—¿Te parezco excesivamente bondadoso en tu opinión? —dijo Ling Feng con deleite mientras observaba a la algo angustiada Santa Di Anfu—. Ya no tienes por qué sentirte avergonzada. Le sugeriré al Rey Dragón que os expulse del país de inmediato y, de paso, hablaré con mi querida hermana sobre tu situación. ¡Tengo mucha curiosidad por ver qué problemas tendrás entonces!
—Tú... —Santa Di Anfu se mordió el labio, mirando a Ling Feng con veneno.
Si el acto anterior de Ling Feng de devolverle su cinta le había ganado un ápice de favor, ¡ahora le parecía aún más detestable que los demonios de la Iglesia Oscura en sus ojos!
—Está bien, ¡te lo diré! —Santa Di Anfu evaluó sus opciones y decidió comprometerse con Ling Feng.
Ling Feng sonrió.
—Adelante. Dicen: 'Un sabio se somete a las circunstancias.' Su Santidad la Santa, realmente eres una erudita brillante de la Universidad Yan, comprendiendo profundamente los proverbios de nuestro país.
