Era un hermoso día soleado, ideal para celebrar el cumpleaños de Elementos, uno de los amigos más cercanos de RamGam y Busorres. La fiesta se llevaba a cabo en el parque local, donde todos habían traído globos, pastel y muchas ganas de divertirse. Maximum, el zorro travieso y leal de los hermanos, correteaba entre los niños, disfrutando de la atención y las golosinas que le ofrecían.
Mientras todos se sumergían en juegos y risas, Maximum decidió explorar un poco. Se aventuró hacia el imponente árbol central del parque, un roble antiguo que parecía haber presenciado innumerables celebraciones. Mientras olfateaba su base, notó un pequeño botón dorado brillante incrustado en la corteza.
Intrigado, Maximum presionó el botón con su patita. De inmediato, el árbol empezó a temblar y, sorprendentemente, se abrió, revelando un oscuro ascensor oculto en su interior. RamGam y Busorres, que estaban cerca, se giraron al escuchar el ruido.
—¡Miren eso! —exclamó Busorres, señalando el ascensor—. ¿Qué será?
—No lo sé, pero tenemos que investigarlo —dijo RamGam, su espíritu aventurero despertando.
Sin dudarlo, los hermanos se acercaron al árbol, con Maximum siguiéndolos. Entraron en el ascensor, y las puertas se cerraron con un clic. A medida que el ascensor comenzó a descender, la luz del parque se desvanecía rápidamente.
—¿Y si no hay salida? —preguntó Busorres, sintiendo una mezcla de emoción y preocupación.
—No te preocupes, seguro que todo estará bien —respondió RamGam, tratando de infundirle confianza.
Después de un breve momento, el ascensor se detuvo con un golpe sordo y las puertas se abrieron, revelando una sala amplia y oscura. Al fondo, un portal brillante pulsataba con colores vibrantes, atrayendo su atención.
—Eso se ve impresionante —dijo RamGam, acercándose con cautela.
—Es nuestra única salida —observó Busorres—. ¿Qué hacemos?
—Vamos a entrar —declaró RamGam, la emoción acumulándose dentro de él—. ¡No podemos dejar pasar esta oportunidad!
Sin pensarlo más, se tomaron de las manos y, con Maximum a su lado, cruzaron juntos el umbral del portal. Una luz resplandeciente los envolvió, y en un instante, se encontraron en una sala iluminada, con un ambiente misterioso. Allí, frente a ellos, un hombre mayor vestido con una túnica elegante los observaba con atención.
—Bienvenidos, viajeros —dijo el hombre con una voz profunda—. Me alegra que hayan llegado. Hay mucho que discutir.
Los hermanos se miraron, confundidos y asombrados. La fiesta de cumpleaños de Elementos había tomado un giro inesperado, llevándolos a una aventura que cambiaría sus vidas para siempre.