—¡Ah! —Bai Feifei repentinamente despertó de una pesadilla, sin saber cuánto tiempo había estado inconsciente. La suave luz del sol brillaba sobre su cama en el hospital, y aún así su cuerpo temblaba incontrolablemente, helada hasta los huesos.
Mirando a su alrededor, Bai Feifei observó el familiar paisaje fuera de la ventana —¿Estoy... estoy ahora en la base fronteriza? ¿No se suponía que debía rescatar a Ling Feng? Ling Feng... es cierto, Ling Feng ahora está...
En ese momento, la puerta de la sala se abrió y un hombre de mediana edad entró.
—¡Papá! —Tan pronto como Bai Feifei vio al hombre de mediana edad, no pudo evitar querer levantarse, pero su cuerpo estaba débil. Se tambaleó y colapsó de nuevo en la cama—. Papá, ¿cómo está Ling Feng? ¿Ha sido rescatado?
Este hombre era el Comandante Bai Dongli de la región fronteriza. Observaba la expresión angustiada de Bai Feifei con esperanza y ansiedad en sus ojos, y suspiró suavemente en su corazón.
