Para sorpresa de todos, la Piedra Supresora del Mal del tamaño de un huevo se detuvo a unos diez centímetros del suelo, como si una fuerza misteriosa la sostuviera.
—¡Ah! —Aparte de Ao Yun y Ling Feng, ¡todos los demás estaban increíblemente sorprendidos!
—Maestro, ¿qué está pasando aquí? —preguntó Chu Ziling, con los ojos brillantes de interés.
Zhao Wuji habló con orgullo:
—Simplemente la lancé hacia el punto del campo magnético del área, que interactúa con mi Piedra Supresora del Mal justo como los dos polos de un campo magnético. ¡Así es como podemos suprimir este punto magnético! Una vez que suprima todos los puntos magnéticos aquí y use técnicas de Feng Shui para redirigir el flujo del Qi Malvado, ¡todo estará bien!
Zhao Wuji habló largo y tendido, lleno de confianza y orgullo. En su opinión, aunque el campo magnético y el Qi Malvado aquí eran algo misteriosos, también eran simples de resolver. Sin embargo, no notó la cara de Ao Yun, que tenía una sonrisa peculiar.