Mazmorras...
Lugares inexplorados, considerados mágicos y misteriosos por unos, y una desgracia traída desde el mismo infierno por otros.
Lo que si está claro, es que su existencia es una absoluto misterio para todos.
Desde que aparecieron en este mundo, la humanidad ha estado luchando contra lo que viene desde sus profundidades.
Monstruos... Las encarnaciones mismas del mal, pertenecientes a los abismos más oscuros de lo desconocido. Criaturas malignas y sádicas que se alimentan del sufrimiento y negatividad que traen a este mundo.
Muchos han sido los que han caído bajo los pies de estas bestias. Pero de entre todos ellos, aquellos que han triunfado son los que han traido esperanza para los más desamparados.
Aventureros... Guerreros valientes que arriesgan sus vidas para mantener la paz y la seguridad ante el peligro que representan las mazmorras.
Aunque... No todo es color de rosa.
***
En algún lugar alejado de la civilización, se encontraba una pequeña cabaña que rodeada por un frondoso bosque, apenas dejaba ver la luz tenue que iluminaba su interior.
La espesa niebla, que se extendía como una gruesa manta alrededor de los arboles, cargaba consigo una humedad congelante. El lugar era tan frío y húmedo que lo único vivo que podía escucharse eran los pequeños insectos y bichos entre la malesa.
Un lugar tan desolado que probablemente nadie querría vivir allí.
Pero, lo curioso es que si había alguien dispuesto a hacerlo.
Si nos trasladamos dentro de la cabaña, que es tenuemente iluminada por velas colocadas estratégicamente, podemos escuchar el crujido del viejo suelo de madera con cada paso de aquel hombre.
Su sombra, reflejada en las paredes del lugar, dejaba ver su figura musculosa forjada a través de un arduo trabajo en el campo durante años.
Su andar suave hacia el sofá pareció una lucha eterna para la pobre madera vieja de la cabaña. Rechinando y crujiendo como si fuera a romperse en cualquier momento.
Con un suspiro, sentó su trasero en el cómodo sofá, que se hundió debido al peso de su cuerpo.
Sin embargo, incluso con todo el ruido, su mirada no dejó fijarse en el retrato colgado sobre la chimenea. Que dejaba ver la imagen detallada de un anciano sonriente y un pequeño joven avergonzado.
—Pareces tan feliz cada vez que veo tu imagen...
Finalmente fueron las palabras algo cansadas del hombre, quien sin dejar de mirar el retrato suspiró una vez más.
—Otra vez vinieron... Esos malditos engendros —dijo masajeando su cabello castaño corto con pesadez.
—Han venido mucho estos últimos días, no sé si ha pasado algo de lo que no estoy enterado...
El hombre miró el retrato, fijándose en el rostro del anciano antes de que una mirada triste inundara su rostro.
—Realmente me haces falta, viejo. No sé si pueda seguir lidiando con esta soledad por mucho tiempo más...
Bajando la cabeza con pesar, miró la espada sobre sus piernas. Una funda de cuero color café la vestía, así que la quitó para inspeccionarla.
—Está un poco abollada —pensó viendo que, aunque tenía buen filo, aún había algunas protuberancias en ella.
—Debería buscar un herrero para repararla. Pero en el pueblo cerca de aquí no hay ninguno
Su vista recorrió el filo de la espada, observando su brillo metálico. Luego, su mirada se posó en el mango, en el cual había un nombre tallado en simbolos extraños.
"Thor" era el nombre escrito en el. Y al verlo, su ceño se frunció.
—Podría ir la capital, pero no voy hacerlo. Aún no he perdonado lo que nos hicieron esos desgraciados...
Colocando la espada de regreso en su funda mientras se ponía cómodo en su lugar, deseó que esta noche no tuviera que desenfundarla nuevamente.
Para su desgracia, cuando estaba apunto de quedarse dormido en el sofá, un crujido en la madera lo hizo despertar de inmediato.
—¡Quien anda ahí! —gritó cauteloso. Su mano ya sostenía el mango de su espada, preparándose para cualquier posible ataque.
Sin embargo, los minutos pasaron, y al no oír nada decidió levantarse del sofá y caminar lentamente hacia la entrada de la cabaña.
Maldijo en secreto cuando en su primer paso el suelo crujió como si fuera a quebrarse. Deseaba que la madera no fuera tan ruidosa en momentos como estos.
Caminó lentamente mientras desenfundaba su espada, su arma predilecta. El tenue brillo de su filo destelló en la habitación, dando una sensación escalofríante.
No por nada su nombre estaba escrito en ella.
Al llegar a la puerta, Thor esperó pacientemente. No sabía que amenaza se encontraba detrás, y tampoco iba a arriesgarse abriéndola.
—Adelante, hijo de puta —pensó con determinación.
Pasaron dos... tres... cinco minutos. Y nada pasó.
—Uff... —sintiendo algo de alivio, Thor se relajó.
—Parece que solo fue una falsa alarma. Al menos podré dormir bien esta no...!!!
Los ojos de Thor se abrieron por completo cuando en un instante, la puerta frente a el explotó, enviándolo a volar hacia atrás.
—¡¡¡¡Graaaaaaaarghhhhh!!!!
Al caer, Thor ni siquiera tuvo tiempo de recomponerse, ya que una criatura verde humanoide y musculosa corrió hacia él con la rápidez de un felino.
Luego, de un salto que partió la madera bajo sus pies, la criatura se abalanzó hacia la garganta de Thor, amenazando con matarlo.
—¡Tsk!, ¡tú pequeña de mierda! —con los ojos inyectados en sangre, Thor giró su cuerpo en un rápido movimiento, esquivando el ataque por poco.
Parándose firmemente frente a la criatura monstruosa, Thor gruño con molestia. Esta noche tampoco dormiría.
La criatura, quien quedó confundida al no ver sangre y carne destripada, se lanzó con locura hacia Thor nuevamente. Rompiendo la madera bajo sus pies.
Sin embargo, esta noche no habría cena para él. Ya que sin que la criatura tuviera tiempo de esquivar, Thor agitó su espada en un destello de luz. Y en un instante la criatura quedó partida en dos.
—¡¿Guuughr?! ¡Gurrrg!
Escuchando los últimos quejidos de la criatura bajo sus pies, Thor alzó su pierna y aplastó su cabeza, dejando la habitación en silencio.
—Maldito, mira lo que hiciste —habló Thor enojado al ver el suelo roto de su cabaña.
Su atención se dirigió hacia la puerta rota cuando un crujido sonó nuevamente. Parece que la acción todavía no había acabado.
Sujetando el mango de su espada con firmesa, los ojos de Thor tenían una mezcla de furia y determinación. Ya que con cada gota de sangre verdosa que caía del filo de su arma, más sombras oscuras salían de la malesa.
Esta noche ciertamente no dormiría.
—Odio a los monstruos...