—¡Tan poderoso! —los ojos de Ling Feng estaban cargados de seriedad. Wu Rilin podía ser considerado el enemigo más fuerte que jamás había enfrentado.
Su velocidad no solo era rápida, sino que su fuerza también era desmesurada, ¡e incluso sus defensas corporales no tenían debilidades! Era como un Dios de la Guerra.
—Sin embargo, no creo que en este mundo realmente exista un Dios de la Guerra sin defectos —Ling Feng tomó una respiración profunda, y su cuerpo comenzó a expandirse gradualmente.
En menos de veinte respiraciones, el cuerpo de Ling Feng había crecido más de dos metros de altura, y su ropa se había roto completamente, revelando su cuerpo bien formado y musculoso. Sus manos también se volvieron extremadamente gruesas, con garras afiladas saliendo de sus dedos, como si se hubiera transformado en una bestia salvaje.
