Ling Feng quedó atónito. ¿No debería la tonta chica levantarse e irse rápidamente? ¿Por qué se metió debajo de la manta? ¡Esto iba a ser realmente difícil de explicar si los descubrían!
Antes de que Ling Feng pudiera arrastrar a Miao Yuting fuera, la puerta de la habitación del hospital rechinó al abrirse y Bai Feifei entró.
Sin poder hacer otra cosa, Ling Feng se recostó contra el cabecero de la cama y sostuvo la manta con las piernas para al menos hacer parecer que no había nadie debajo.
—¡Aún no te has ido a la cama! —Bai Feifei entró y dijo suavemente—. Acabo de ver que la luz de tu habitación aún estaba encendida. ¡Pensé que te olvidaste de apagarla!
Ling Feng se lamentó por dentro, pero su rostro no reveló nada:
— Justo estaba a punto de dormir. ¿Necesitas algo? Tu rostro se ve un poco mal.
Bai Feifei se sorprendió:
— ¿Tú... te diste cuenta?
