mi vida de antes.

-Señora, usted sabe que no puede, ¡Es peligroso para su abuelo!

-Solo por eso sigo aguantando y los sabes, si no fuera por mi abuelo, ya me hubiera ido, no importaría si estoy casada o no.

James llegó a la mansión Pellegrini, abrió la puerta del copiloto y vio descender los fragmentos de una mujer abusada, humillada y olvidada, sentía que se le estrujaba el corazón, pero no podía hacer nada, en esos temas era mejor no meterse. El señor Alessandro era energético y no permitía que nadie opinara sobre su matrimonio, la única capaz de emitir algún comentario era la señora Carlota Pellegrini, abuela del señor, pero en este momento ella no se encontraba aquí.

Guadalupe, después de observar por largo rato la luna y sus alrededores, tratando de encontrar fuerzas para lo que venía, finalmente entró sin encender la luz. Entró a su baño, enjuagó su rostro para quitar el rastro de las lágrimas que derramó, sus manos temblaban sabía la tormenta que se avecinaba.

-¿Emma?

-¡Si, señor?

-¿Dónde está la señora?

- En su habitación, James me pidió que la vigilara de qué no hiciera alguna tontería. ¿Está todo bien?

-Si Emma, hoy no necesito tus servicios, así que te pido que te retires.

-Ok, de hecho, ya estaba en mi habitación.

-No, quiero que me dejes completamente solo con Guadalupe.

-Pero señor…

-¿PODRÍAS IRTE?

Emma no pudo poner más resistencia, tuvo que retirarse sintiendo gran opresión, ya que desconocía la razón de su malhumor, pero hoy particularmente la mirada del señor era más sobria y daba miedo.

-¡Guadalupe! ¡ Guadalupe! — dijo al entrar en la habitación de la chica.

-¡Dime! — respondió al momento en que iba saliendo sin muchos ánimos del baño.

-Quiero una explicación a tu comportamiento de hoy en la oficina.

-No hay nada que explicar.

-¡Guadalupe!

-No te preocupes, nunca volveré a pisar tu oficina, se llegó a encontrar algo que crea que vas a necesitar, llamaré a James para que venga a recogerlo.

- Eso espero, Tiene totalmente prohibido Ir a la empresa. De hecho, he solicitado que no te den acceso.

- ¡Ya te dije que no te preocupes, no volverá a suceder! — diciendo esto, comenzó a caminar ese su cambiador para disponerse a poner el pijama.— Ahora, si no tienes nada más que decirme, ¿Te puedes retirar de mi habitación?

Alessandro, al ver la pasividad de Guadalupe, no pudo discutir, apretó los puños del frustración, ya que durante todo el camino bien sellado un largo discurso para su esposa, quien creía que le llenaría de insultos y reclamos.

-Guadalupe, sabes bien que no te amo, si me casé contigo fue por mi abuela. A quien realmente amo es a Alana, tú y yo sólo estamos juntos por los largos lazos de amistad que existen en tu abuelo y la mía

-¡Lo sé! No necesito que me lo recuerdes cada que haces algo que no va con nuestro matrimonio — Respondió mientras sentaba su cambiador y cerraba la puerta.

Alessandro, al ver la mirada triste de su esposa, no pudo evitar un hueco en la garganta, algo le comenzó a doler. No sabía por qué, pero era mejor salir de esa habitación.

Al salir de la habitación de su esposa, se dirigió a la habitación principal, tomó un baño y decidió ir a descansar temprano.

Mientras dormía como si la mente le hiciera una mala jugada, recordó cómo fue que conoció a su esposa, esa madrugada él estaba exhausto, sólo quería beber un poco de agua; Sin embargo, encontró una chica en pijama bebiendo leche y sin poder cruzar palabra con él. Esos ojos grandes y expresivos color almendra le llamaron la atención inmediatamente, aunque supo muy bien fingir indeferencia, su corazón había quedado prendado de esa mirada.