Remi, un hombre de unos 30 años, decidió tomarse unas vacaciones en Canadá, buscando desconectar de la rutina. Emocionado, fue a acampar, queriendo disfrutar de la naturaleza. Sin embargo, esa paz duraría poco.
Una noche, mientras estaba en su tienda de campaña, escuchó el inquietante rugido de una bestia. Al principio pensó que su mente le jugaba una broma, pero luego oyó múltiples disparos, y comprendió que algo realmente peligroso estaba ocurriendo.
De repente, un hombre con traje táctico apareció en su campamento y, con voz firme, le dijo que lo acompañara. Remi no dudó, guiado por la urgencia en los ojos del hombre. Lo llevó a un camión donde ya había otras personas, que al igual que él, parecían confundidas y nerviosas.
Mientras todos intentaban comprender qué estaba sucediendo, el hombre del traje táctico, que se había quedado a su lado, preguntó por la radio: "¿El wendigo ya fue neutralizado? Pido novedades de la caza." Por un momento, solo hubo un inquietante silencio, hasta que una voz en la radio gritó: "¡Se dirige a tu ubicación!"
El hombre miró hacia el grupo y les ordenó: "¡Cúbranse!" Cerró la puerta del camión y se preparó para lo peor. Desde dentro, Remi escuchó el sonido de algo aproximándose rápidamente, y los guardias afuera se prepararon, apuntando sus linternas hacia el sonido. De repente, todos abrieron fuego, mientras Remi, sin entender completamente la gravedad de la situación, solo podía preguntarse: ¿Qué está pasando aquí?
La amenaza pareció desvanecerse cuando el ruido cesó. El agente abrió la puerta del camión, algo herido, y les informó que serían llevados a un lugar seguro. Luego, hablando nuevamente por radio, anunció: "La caza ha sido un fracaso, ha escapado de nuevo. Todos, junten a los fallecidos. El equipo de limpieza vendrá por la mañana."
Tras un trayecto de alrededor de una hora, Remi y los demás fueron bajados del camión y guiados hasta una oficina donde un hombre esperaba. Se presentó como representante de una organización llamada Medidas de Protección Mundial (MPM). Con una voz tranquila, les explicó lo que había ocurrido y dijo:
"Lamentamos lo sucedido. Lo que vieron es información clasificada y confidencial. Ahora, tienen dos opciones: pueden unirse a nosotros y trabajar para la fundación, o firmar un acuerdo de confidencialidad. En este último caso, recibirán entre cinco y diez mil dólares, pero quedarán bajo nuestra vigilancia permanente."
Remi, aunque abrumado por las circunstancias, sintió que esa oportunidad lo llamaba. Tras pensarlo un poco, aceptó unirse a la fundación.
Al día siguiente, lo llevaron a una oficina donde le dieron un contrato de empleo, que él firmó. Cuando le preguntaron en qué área le gustaría trabajar, Remi pidió un puesto de oficinista, interesado en realizar tareas administrativas y de documentación. La fundación aceptó su solicitud, dado que ya lo habían investigado de antemano.
Firmó otros documentos, y en la siguiente escena llegó a su nuevo puesto en la fundación MPM, donde comenzaría un camino que cambiaría su vida para siempre.
Horas más tarde, llega a su nuevo puesto de trabajo: una oficina con varias filas de escritorios y computadoras. Se sienta, tratando de encontrar algo de normalidad en medio de todo lo extraño que le ha ocurrido. Empieza a revisar documentos y tareas, sumergiéndose en el trabajo.
Poco después, una compañera de oficina llamada Lisa se le acerca. Intercambian saludos, y Remi, aprovechando la oportunidad, le pregunta:
—¿A qué se dedica exactamente esta fundación?
Lisa lo mira, algo sorprendida.
—¿En serio aceptaste sin saber qué hacemos? —pregunta, medio en broma.
Remi se encoge de hombros, sonriendo.
—Bueno, sabía un poco, pero no con detalle.
Lisa suspira, y luego le explica que la fundación MPM se dedica a investigar y contener leyendas urbanas, críptidos y fenómenos anómalos. Le menciona que hay distintas ramas en la organización, una de ellas enfocada en tecnología avanzada —probablemente conocida públicamente bajo otro nombre que produce celulares y dispositivos—. Además, MPM tiene instalaciones en varios países, donde estudian estas leyendas para obtener conocimientos que pueden contribuir al desarrollo en biología y tecnología.
Después de un rato, Lisa se despide para regresar a sus tareas. Remi se acomoda y comienza a revisar sus asignaciones en la computadora. Mientras repasa sus tareas, se pregunta cuándo será el receso.
De repente, dos jóvenes se le acercan.
—¿Eres nuevo, cierto? —le dice uno de ellos.
Remi asiente.
—Sí, apenas empecé hoy.
Los chicos se presentan: uno se llama Mike y el otro, William. Tras intercambiar nombres, le preguntan:
—¿Cómo fue que te uniste? La mayoría aquí termina trabajando después de algún contacto con uno de los grupos de caza. Aunque, claro, la forma más aburrida es cuando alguien conocido te da un puesto aquí —añade William, riendo.
Remi sonríe y les cuenta cómo fue su encuentro en el bosque y el extraño trato con la fundación, revelándoles su experiencia reciente.
Después de escuchar la historia de Remi, Mike y William lo miran con una mezcla de sorpresa y respeto.
—Vaya, bienvenido a la fundación —dice Mike con una sonrisa cómplice—. Después de un encuentro con un wendigo, no muchos sobreviven.
—Eso sí —añade William—. Y menos llegan aquí para trabajar.
De repente, un compañero desde otra esquina de la sala levanta la voz:
—¡Ya pónganse a chambear, chingada madre!
Los tres se ríen y vuelven a sus labores, organizando documentos, ingresando datos y revisando información. Sin embargo, durante la práctica, Mike comenta algo en tono bajo:
—No vas a creer esto, pero… alguien logró correr Doom en una pared.
—¿Cómo? —pregunta Remi, intrigado.
William explica con tono conspirativo:
—Era alguien de un puesto alto. Tomó una de las máquinas avanzadas que, dicen, puede controlar la materia. ¡Y logró que Doom funcionara en la pared! —exclama, susurrando.
Antes de que puedan profundizar más, William cubre la boca de Mike, recordándole que no pueden hablar de ciertos temas. Remi, sorprendido, les pregunta cómo fue posible que alguien con un rango alto hiciera algo así y qué ocurrió después.
Mike responde:
—Bueno, por usar esa máquina sin permiso… lo degradaron.
Justo cuando estaban por continuar, otro compañero grita nuevamente:
—¡Ya pónganse a chambear, chingada madre!
Así que todos vuelven al trabajo, dejando las historias para después.
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Cambio de escena
A la hora del receso, Remi se dirige al comedor y se sienta con Mike y William. Mientras comen, la conversación sigue fluyendo, y los chicos no pueden evitar preguntar:
—Oye, ¿es en serio que apenas ayer te uniste y ya estás trabajando aquí? Además, este lugar está bastante retirado. ¿Vives cerca?
Remi les cuenta que la fundación le envió su ropa y sus cosas a una habitación del edificio, explicándoles que solo trabajará en Canadá un tiempo antes de volver a su país, donde continuará en otra sede de la fundación.
Mike asiente con la cabeza, impresionado.
—Ya veo, así que pronto estarás en tu país. Bueno, disfrútalo mientras estés aquí. Este lugar tiene sus rarezas, pero siempre hay algo interesante pasando.
Tras el receso, Remi regresa a su puesto en la oficina y se da cuenta de que su trabajo consiste principalmente en archivar documentos, organizar datos y hacer reportes. Es un trabajo administrativo parecido al que hacía antes, lo que le provoca una mezcla de decepción y aburrimiento. Observa con interés cómo otros empleados van y vienen, algunos llevando carpetas marcadas con nombres en clave y otros con equipos especializados. Nota cómo su alrededor está lleno de actividad relacionada con leyendas urbanas, criaturas míticas y críptidos.
Mientras trabaja, Remi empieza a sentir curiosidad por estos temas. Se pregunta si realmente podría unirse a algún grupo de exploración o investigación en lugar de quedarse en un escritorio. Finalmente, decide preguntar si existe la posibilidad de cambiar de área.
Al final del día, Remi se dirige a la oficina de Recursos Humanos para averiguar si puede solicitar un cambio. Allí, la persona a cargo le explica que, aunque pueden tomar en cuenta su solicitud, necesita al menos una semana de experiencia en su puesto actual antes de poder pedir un traslado.
—Es política de la fundación —le explica la encargada de Recursos Humanos—. Queremos asegurarnos de que los nuevos empleados tengan una base sólida de lo que hacemos antes de asignarlos a otra área.
Remi asiente, aunque la espera le parece larga. De todos modos, decide que aprovechará esta semana para adaptarse y observar más de cerca lo que ocurre en la fundación. Aunque su trabajo le parezca monótono, algo le dice que su estancia en la MPM apenas comienza y que le esperan sorpresas.