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Chapter 26 - Punto de quiebre (Parte 2).

Varios días después, salimos junto a Suminia y Samira, aunque sabía que en algún momento del camino teníamos que separarnos para investigar mejor con Mirella acerca del agua mágica que ella había mencionado.

Llegando al claro del bosque nos encontramos con Anya y Tarún.

"¡Hola, chicos! Me dijo Rundia que tuvieron problemas con un oso y que una mujer... mágica, o algo así, los salvó. Me alegro mucho de que estén todos bien".

Desvió la mirada hacia Mirella luego de hablar.

"Ah... ¡Así que debes ser tú! Menos mal que están todos bien".

Mientras tanto, Tarún la miraba atento, casi como si quisiese decir algo.

Mirella, visiblemente más relajada al encontrarse con personas desconocidas, asintió.

"Sí, trato de proteger a Luciano y su familia lo mejor que puedo.

¡Y me llamo Mirella!"

Tomé la palabra. "Anya, ¿no te gustaría venir a vivir con Tarún a nuestra cueva? Así estaremos todos más seguros y acompañados. Seguro que a mis padres también les parecerá una buena idea. Total, nuestra cueva es bastante grande".

Anya es muy responsable, amable y hermosa, tenerla a nuestro lado sería algo bastante bueno. Además, no quiero que le pase algo malo, si Mirella puede protegerla, entonces sería mejor estar todos juntos.

Ella sonrió, tal vez considerando la oferta. Derrotar un oso no es para cualquiera, eso debería ser suficiente para inclinar la balanza si quiere proteger a su hijo.

"Eso suena muy bien, Luciano. Pero tendré que hablarlo con Tarún primero. Estamos acostumbrados a vivir solos desde que..."

Su voz se cortó de un momento a otro.

"Creo que... vivir todos juntos podría ser mucho más seguro y divertido. ¿Verdad, Tarún?"

Su hijo, que hasta ahora había estado observando en silencio, finalmente habló.

"Sí, mamá. Me gustaría conocer a Mirella", dijo, abrazándola de costado y mirándola mientras señalaba a la pequeña hada.

"Está bien, ya hablaremos con los padres de Luciano, ¿sí? A mí también me gustaría vivir con ustedes, últimamente me estuve sintiendo un poco... sola", respondió, girando la mirada hacia un costado.Suminia fue y la abrazó por la cintura, refregando un poco la cabeza sobre su estómago mientras Samira también caminaba hacia ella.

"¡Anya! No digas eso, sabes que siempre estaremos para ti. Ojalá vengas con nosotros".

"Chicas, ¿por qué no acompañan a Anya a recolectar un poco de frutas? Además, podrían contarle todo lo sucedido cuando nos atacó el oso".

Si aceptaban la pequeña persuasión yo iba a poder irme con Mirella.

"¡Si! Voy a contarte lo genial que es Mirella", exclamó Samira mientras agarraba la mano de Anya y Tarún.

Empecé a recoger ramitas del suelo, intentando hacer tiempo y ver si Suminia se iba.

"H-Hermana, ¡espera!" Gritó Suminia y se giró hacia mí.

"¿Qué estás haciendo, idiota? ¡Vamos con las demás!"

Suminia se plantó frente a mí, con los brazos cruzados y una expresión de desconfianza que ya se me hacía habitual. Samira, por otro lado, ya se alejaba con Anya, charlando alegremente como si fuera el paseo más emocionante de sus vidas."Eh... recolectando ramitas para la fogata de esta noche"

Hice una sonrisa incómoda, levantando una pequeña ramita del suelo para reforzar mi excusa.

Suminia levantó una ceja, me miró de arriba abajo y me apuntó con el dedo.

"¿Ramitas? ¿En serio? ¿Eso es lo mejor que se te ocurrió para zafarte de nosotras?"

Mirella, que estaba revoloteando cerca, no pudo evitar soltar una risita.

"Creo que te atraparon, Luciano. Aunque me parece que a Suminia le interesa bastante más lo que haces que lo que decís".

"¡Cállate, Mirella!"

Suminia se sonrojó y giró la cara, refunfuñando algo sobre hadas entrometidas.

"No me interesa lo que hace este idiota, solo quiero asegurarme de que no termine metiéndonos en algún lío como siempre. ¡Así que no vayan a hacer nada raro!"

Con esas palabras, la gemela malvada se fue corriendo tras los otros dos. Bien hecho, Mirella.

"¡Mirella...!".

Ella asintió, ya sabiendo sobre el plan secreto y me llevó a lo más profundo del bosque, donde ya casi parecía volverse una selva.

"Era por acá", dijo, mientras volaba entre las hojas.

Nos pusimos en marcha, y mientras caminábamos, Mirella seguía zumbando alrededor de mí, claramente disfrutando de la tensión entre las gemelas y yo. O por lo menos eso creía, tampoco es como si le fuera a preguntar qué opina de nuestra relación.

"¿Tan lejos te fuiste? Se nota que estabas re al pedo en esa época, ¡eh!""¿Re al pedo? ¿Qué es eso?"

"Ah... no, nada. Quise decir rápida, o sea, que sos lo bastante rápida como para llegar tan lejos".

"¡Es acá! Por allá se ve el agua mágica"

Me señaló el lugar, que estaba solo un poco hacia la izquierda, con su diminuto dedo mientras yo esquivaba las densas plantas del lugar.

Hice un suspiro de asombro. "Tenías razón, puedo ver que tiene de esas partículas mágicas. Este lugar es un arroyo".

Nos fuimos acercando hasta finalmente llegar al borde del arroyo.

El agua era cristalina y por encima y dentro flotaban de esas partículas amarillas, las que yo llamaba 'mágicas'. Estiré una mano para tocar el agua, y justo en ese momento, de alguna manera se sentía familiar el tacto, como si estuvieran ahí esperando desde hace mucho tiempo.

Cuando mis dedos se sumergieron más dentro del agua, algunas de las partículas comenzaron a subir por mi brazo poco a poco. Como si de una fila de hormigas se tratara, pero estas dejaban varios centímetros entre una y otra.

"¡Mirella, mirá lo que está pasando! ¡Parece que yo también puedo tener de estas cosas en mi cuerpo, como vos!"

Mis pensamientos se dispararon en todas direcciones al sentir la energía mágica recorrer mi brazo. No podía creerlo, ¡por fin había logrado lo que tanto había estado buscando! El agua del arroyo parecía ser una fuente de poder, y ahora una parte de ese poder fluía dentro de mí. Una sonrisa se apoderó de mi rostro mientras observaba las partículas doradas que se movían como si tuvieran vida propia. ¡Esto era el comienzo de algo enorme!"Me encanta esta agua mágica, ¿pero eso significa que ahora puedes usar magia?"Las palabras de Mirella hicieron que me volviera loco por dentro, apenas podía procesar lo que estaba ocurriendo. No era solo cuestión de poder, no... era una victoria personal. Contra este mundo, contra las limitaciones de mi vida anterior, contra la mismísima Sariah. Esa diosa me había traído aquí, dándome un propósito que nunca pedí, esperando que le rindiera cuentas. Pero esto... esto era algo que yo había conseguido por mis propios medios.Empecé a reírme solo, todavía mirando fijamente al agua, mi cabello tapando mi cara, que podría rozar lo siniestro.

"Yo... gané, Sariah. Gané. ¿No querías que descubriera la magia? Ahí lo tienes. Estás escuchando, ¿no?" Murmuré.

"Luciano, te pregunté si es que ahora puedes usar mi magia".

"¡Y-Yo creo que podría ser una posibilidad! No... Sí, voy a usar magia, ya lo vas a ver".

De un momento a otro, las partículas dejaron de subir. Se había cortado el flujo y las que ya estaban por mi brazo comenzaron a dispersarse por todo mi cuerpo, al igual que pasaba con el cuerpo de Mirella.

"¡Mirá! ¡Mirá! ¡Tengo partículas mágicas!"

De la felicidad comencé a dar pequeños saltos y cantar alrededor del arroyo. Creo que era una de las primeras veces que verdaderamente me sentía como un niño pequeño.

"¡Tengo partículas maaaagicas! ¡Maaaaaaagia! ¡Maaaaaaagia! Tututuru".

"¡Sí! ¡Sí! ¡Luciano es el mejor!" Gritaba ella sumándose a los festejos, sobrevolando el agua.

"¡Mira! ¡A mí también me quieren!"

Vi a que a Mirella también se le transferían estas partículas amarillas. Bueno, era algo obvio. Solo que parecía que no lo había descubierto hasta ahora.

"Bien, ahora estamos repletos de magia, ¿no? Pero y si... ¿nos bañamos acá?"

"¡Sí!"

Mirella se metió con ropa y todo adentro del arroyo.

"¡Hey, después vamos a tener que secar nuestra ropa!"

Me tiré al agua, aunque tampoco era como si lleváramos mucha ropa, cada uno tenía solo una prenda.

No pasó ni un minuto que ya estábamos jugando a tirarnos agua