Chereads / Konosuba: El titan y la Reina Kevivan's Cut / Chapter 51 - Kisaragi invade Axel

Chapter 51 - Kisaragi invade Axel

De regreso en la base-masmorra, Rokugo reflexiona seriamente sobre el siguiente paso. Si quieren tomar Axel, primero deben encontrar el modo de vencer a su "campeón", Eren Jaeger.

Rokugo: "Eren tiene un cuerpo gigante de 15 metros que puede regenerarse, puede cubrirse de armadura, y puede crear estructuras de endurecimiento de la nada… Si queremos conquistar esta ciudad, necesitamos una estrategia específica para neutralizarlo."

Hombre Tigre: "Algunos de nuestros agentes fueron a recolectar información, pero la seguridad está al máximo. Nadie entra ni sale de la ciudad sin ser revisado."

Mientras tanto, en Axel, Eren, Darkness, y Aqua se encuentran en una reunión de estrategia.

Aqua: "Los de Kisaragi pueden 'invocar' proyectiles como cañones portátiles, vehículos, y hasta copias del Destructor, esa araña gigante que enfrentamos hace veinte años. Lo malo es que tienen que acumular puntos de 'maldad' para hacerlo, porque si se quedan sin puntos, no pueden invocar nada."

Darkness: (cruzándose de brazos) "¿Puntos de maldad? Eso suena como una habilidad peligrosa y arbitraria."

Eren: "Eso explicaría por qué los soldados de Kisaragi no han hecho ataques mayores todavía. Están ahorrando esos puntos."

Aqua: "Además

mutantes entre sus filas; híbridos creados artificialmente para tener habilidades especiales. Pero lo que realmente me asusta es esa mujer, Grimm. ¡Nunca he visto una sacerdotisa de Zenarith tan... resistente! Y no tengo idea de sus límites."

Mientras los tres discuten el plan, el hijo de Darkness, Walter Alexei Barnes Jr., entra tarde a la reunión.

Darkness: "¡Hijo! El maestro de la espada, héroe de grandes familias, y ¡llegas tarde a una reunión de defensa!"

Walter Jr.: (con calma) "Mis disculpas, madre. Estaba revisando los puntos estratégicos de defensa en la entrada oeste."

Eren y Walter Jr. comparten una mirada de complicidad, mostrando una relación de respeto como de maestro y alumno.

En la base-masmorra, Rokugo llega a una conclusión.

Rokugo: "La mejor manera de tomar la capital sería invocando una réplica de la fortaleza Destructor. Pero… no tengo suficientes puntos de maldad para eso."

Grimm: (mirándolo con ojos juguetones) "Si necesitas puntos malos… puedo ayudarte a ganar algunos."

Rokugo: (poniéndose serio) "Grimm, no es el momento para coquetear. Necesitamos un plan real."

Alice: "Sugiero obtener los puntos mediante actos de maldad estratégicos. Podría generar un aumento calculado en tus reservas sin comprometer nuestras posiciones."

Rokugo: "Tú sí piensas en el trabajo, Alice. Ok, vamos a crear algo que haga que los ciudadanos se mantengan ocupados mientras obtenemos esos puntos."

Rokugo tiene un destello de inspiración. Si desea ganar puntos malos rápidamente, necesita causar caos directo y abierto en Axel.

Rokugo: "La mejor forma de recolectar puntos será entrar directamente en conflicto. Que se acumulen puntos mientras arrasamos con los obstáculos."

Los agentes de Kisaragi se preparan para la misión. Rokugo monta su moto, y Grimm insiste en ser la copiloto, argumentando que así puede "aferrarse" a él en medio de la acción.

Grimm: "Déjame ir contigo de copilota, Rokugo. Así puedo… apoyarte."

Rokugo (aceptando con una sonrisa): "Está bien. Además, con tu suerte, es más probable que tú seas la primera en recibir cualquier ataque."

El equipo avanza hacia Axel. Al llegar, los agentes sacan sus armas y, en un primer ataque coordinado, destruyen la artillería de cañones de la muralla de la ciudad. Los rodean estratégicamente y colocan minas en las salidas para bloquear cualquier intento de refuerzo o escape.

En una maniobra especialmente peligrosa, Rokugo se prepara para saltar hasta la cima de la muralla.

Rokugo: "Grimm, por una vez… ¡no mueras!"

Grimm (confundida): "¿Eh? ¿Qué estás…?"

Antes de que pueda procesarlo, Rokugo impulsa la moto sobre una roca en forma de rampa y, en una acrobacia arriesgada, logran aterrizar en la cima de la muralla.

Desde allí, los aventureros y defensores de Axel se movilizan. Magos, paladines, ladrones y aventureros emplean sus habilidades para intentar frenar a los soldados de Kisaragi. Sin embargo, Rokugo posiciona un generador de microondas de alta potencia, activando una emisión que cubre toda la ciudad, bloqueando el uso de magia en Axel.

Grimm (mirando sus manos, desconcertada): "No… No siento la magia de Zenarith. ¿Qué demonios le has hecho a la ciudad?"

Rokugo: "Estamos quitándoles su as bajo la manga. Sin magia, la resistencia de estos tipos debería reducirse bastante."

Aun así, los espadachines y guerreros físicos ofrecen una dura resistencia, admitiendo que sin la magia se les complica el combate, pero luchando con ferocidad.

Desde el otro lado de la ciudad, Eren observa cómo los agentes de Kisaragi están destruyendo todo a su paso y atacando a civiles. Con un destello de ira, muerde su mano, transformándose en su forma de Titán Mandíbula y lanzándose hacia la muralla a gran velocidad, decidido a destruir el generador de microondas.

Rokugo (viendo la imponente figura de Eren avanzando): "¿Cómo rayos sigue transformándose en Titán?"

Grimm: "Quizá su magia no sea prestada… puede ser algo propio de él."

Con Eren en modo de ataque y los ciudadanos defendiéndose a pesar de las desventajas, Rokugo y sus agentes deben improvisar un plan para manejar la creciente amenaza del titán y su sorprendente habilidad para resistir sus tecnologías.

Eren, en su forma de Titán Mandíbula, lanza un salto feroz y logra destruir el generador de microondas de Rokugo con un solo golpe, restableciendo el uso de magia en Axel. La energía mágica comienza a fluir de nuevo por toda la ciudad, lo que revitaliza a los defensores de Axel. Sin embargo, Rokugo reacciona rápidamente y activa el modo SIN LIMITES de su traje, lo que le otorga una fuerza descomunal.

Rokugo: "Muy bien, grandulón. ¡Veamos si puedes con esto!"

Sorprendiendo incluso a Eren, Rokugo usa su fuerza aumentada para levantar al Titán Mandíbula y estamparlo contra la muralla, provocando una grieta que se extiende por varios metros.

Rokugo (pensando): "Este modo solo dura un minuto antes de que me deje inmovilizado… Tengo que acabar con este tipo antes de que se termine."

Aprovechando la ventaja momentánea, Alice, que observa desde un punto seguro, canjea rápidamente puntos para invocar un lanzagranadas, apuntando directamente a la boca del Titán Mandíbula. Con precisión, dispara, y el proyectil impacta en la mandíbula de Eren, provocándole graves daños. Sin embargo, a pesar de la explosión, Eren se levanta, todavía combativo, y se lanza con sus garras hacia Rokugo.

Rokugo: "¡No te vas a rendir, eh!"

Rápidamente, Rokugo canjea sus puntos malos para invocar una motosierra circular de alta potencia. Con el tiempo corriendo en su modo SIN LIMITES, usa la motosierra para destrozar la mano del Titán Mandíbula, y en una ráfaga de ataques, desgarra gran parte del cuerpo titánico de Eren. Finalmente, Eren es forzado a salir parcialmente de su titán, jadeante y debilitado.

Rokugo (mirando a Eren, agotado por el esfuerzo): "No puedo moverme… ¡Eh! ¿Alguien me echa una mano aquí?"

El Hombre Tigre se lanza en ayuda de Rokugo, pero Eren, lleno de determinación, se muerde de nuevo la mano para transformarse en otro Titán Mandíbula. No obstante, los agentes de Kisaragi no pierden la oportunidad y activan las armas que desarrollaron para combatir titanes en otros mundos conquistados, dirigiendo una lluvia de proyectiles de alta energía y lanzando explosivos especializados.

Eren apenas puede esquivar los ataques, y las múltiples explosiones lo golpean hasta que su cuerpo de titán queda irreconocible, agotando su resistencia. En sus últimos momentos, Eren, ya casi sin fuerzas, piensa en Mikasa, deseando que estuviera a su lado, como lo hacía en los viejos tiempos.

Mientras su visión se desvanece, alcanza a ver a Aqua, Darkness y Walter Jr. corriendo hacia él, intentando llegar para salvarlo.

Walter Jr. llega corriendo al campo de batalla justo a tiempo para ver a Eren caer debilitado, y con furia contenida, desenvaina su espada para enfrentar al Hombre Tigre, quien ya está listo para el combate.

Walter Jr.: "¡Tú! No permitiré que sigas lastimando a mis amigos y destrozando nuestra ciudad."

Hombre Tigre (riéndose): "¿Un mocoso me amenaza? Veamos si tienes lo que se necesita para enfrentarte a una bestia."

Ambos intercambian golpes en una feroz batalla de espadas. Walter Jr. muestra gran habilidad y velocidad, pero el Hombre Tigre posee una fuerza bruta y resistencia que dificultan cualquier avance. Mientras tanto, Darkness se une a la pelea, enfrentándose a varios agentes de Kisaragi al mismo tiempo. Los agentes disparan ráfagas de balas y lanzan explosivos hacia ella, pero, para su asombro, los ataques no parecen tener el menor efecto.

Agente de Kisaragi (desconcertado): "¿Qué demonios…? ¿Por qué no le afecta nada?"

Rokugo observa desde una distancia segura y hace una broma al respecto.

Rokugo: "Esa gobernadora es más dura que el cemento. Si intentara golpearla, seguro que acabaría rompiéndome la mano, y no en el buen sentido."

Alice, algo molesta, lanza otra granada hacia Darkness, pero esta apenas le rasguña la armadura, dejándola completamente ilesa. Darkness suelta una risa satisfecha mientras continúa cargando contra los agentes.

Darkness: "¡Oh, es inútil! ¡Mis enemigos no tienen nada que pueda hacerme daño!"

Por otro lado, Aqua ha logrado llegar junto a Eren y comienza a canalizar su poder curativo sobre él.

Aqua: "Ay, Eren, si fueras un veinteañero de nuevo, estos payasos de Kisaragi no habrían durado ni un minuto."

Mientras tanto, en lo alto de la muralla, Grimm finalmente despierta después de recibir un golpe en la cara de un escombro. Al observar la situación, se da cuenta de que Darkness está resistiendo todos los ataques de los agentes y decide lanzarle una maldición de parálisis.

Grimm (murmurando): "¡Bien! Esto debería detener a esa molestia por un momento… ¡Maldición de parálisis!"

Al instante, Darkness se queda inmóvil, atrapada por la maldición. Sin embargo, Aqua reacciona rápidamente, apuntando hacia Darkness y gritando un hechizo de liberación.

Aqua: "¡LIBERAR!"

La parálisis de Darkness desaparece, y ella vuelve a moverse, mirándose las manos, confundida por un instante. Aqua y Grimm intercambian miradas desde la distancia, llenas de resentimiento y rivalidad.

Aqua (frunciendo el ceño): "¡Grimm! ¡Esa bruja estorbosa otra vez!

El combate se va deteniendo poco a poco al oír el grito de Rokugo ordenando un alto al fuego. Los agentes de Kisaragi retroceden lentamente, desconfiados pero obedientes. Mientras tanto, los refuerzos de Axel se despliegan, formando una línea defensiva imponente.

De entre los refuerzos, Historia e Ymir se acercan a Eren, quien sigue algo débil tras el combate.

Historia (mirándolo con preocupación): "Eren, ¿estás bien? Pareces bastante golpeado."

Ymir (burlona, pero con un toque de afecto): "¿Qué pasa, Jaeger? ¿Te estás ablandando? Hace años que no te veía así."

Eren suspira, dando una sonrisa cansada pero reconfortado por ver a sus viejas amigas.

Mientras tanto, Rokugo, observando la escena, analiza a Historia y Ymir desde una distancia segura. Nota la belleza madura de Historia y piensa para sí mismo.

Rokugo (para sí): "Esa mujer debe haber sido increíble en su juventud… Aún ahora es impresionante. Y esa otra chica… hay algo en su mirada que parece peligroso."

Justo en ese momento, un nuevo carruaje llega, del cual desciende la Princesa Iris. Su porte elegante y presencia imponente llaman la atención de Rokugo y de sus agentes. Rokugo calcula su edad, notando que, a pesar de sus años, aún conserva una belleza digna de una noble. Si no fuera por su misión, podría pensar que es pariente de Darkness, y si Alice fuera humana, hasta podría imaginarla como su abuela.

Desde su escondite, Alice observa a la princesa y decide presentarse.

La princesa, alzando la voz, exige una presentación formal de quienes han osado invadir su tierra.

Princesa Iris: "Ustedes, que han traído el caos a esta ciudad y han atacado a nuestros ciudadanos… ¡Preséntense! Exijo saber quiénes son y qué buscan aquí."

Rokugo cruza los brazos, intercambiando una mirada rápida con Alice, quien da un paso al frente para hacer la presentación formal.

Alice (con un tono firme y profesional): "Somos los invasores enviados por la Corporación Kisaragi. Estamos aquí para anexar este planeta a nuestro sistema de dominio galáctico. Esta invasión es un paso hacia la expansión y conquista en nombre de Kisaragi."

Rokugo le sonríe levemente a la princesa, disfrutando del impacto de la declaración.

Princesa Iris (con mirada desafiante): "¡Váyanse de mis tierras! No permitiré que un grupo de invasores pisotee nuestro hogar." 😾

Alice (esbozando una sonrisa burlona): "¿Tus tierras? Ya no, princesita. Kisaragi tomará posesión de este territorio, y no te preocupes, tal vez te encontremos un lugar en el nuevo orden. sí que te sugiero que te prepares para la anexión."

Eren, todavía recuperándose gracias a Aqua, observa el avanzado traje de batalla de Rokugo y no puede evitar cuestionarse cómo alguien podría poseer una tecnología tan letal y avanzada en ese mundo.

Eren (mirando a Rokugo con seriedad y algo de curiosidad): "... ¿Cómo es posible que tu tecnología sea tan letal? Nunca he visto algo parecido a esos trajes de batalla."

Rokugo (alzando una ceja y con una sonrisa maliciosa): "Silencio, viejo raboverde. Ya cállate antes de que me quede con todas tus pertenencias y deje a tu querida princesita temblando."

Mientras tanto, Aqua y Grimm intercambian una mirada de asombro y horror.

Aqua y Grimm, cada una en su posición, comparten una mirada de exasperación total y sueltan un suspiro, al mismo tiempo que sus expresiones reflejan disgusto. ☠️

Rokugo (sonriendo con malicia y alzando la voz para que todos lo oigan): "¡Que esta pequeña muestra les haga entender el verdadero poder de Kisaragi!"

Con un movimiento ágil, utiliza su minitransportador para canjear un nuevo recurso: un enjambre de langostas titán, enormes crustáceos creados como armas biológicas. Estas criaturas monstruosas, criadas por la Corporación Kisaragi, se despliegan en un instante, ocupando el campo de batalla y avanzando rápidamente hacia las defensas de Axel.

Rokugo (mirando a sus agentes): "¡Retirada, equipo! Dejemos que nuestros amiguitos crustáceos se encarguen de distraerlos."

Justo antes de retirarse, Grimm hace una señal desde la muralla, pidiendo que alguien le ayude a bajar. Pero Aqua, que ha estado observándola con suspicacia, aprovecha la distracción para actuar.

Aqua (alzando su cetro y recitando en voz alta): "¡EXORCISMO SAGRADO!"

Una intensa luz sagrada envuelve a Grimm, quien apenas alcanza a dar un grito antes de que el exorcismo haga efecto. En un instante, su cuerpo se desploma sin vida desde lo alto de la muralla y cae pesadamente al suelo. Los agentes de Kisaragi miran horrorizados cómo su compañera ha sido eliminada con facilidad.

Hombre Tigre (con la voz entrecortada): "... Grimm…"

Recoge cuidadosamente el cadáver de Grimm y lo coloca sobre su hombro. Rokugo, aunque algo consternado, observa en silencio antes de dar la orden de retirada. Los agentes se retiran mientras el Hombre Tigre lleva a Grimm con solemnidad.

Después de la feroz batalla contra las langostas titán, los aventureros y refuerzos de Axel finalmente logran exterminar a las criaturas. Eren, exhausto pero todavía decidido, observa los restos de los gigantescos crustáceos con una mezcla de sorpresa y preocupación.

Eren (hablando en voz baja para sí mismo): "Esas langostas... como si alguien hubiera encontrado una forma de hacer que el suero titán funcionara en animales. Esto va más allá de cualquier otra amenaza."

De regreso en la base de Kisaragi, Rokugo revisa la situación con un inesperado gesto de frustración.

Rokugo (viendo la pantalla con el informe de diagnóstico de Grimm): "¿Así que... está muerta de verdad?" No esperaba que la sacerdotisa esa fuera tan poderosa... Más que Grimm, incluso. Maldita sea..."

Se masajea la sien, tratando de idear una solución, pero sus opciones se ven limitadas. Sin un templo de Zenarith cercano, la resurrección de Grimm parece imposible. De pronto, recuerda algo que ella le mencionó antes: un comentario sobre la posibilidad de que pudiera revivir en un templo de Regina, la hermana de Zenarith.

Rokugo (reflexionando): "Así que... si encontrara un templo de Regina, podría traerla de vuelta. Pero, ¿dónde se supone que voy a encontrar un templo de una deidad que nadie venera desde hace más de veinte años?"

La Búsqueda del Templo de Regina

Los días pasaron mientras Rokugo organizaba a varios de los agentes de Kisaragi para buscar un templo de Regina, la hermana olvidada de Zenarith. Sabía que si quería revivir a Grimm, esa era su única opción. Pero encontrarlo no sería tarea fácil. Después de varios días de búsqueda en el bosque cercano, la mayoría de los agentes de Kisaragi regresaron sin éxito. El cuerpo de Grimm, ya en estado de descomposición, apestaba, pero Rokugo mantenía la esperanza.

Rokugo (hablando con frialdad a los agentes): "Si no encontramos ese templo en los próximos tres días, voy a hacer que todos ustedes sean responsables de esta pérdida. ¡Muévanse!"

Finalmente, un grupo de agentes regresó con noticias. Habían encontrado un templo en medio del bosque, oculto entre árboles frondosos, cubierto por plantas con formas extrañas que parecía que también poseían algo de autonomía.

Agente 1 (jadeando, sudoroso): "Lo encontramos... está allá, pero tuvimos que enfrentarnos a algunas plantas... no eran normales."

Rokugo (sin perder la calma): "¡Llévenme allá inmediatamente!"

Tras horas de combate con las plantas agresivas que protegían el templo, Rokugo y sus agentes llegaron finalmente a la entrada. El lugar estaba desolado, con paredes cubiertas de musgo y polvo. Rokugo dejó el cuerpo de Grimm en el altar del templo, con la esperanza de que sus esfuerzos fueran suficientes para revivirla.

Rokugo (mirando el altar, pensativo): "Lo he hecho... pero... ¿y la ofrenda?"

Rokugo se quedó mirando el cuerpo de Grimm con ansiedad. Sabía que sin una ofrenda adecuada, no podía invocar el poder de Regina para revivirla. Alice, que lo había acompañado en la misión, se acercó con una sonrisa calculadora.

Alice (con tono sarcástico): "¿No tienes algo que le hayas dado a Grimm? Un detalle... tal vez algo que puedas usar."

Rokugo (pensando por un momento): "¿Un regalo...? ¡Espera! ¡Seguro que Grimm tiene algo de lo que le di escondido en su casa!"

Sin perder tiempo, Rokugo utilizó su minitransportador para canjear algunos objetos personales que había dado a Grimm en el pasado, sabiendo que seguramente ella los había guardado. Un pequeño collar, un amuleto con la marca de Kisaragi, y otros objetos de valor personal. Con esto, pensó, podría hacer una ofrenda para Regina.

Rokugo (con determinación): "Esto debería ser suficiente."

Puso los objetos en el altar, y, con la respiración contenida, activó el proceso para revivir a Grimm.

El aire se llenó de una extraña energía. La luz en el templo empezó a brillar con fuerza, y el cuerpo de Grimm se iluminó por un momento. La magia de Regina finalmente surtió efecto. Grimm volvió a la vida, respirando con rapidez como si despertara de un largo sueño.

Grimm (confusa, mirando a su alrededor): "¿Dónde... estoy? Esto no es el templo de Zenarith..."

Rokugo (con una mezcla de alivio y satisfacción): "Lo hicimos... estás viva, Grimm."

Grimm (desorientada, pero sonriendo): "¿Dónde está el templo de Zenarith? ¿Por qué... este es el templo de Regina?"

Rokugo (un tanto nervioso): "El templo de Zenarith... no está cerca, así que tuvimos que buscar una alternativa. Y bien, parece que... funcionó."

Grimm (mirando a Rokugo, suspirando): "Vaya... esto es algo nuevo para mí. Nunca imaginé que reviviría en un lugar tan... diferente."

A medida que regresaban a la base, Alice le dio un consejo a Rokugo con una sonrisa traviesa.

Alice (en tono casual): "¿Sabías que podías haber hecho el papeleo para teletransportar a algún agente a la sede de Kisaragi en Grace? Desde ahí, habría sido mucho más fácil transportarla a un templo de Zenarith, y revivirla en el templo que siempre usamos. ¡Lo habrías logrado en un par de horas!"

Rokugo (frustrado, apretando los dientes): "¡Maldita sea! ¿Por qué no pensé en eso antes? ¡Perdimos cinco días buscando un templo de Regina! ¡Esto podría haberse resuelto mucho más rápido!"

Grimm (abrazando a Rokugo mientras lo mira con una sonrisa suave): "No te preocupes tanto, Rokugo. Lo hiciste todo por mí... ¿y sabes qué? Creo que esto es un gesto de amor. Todo el tiempo que pasaste buscando un templo y gastando tus puntos para traerme algo personal para revivirme... Es más de lo que podría pedir."

Rokugo (mirando a Grimm con una mezcla de frustración y cariño): "Bueno, no me hagas pensar demasiado en eso. ¡Lo importante es que estás de vuelta!"

La Despedida de Aqua

El mes que Aqua debía pasar en este mundo estaba por llegar a su fin. Ella había sido enviada desde el más allá para asistir a Historia y Eren, pero su tiempo en el planeta estaba limitado. Se encontraba en la ciudad de Axel, junto a Eren, a quien había acompañado y asistido a lo largo de los últimos días. La batalla con Kisaragi seguía escalando, y la situación era tensa. Sin embargo, el tiempo de Aqua había llegado a su fin.

Aqua (mirando a Eren con un tono melancólico): "Eren... tengo que irme. Mi tiempo aquí ya está por terminarse."

Eren (mirando preocupado a Aqua): "¿Qué? ¿Ya no puedes quedarte más tiempo?"

Aqua (asintiendo con tristeza): "No, no puedo. Mi misión en este mundo se ha cumplido. Debo regresar al más allá."

Eren (pensativo, un poco inseguro): "¿Y qué pasa con nosotros? ¿Sobreviviremos a todo esto?"

Aqua (poniendo una mano sobre su hombro, mostrando una leve sonrisa): "No soy una diosa de la guerra, ni mucho menos... No puedo interferir directamente en este mundo de fantasía, eso es territorio de Eris. Pero... dentro de lo que cabe, les ayudaré. De alguna forma... No se rindan."

Eren miró a Aqua, preocupado, sabiendo que la ayuda de la diosa era limitada. Pero sentía un cierto consuelo al ver la sinceridad en sus ojos.

Aqua (con tono más enérgico): "Además, puedo devolver la sequía a ese mundo que Kisaragi gobierna, si eso les ayuda. Usen su imaginación, muchachos... ¡podrán salir de esta!"

La verdad era que Aqua no podía hacer mucho más en este mundo. Sus poderes como diosa eran limitados por las reglas del más allá, y su capacidad para interferir en el mundo de Eris estaba restringida. Aun así, parecía que encontraría una forma de ayudar a Eren y a los demás, aunque fuera de una manera indirecta.

Eren (tomando una respiración profunda, resignado pero agradecido): "Gracias, Aqua. Te lo agradezco mucho."

Aqua (sonriendo ampliamente, con su usual arrogancia): "¡De nada! Recuerda que una diosa como yo no ayuda a cualquiera, ¡así que ten cuidado en cómo agradeces esto!"

Finalmente, el día llegó. Aqua cruzó la puerta interdimensional hacia el más allá, dejando atrás a Eren y al resto de los aventureros. La puerta se cerró detrás de ella, y el silencio reinó en el aire.

En la Base-Mazmorras de Kisaragi

En el lado de Kisaragi, la situación era diferente. Rokugo y Grimm estaban descansando después de los eventos ocurridos, ya más tranquilos desde la revivificación de Grimm. Los dos se encontraban en la misma cama, sin ropa, después de una noche complicada y llena de emociones. Rokugo no podía evitar observar a Grimm, quien dormía tranquilamente a su lado.

Rokugo (pensando mientras la mira): "Es tan tierna cuando duerme... Hace esos pequeños ruidos graciosos... casi como un animalito."

Sin embargo, Rokugo no podía dormir. Su mente seguía dando vueltas, atormentada por los eventos recientes y la constante amenaza que Kisaragi representaba para todo el planeta. Grimm, por su parte, parecía estar profundamente dormida, ajena a los pensamientos de Rokugo.

De repente, la puerta de la habitación se abrió bruscamente, y un agente de Kisaragi irrumpió en el cuarto.

Agente de Kisaragi (alarmado): "¡Comandante

¡Están atacando la base! El ejército de Belzerg ha descubierto nuestra ubicación. ¡Necesitamos tu presencia de inmediato!"

Rokugo (levantándose rápidamente, sin perder la calma): "¿Belzerg? ¡Maldita sea! No tengo tiempo para esto..."

Grimm (despertando confusa, mirando alrededor): "¿Qué sucede, Rokugo? ¿Por qué nos atacan? ¿Qué está pasando?"

Al darse cuenta de que no se había vestido aún y estaba desnuda junto a Rokugo, Grimm se cubrió rápidamente con la manta, sonrojándose visiblemente.

Grimm (avergonzada, mirándole rápidamente): "¡Rokugo!

Rokugo (sonriendo levemente, sin mostrar demasiada emoción): "No tenemos tiempo para eso.

¡Nos están atacando! Es hora de defender la base."

Agente de Kisaragi (de nuevo interrumpiendo): "Rokugo-sama, ¿qué hacemos? Las defensas de la base no están completamente listas, pero sabemos que es una invasión masiva."

Rokugo (poniéndose de pie y vistiéndose rápidamente): "La mazmorras de esta base fueron rediseñadas para ser una fortaleza impenetrable. Asegúrate de activar las defensas. El ejército de Belzerg no tiene idea de lo que les espera."

Grimm (con una mirada decidida mientras se levantaba de la cama): "¿Lo dices en serio? ¿Una fortaleza? ¡Entonces vamos a ponerlos a prueba!"

Rokugo (poniéndose su armamento y preparándose para la batalla): "Eso es lo que pienso. Si Belzerg quiere pelea, tendrán una guerra que nunca olvidarán."

El Desafío de la Mazmora

La invasión de Belzerg había desbordado a las fuerzas de Kisaragi, y la base se encontraba en plena alarma. Mientras Rokugo y Grimm se preparaban para enfrentar a los enemigos, en la ciudad de Axel, el ambiente no era menos tenso. Historia Reiss, ahora Comandante en Jefe , recibía reportes de su equipo de exploradores enviados a la mazmora de Kisaragi, la fortaleza rediseñada por la corporación.

Uno de los soldados de Axel irrumpió en su oficina, sudando y visiblemente agotado.

Soldado (con voz agitada): "Comandante Reiss,

la situación es aún peor de lo que imaginamos. Las trampas son mucho más sofisticadas, y las bestias... son robots asesinos de Kisaragi. No estaban registradas en el último mapeo. Es... es imposible atravesarla con los recursos actuales."

Historia (pensando mientras escucha el informe, frunciendo el ceño): "¿Robots asesinos, eh? Y las trampas... Ya lo imagino. Eso no estaba en los planos originales."

El soldado, notando la expresión pensativa de Historia, se quedó en silencio mientras ella se sumía en sus recuerdos.

Historia (susurrando para sí misma, nostálgica): "Hace años, Aqua y yo nos aventuramos en esa mazmora. No teníamos ni idea de lo que nos esperaba, y aún así... ¿Recuerdas, Aqua? Cómo conocimos a Kele, el Liche, en lo más profundo... Y cómo Vanir se encargó de eliminar todas esas monstruosidades."

Esa nostalgia se convirtió en un amargo recordatorio de los días pasados, cuando Historia y su equipo se aventuraban por mazmorras, persiguiendo riquezas y desafíos. Ya no era esa joven ladrona llena de ambición. El tiempo había pasado, y su rol ahora era proteger y liderar a su gente.

Sin embargo, esos recuerdos también despertaron una chispa de esperanza en ella.

Historia (decidida, mirando hacia su mesa): "Si alguien puede atravesar esta mazmora... es ella."

Con determinación, Historia salió de su oficina, dando instrucciones a sus tropas mientras se dirigía a un lugar conocido, una tienda muy especial en Axel.

La tienda de Wiz, la liché, había sido un lugar familiar para Historia en su juventud. Había algo reconfortante en la atmósfera del lugar, como si el tiempo se hubiera detenido allí. Wiz, la liché dueña del local, había permanecido joven durante décadas, un enigma para los habitantes de Axel. A pesar de su apariencia de una mujer adulta, siempre parecía tener una presencia serena y amable.

Historia entró a la tienda, y un leve tintineo de campanillas la recibió. Wiz levantó la mirada de su escritorio, sonriendo cálidamente al ver a su vieja amiga.

Wiz (sonriendo): "¡Historia! ¡Cuánto tiempo sin verte! Parece que sigues tan joven como siempre."

Historia (sonriendo débilmente, pero con un toque de nostalgia): "Y tú, Wiz, sigues igual de joven que cuando te conocí hace tantos años. Me alegra verte bien."

Ambas se miraron un momento, y la atmósfera en la tienda se llenó de una calidez familiar. Sin embargo, Historia no podía permitirse demasiada distracción.

Historia (después de un momento de silencio, hablando con seriedad): "Necesito tu ayuda, Wiz. Estamos en medio de una guerra contra Kisaragi, y hemos descubierto que la mazmora que han rediseñado como fortaleza es prácticamente impenetrable. Las trampas y las criaturas dentro de ella son mucho más letales de lo que cualquiera de nosotros podría manejar sin experiencia."

Wiz (mirándola con algo de sorpresa): "¿Una mazmora con criaturas y trampas? ¿No crees que eso está un poco fuera de mi alcance, Historia? No soy una experta en este tipo de cosas, ya no me considero una aventurera."

Historia (haciendo una pausa antes de responder, con una mirada decidida): "Lo sé, Wiz, pero hay algo que me dice que puedes ayudarnos. Has estado en mazmorras mucho peores que esta, y sabes cómo sobrevivir a esos peligros. Necesito tu experiencia."

Wiz (titubeando, pero con una mirada comprensiva): "Bueno... nunca he negado mis conocimientos sobre mazmorras... pero no sé si sería de mucha utilidad. La gente parece haber olvidado lo que viví en mis días de exploradora."

Historia (sonriendo, poniendo una mano sobre el hombro de Wiz): "Lo que necesitas no es convencerme a mí, sino a ti misma. Kisaragi ha creado algo mucho más peligroso de lo que cualquiera de nosotros puede manejar sin tu ayuda. Están usando tecnología avanzada, y la única forma de ganarle es con experiencia, como la que tú tienes. Además, sé que... aún sigues siendo capaz de enfrentar lo que venga."

Wiz (respirando hondo, después de unos segundos de reflexión): "Está bien, Historia. Acepto. Pero no será fácil. Y no te prometo que no me arrepienta."

Historia (sonriendo con gratitud): "Eso es todo lo que necesitaba escuchar." 

El Reto de la Mazmora

Historia y Wiz llegaron finalmente a la puerta de la mazmora de Kisaragi, que se erguía ante ellas, oscura y temible. La estructura, antes solo un lugar misterioso, ahora se había convertido en un desafío de ingeniería mortal. Historia observó la puerta con seriedad, mientras Wiz emitía un leve suspiro, preparándose para lo que estaba por venir.

Al llegar a la entrada, una figura conocida apareció. Era Eren, quien había estado esperando allí, aparentemente inmerso en sus pensamientos. Al notar la presencia de Historia y Wiz, levantó la mirada y las saludó.

Eren (sonriendo): "Vaya, si no es Historia. No pensé que fuera a verte por aquí. ¿Qué tal, Wiz? ¿Cómo estás?"

Wiz (sonriendo tímidamente): "¡Oh! ¡Eren! Estoy bien, gracias. Un poco preocupada, pero bien. Saludos a Aqua de mi parte, por favor."

Eren (suspirando con una leve sonrisa melancólica): "Aqua se fue al más allá hace unas horas... Así que no podré darle tu saludo."

Wiz (surprendida, con una expresión de sorpresa): "¿Ah, ya se fue? Bueno... me imagino que estaba en sus planes...."

Wiz(tratando de cambiar de tema, notando el tono de Eren): "Eren, ¿y los niños? ¿Cómo están? Hace tanto que no los veo."

Eren (con una mirada algo distante): "Todos se fueron de la casa hace unos años... Han crecido y tomado sus propios caminos."

Wiz (sin querer incomodar más a Eren, decide enfocarse en la misión): "Bueno, Historia, creo que lo mejor es que entremos en la mazmora. No podemos perder más tiempo."

Historia (asintiendo): "Sí, tienes razón."

Historia y Wiz comenzaron su ingreso a la mazmora. Mientras se adentraban, la tensión aumentaba. El diseño de la mazmora era aún más complejo de lo que Historia recordaba. Trampas ocultas, pasillos oscuros, y tecnologías desconocidas, pero Wiz utilizaba su magia de congelación para desactivar algunas de las trampas mágicas, mientras que Historia, con su habilidad de Ladrón, detectaba trampas electrónicas, ayudando a esquivarlas o desactivarlas.

Juntas, ambas mujeres avanzaban, destruyendo mecanismos y superando varios pisos de la mazmora.

Mientras tanto, en el centro de operaciones de Kisaragi, Rokugo estaba observando las cámaras de seguridad. La intrusión de los soldados de Axel había sido detectada, y Rokugo no iba a permitir que llegaran muy lejos. Con rapidez, activó un sistema de microondas que irradiaría todos los pisos de la mazmora, desactivando toda la magia que Historia y Wiz usaban.

Rokugo (diciendo para sí mismo, con una mirada fría): "Esto debería detenerlos por completo."

De repente, Wiz sintió un estremecimiento en el aire. La energía mágica que normalmente fluía a través de ella se desvaneció por completo. Historia, por su parte, se sintió igualmente desconectada de sus habilidades.

Wiz (desconcertada, mirando a Historia): "¿Qué... qué está pasando? Siento como si mi magia... se hubiera ido."

Historia (inquieta, probando sus habilidades): "No puedo activar ninguna de mis habilidades. Esto no es bueno. La mazmora debe estar usando algún tipo de tecnología para bloquear nuestra magia."

Wiz (pensando rápidamente): "¿La tecnología de Kisaragi? ¿Eso puede afectar nuestra magia?"

Historia (mirando alrededor, con una expresión de preocupación): "Parece que sí. Pero las trampas electrónicas de esta mazmora... no tienen nada que ver con magia. Son puro circuito. Nuestra única esperanza está en desactivar estos mecanismos."

Historia se quitó la capa, revelando un equipo de maniobras tridimensionales escondido debajo de su traje. Wiz la observó, sorprendida.

Historia (sonriendo levemente): "Parece que todavía tengo algunos trucos bajo la manga. Vamos a necesitarlo."

Wiz (asintiendo, con un tono de admiración): "Tienes una ventaja aquí. Eso debería ayudarnos."

Con determinación, Historia usó el equipo de maniobras tridimensionales para impulsarse sobre la mazmora, esquivando trampas y destruyendo los generadores de microondas que bloqueaban sus poderes. Al hacerlo, la energía mágica comenzó a regresar poco a poco.

Historia (mientras destruye un generador, con un brillo en los ojos): "Esto va a devolverles la magia a todos los soldados de Axel. ¡Aguanten, chicos!"

En el centro de operaciones, Rokugo entró en pánico al ver que la situación se estaba complicando. Las cámaras mostraban que los enemigos avanzaban más rápido de lo esperado.

Rokugo (enfurecido, tomando el teléfono): "¡No hay tiempo que perder! ¡Necesito que me transporten más soldados de Kisaragi a la base ahora mismo! ¡Esto es un desastre!"

En el piso inferior de la mazmora, Historia y Wiz llegaron al último nivel, donde las defensas de Kisaragi parecían más intensas que nunca. Historia se adelantó, con el equipo de maniobras ya activado, mientras Wiz usaba su magia para protegerlas de las últimas trampas que quedaban.

Historia (mirando a Wiz con una sonrisa): "Vamos a terminar con esto, Wiz."

Wiz (con una sonrisa tranquila): "Estoy lista, Historia."

Con cada paso, las fuerzas de Axel avanzaban, y la batalla por tomar la mazmora de Kisaragi se intensificaba.

Rokugo aguardaba en la entrada de la mazmorra cuando los transportadores de Kisaragi comenzaron a aparecer, trayendo consigo a una serie de agentes preparados para defender la base.

Rose, la quimera, fue una de las primeras en aparecer. Sus ojos brillaron al ver a Rokugo, y su cola se movió con entusiasmo.

Rose: "¡Hola, comandante! ¡Años sin verlo!"

Rokugo (rodando los ojos con una sonrisa): "Rose, no exageres… solo han pasado unos meses."

A continuación llegó Belial, un ser imponente que parecía haber envejecido algo desde la última vez que Rokugo lo había visto. Sin tiempo para cálculos, Rokugo le ofreció un saludo rápido.

Rokugo: "Belial, bienvenida, No tenemos mucho tiempo; necesito tu ayuda para contener a los soldados de Axel."

Belial (con una inclinación de cabeza, mostrando su determinación): "Estoy lista 

Que comience el espectáculo."

Sin más preámbulos, Rokugo dirigió a los agentes hacia las profundidades de la mazmorra, donde Historia, Wiz, y un grupo de soldados de Axel intentaban seguir avanzando.

Finalmente, Belial y los demás agentes de Kisaragi alcanzaron al grupo de Historia. Al verlos, Belial sonrió con una mueca y levantó una mano, su figura imponente levitando frente a ellos.

Belial (con una voz imponente): "¿Qué tal esto?"

Activando su habilidad de generación de microondas, Belial comenzó a inundar la mazmorra con ondas de energía. Wiz intentó conjurar un hechizo de hielo, pero su magia fue bloqueada inmediatamente, dejándola impotente.

Wiz (desesperada, mirando sus manos): "¡No... no puedo usar mi magia!"

Belial no perdió tiempo y, con un movimiento rápido, canalizó su piroquinesis, lanzando una ráfaga de fuego que impactó directamente a Wiz, quien cayó al suelo sin vida.

Belial (sin remordimientos, ordenando a sus agentes): "Avancen. No dejen a nadie con vida."

Historia miró la escena, su rostro palideciendo al ver a Wiz caer. La pérdida de su aliada y los soldados caídos le hicieron comprender la gravedad de la situación. Sin tiempo para procesar el dolor, gritó la orden de retirada.

Historia (con la voz quebrada): "¡Retirada! ¡Todos, salgan de aquí ahora!"

De vuelta en la entrada de la mazmorra, Historia salió con los pocos soldados sobrevivientes, visiblemente destrozada. Al ver a Eren y Ymir esperando, sus emociones finalmente se desbordaron.

Historia (sollozando, apenas sosteniéndose): "Perdimos a tantos hombres... y... y tuve que abandonar a Wiz allá dentro... ella... ella no lo logró."

Eren (con el rostro sombrío, acercándose a consolarla): "Lo siento, Historia. Sé que no querías que nadie más muriera..."

Ymir (poniendo una mano en su hombro, firme pero con compasión): "Hiciste lo que pudiste. Esto no es culpa tuya."

Mientras Eren y Ymir la consolaban, Historia sentía la pesada carga de la misión fallida y la pérdida de sus compañeros.

Mientras tanto, en las profundidades de la mazmorra, Belial regresó al centro de operaciones con el cuerpo inerte de Wiz en brazos. Al mirarla, notó algo curioso, una extraña energía que irradiaba débilmente desde el cadáver.

Belial (intrigado, sosteniendo el cuerpo de Wiz): "Esta vibra… es tan similar a la de Grimm."

Miró a Rokugo y a Alice, quienes lo observaban en silencio. Aún sin saber por qué, Belial sintió que había algo diferente en Wiz y que su presencia aún podía tener algún propósito para Kisaragi.

Mientras Belial examinaba el cuerpo de Wiz, Rokugo observaba con una mezcla de fascinación y pesar.

Rokugo (con una leve sonrisa): "Es una verdadera lástima. Tenía el tipo de cuerpo que me gusta."

Grimm (frunciendo el ceño, cruzando los brazos): "¿Perdón? ¿Te parece gracioso decir eso con su cadáver frente a mi?

? ¡Estás coqueteando con una muerta!"

Rokugo (defendiéndose, alzando las manos): "¡Oye, no es lo que parece! ¡Solo era un comentario inocente!"

Grimm le dio un golpe en el brazo, claramente celosa, mientras Belial ignoraba la escena y continuaba evaluando el cadáver de Wiz.

Afuera de la mazmorra, Eren miraba a Historia con una expresión decidida después de escuchar el informe de los soldados que lograron escapar.

Eren (con un tono sombrío): "Si los de Kisaragi son unos monstruos… entonces, para enfrentarlos, debemos usar monstruos."

Historia (confundida): "¿A qué te refieres?"

Eren esbozó una sonrisa sombría y propuso una táctica peligrosa. La idea era utilizar muñecas reanimadas, cargadas con explosivos, que se infiltraran en los niveles inferiores de la mazmorra. La estrategia consistía en que, al llegar a los pisos donde estaba Belial o los agentes de Kisaragi, las muñecas explotaran y causaran el colapso de los niveles superiores, atrapando o destruyendo a sus enemigos.

Historia (con algo de duda): "¿Crees que será suficiente?"

Eren (confiado): "Si no los matamos con las explosiones, al menos lograremos derrumbar la mazmorra sobre sus cabezas."

Tras implementar el plan, una serie de explosiones sacudió la mazmorra, provocando que los pisos superiores comenzaran a colapsar. Los agentes de Kisaragi apenas tuvieron tiempo de reaccionar cuando el suelo tembló y comenzó a caer sobre ellos.

Sin embargo, Rokugo tenía un protocolo de emergencia. Al ver el caos que se desataba, activó un sistema de contingencia y dirigió a su equipo hacia el "Cuarto Seguro", un espacio protegido diseñado para resistir el colapso de la estructura.

Rokugo (mientras corría): "¡Todos al Cuarto Seguro! ¡Rápido!"

Belial, Rose, Grimm y los demás agentes se apresuraron a seguirlo, sintiendo el estruendo de la mazmorra derrumbándose tras ellos. Una vez en el cuarto, Rokugo presionó un botón oculto y activó el verdadero plan de respaldo de Kisaragi: el sistema de transformación.

De pronto, toda la mazmorra comenzó a estremecerse aún más violentamente. El suelo alrededor se levantó, y un robot colosal de 18 metros emergió del suelo, elevándose mientras los restos de la mazmorra se reorganizaban en una estructura metálica gigante.

Afuera, Historia, Eren y Ymir observaron atónitos el gigantesco mecha surgir desde las ruinas de la mazmorra, provocando un terremoto en la zona.

Historia (sorprendida, retrocediendo): "¿Qué… qué es eso?"

Eren (apretando los puños): "Eso no es solo una mazmorra. Kisaragi tenía un arma secreta."

El coloso de Kisaragi emitió un sonido mecánico ensordecedor mientras sus luces parpadeaban y sus sistemas se activaban, preparándose para enfrentar a los soldados de Axel y proteger a los agentes en su interior.

Eren, al ver la gigantesca fortaleza mecánica, se prepara para transformarse, mordiéndose la mano y listo para liberar el poder de uno de sus titanes. Sin embargo, una voz resonante lo interrumpe.

Rokugo (hablando desde altavoces del robot gigante): "¿Ese coloso que ves? No debería ser tu mayor preocupación."

Eren frunce el ceño, observando cómo Rokugo, con una sonrisa maliciosa, utiliza todos los puntos malos acumulados durante los meses anteriores y canjea uno de los recursos más devastadores de Kisaragi: el Destructor. Desde el horizonte, una gigantesca araña robótica aparece, avanzando hacia ellos, y los habitantes de Axel retroceden, horrorizados al reconocer al Destructor.

Soldado de Axel (gritando): "¡Es el Destructor! ¡Ha vuelto!"

Eren (con calma feroz): "He lidiado con un Destructor antes. No es algo imposible de vencer."

Transformándose en el Titán Cuadrúpedo, Eren utiliza su velocidad para acercarse rápidamente al centro del Destructor, evadiendo los disparos y ataques de sus patas mecanizadas. Llegando al núcleo, Eren se prepara, abandona la forma del Titán Cuadrúpedo y, en un solo movimiento, se muerde la mano otra vez, liberando su forma del Titán Colosal. La transformación genera una explosión masiva, enviando una onda expansiva que sacude la estructura de la araña y daña gravemente a la fortaleza mecánica de Kisaragi.

Aun así, a pesar del enorme daño, el Destructor sigue en pie, aunque a solo un 30% de su capacidad.

Eren (jadeante, observando el coloso que aún sigue funcionando): "¿Aún sigues de pie…?"

Dentro de la fortaleza, Rokugo, algo pálido ante el poder que presenció, observa el estado crítico del Destructor y no pierde tiempo. Dirigiéndose a la herida Belial, lanza una orden desesperada.

Rokugo: "¡Belial! Necesitamos toda la ayuda que puedas dar."

Belial asiente, apenas de pie, pero utilizando sus propios puntos acumulados, canjea refuerzos adicionales. Ante los ojos atónitos de Eren y Historia, aparecen dos Destructores más en el campo de batalla.

Historia (horrorizada): "Esto... ¿esto no tiene fin?"

Los tres Destructores avanzan sincronizadamente, rodeando a Eren y atacando con un aluvión de proyectiles y ráfagas de energía. Eren, agotado y apenas capaz de defenderse, lanza un grito de frustración, sin saber si su poder será suficiente para enfrentarse a la fuerza devastadora de Kisaragi.

Rokugo, viendo cómo los tres Destructores cercan al Titán Colosal de Eren y celebrando su aparente victoria, se cruza de brazos, confiado. De repente, su radar detecta dos grandes fuerzas que se aproximan desde lados opuestos del campo de batalla.

Rokugo (confundido, hablando por el altavoz): "¿Y ahora quiénes vienen? ¿Acaso este mundo nunca se queda sin refuerzos?"

Desde el oeste, un grupo de magos de vestimentas negras y ojos resplandecientes de un rojo profundo se aproxima, llenando el aire con un aura de poder. La líder de ellos, una mujer de cabello oscuro y largo con algunos mechones grises, se adelanta y se presenta con un tono ligeramente nervioso.

Yunyun (con una introducción teatral y forzada): "¡Prepárense! ¡Porque han llamado a los poderosos Magos Carmesí, y yo, Yunyun, su… su líder, estaré aquí para derrotarlos!"

Rokugo (poniendo los ojos en blanco): "¿Esto es en serio? Apenas si parece que te crees tus propias palabras…"

Mientras Yunyun intenta mantener la compostura, desde el lado opuesto del campo de batalla aparece otro ejército, esta vez de demonios con armaduras oscuras y miradas fieras. Al frente de ellos, una maga carmesí más joven, de unos cuarenta y tantos años, se adelanta con una sonrisa confiada, alzando su voz amplificada con magia.

Komeko (orgullosa y enérgica): "¡Escuchen todos! Yo soy Komeko, la Reina Demonio, o más bien, la candidata a Reina Demonio. He venido para asegurar que nadie conquiste este mundo antes que yo misma lo decida."

Rokugo (a través del altavoz, frustrado): "¿Reina Demonio? ¡Creí que ya no existían Reyes Demonio en este mundo!"

Komeko (riéndose con altivez): "Puede que los antiguos Reyes Demonio hayan desaparecido, pero yo, Komeko, estoy aquí para ocupar ese trono... en cuanto tenga el poder suficiente, claro está. Y para eso, Eren deberá caer primero, o quizás esperar a que envejezca. ¡Pero no permitiré que tú lo conquistes antes!"

Yunyun (algo avergonzada): "Yo... solo estoy aquí para ayudar a defender Axel y cumplir con mi deber. La Comandante Historia me pidió que viniera y, bueno, no podía negarme..."

Rokugo (suspirando al borde de la desesperación): "Fantástico. Dos ejércitos más, uno con una supuesta Reina Demonio que no puede ni decidir si conquistar o no... Y ninguno de ellos parece entender que no tienen oportunidad contra mis Destructores."

Con una señal, Rokugo ordena a los tres Destructores continuar atacando, centrando su objetivo en el agotado Titán Colosal de Eren. Las enormes arañas mecánicas lanzan ráfagas de proyectiles y disparos de energía, sin dejarle espacio para moverse.

Eren (esforzándose, en voz baja): "Debo… mantenerme en pie…"

Mientras tanto, Yunyun y Komeko observan los ataques devastadores de los Destructores. Aunque ambas parecen algo indecisas, intercambian una mirada y asienten con determinación.

Komeko (con una sonrisa competitiva): "¿Lista para demostrar cuál de nosotras es la maga carmesí más poderosa?"

Yunyun (más nerviosa, pero decidida): "Sí… sí. ¡Hagámoslo!"

Ambas canalizan su magia al máximo y empiezan a lanzar hechizos masivos contra los Destructores. Las explosiones de energía mágica comienzan a rodear a las arañas mecánicas, aunque Rokugo solo se ríe.

Rokugo: "¿De verdad creen que sus hechizos pueden destruir tecnología de Kisaragi? No han visto nada aún."

A pesar de los ataques mágicos y de la determinación de los nuevos aliados de Eren y Historia, los Destructores parecen apenas recibir daño. Rokugo se siente más confiado que nunca, viendo cómo su victoria parece inevitable.

Rokugo, con una sonrisa torcida y su intercomunicador en la mano, ordena con voz firme a la base de Kisaragi:

Rokugo: "¡Necesitamos refuerzos demoníacos ya mismo! Si vamos a combatir demonios, usaremos demonios. Y que los agentes normales se encarguen de esos magos carmesí y los aventureros de Axel. ¡Esto será una fiesta!"

Poco después, un zumbido resuena en la base de operaciones de Kisaragi, y demonios armados hasta los colmillos comienzan a aparecer uno por uno en el teletransportador asegurado en la espalda baja del gigante Robot-Fortaleza de Rokugo. La forma en que salen, como si el mismo coloso metálico los "excretara" de su sistema, resulta irónica e incómoda para algunos de los demonios.

Desde el campo de batalla, Eren jadea, casi al borde de la extenuación. Los tres Destructores de Kisaragi lo tienen cercado, lanzando misiles y rayos de energía en un frenesí de destrucción. Sin embargo, un destello de luz aparece entre el polvo y las sombras: Historia, cabalgando a Ymir en su forma de Titán Mandíbula, se lanza a rescatar a Eren.

Historia (gritando mientras Ymir embiste con sus garras al Destructor más cercano): "¡Vamos, Eren! No te dejaremos caer aquí."

Eren, logrando escapar en el último momento y subiendo a la espalda de Ymir junto a Historia, observa la desolación y la lucha brutal que se extiende por todo el campo de batalla. Las fuerzas de Kisaragi están enviando demonios, magos, y monstruos mecánicos de élite que amenazan con aplastar cualquier esperanza de victoria.

Eren (murmurando, con un dejo de tristeza): "Ojalá Aqua, desde el más allá, pudiera ayudarnos…"

La escena a su alrededor es una sinfonía de caos y horror. El ejército de Kisaragi y sus tres Destructores avanzan con una precisión despiadada, lanzando ráfagas de energía que iluminan el campo en destellos cegadores. Cada impacto de los Destructores sobre el suelo levanta una columna de humo y polvo, sepultando los cuerpos de guerreros caídos en montones de escombros. Los Demonios de Kisaragi, recién convocados, se abalanzan sobre el ejército de Komeko sin misericordia, con gritos que reverberan con una rabia salvaje. Los demonios de ambos lados se enfrentan en una danza mortal, atacándose con colmillos y garras, desgarrándose mutuamente en una explosión de sangre y fragmentos de carne demoníaca.

En el otro flanco, los Magos Carmesí, liderados por Yunyun, comienzan a lanzar hechizos masivos. Sus manos brillan con energía mágica pura, y cada uno de sus conjuros resuena como un trueno cuando impactan contra los Destructores. Rayos y bolas de fuego estallan contra el blindaje de las enormes arañas mecánicas, dejando marcas de quemaduras pero sin detener su avance. Los agentes normales de Kisaragi, cubiertos de armaduras de alta tecnología, lanzan granadas y rayos de energía hacia los magos, forzándolos a dispersarse y a cubrirse para evitar los ataques letales.

Yunyun, viendo el horror que rodea a sus compañeros, levanta su báculo y clama con desesperación:

Yunyun: "¡No podemos dejarnos vencer! ¡Por la dignidad de los Magos Carmesí, resistiremos hasta el final!"

Las palabras de Yunyun motivan a los magos carmesí restantes, que comienzan a conjurar hechizos aún más poderosos. Sin embargo, el avance de los agentes de Kisaragi y sus demonios es imparable. Con cada segundo que pasa, más y más magos son abatidos, sus cuerpos cayendo inertes sobre el campo de batalla.

Komeko, por su parte, está en una furia desatada. La Reina Demonio, tan orgullosa como siempre, lanza ataques con sus garras y colmillos, masacrando a los demonios enemigos. Su poder como candidata a Reina Demonio le da una ventaja considerable, y sus seguidores demoníacos luchan a su lado con una ferocidad abrumadora. Pero los Destructores siguen avanzando, y Komeko, agotada, se ve obligada a retroceder.

Komeko (gruñendo mientras retrocede, con un brillo rojo en sus ojos): "No dejaré que este lugar caiga… ¡No antes de que lo reclame como mío!"

A lo lejos, Eren, Historia, y Ymir observan cómo los dos ejércitos se desgastan mutuamente en un mar de violencia. El ruido es ensordecedor, una mezcla de gritos de dolor, explosiones, y el incesante zumbido de la maquinaria de guerra de Kisaragi. Los soldados de Axel intentan mantenerse firmes, pero muchos son abatidos por la tecnología avanzada de Kisaragi y los feroces ataques de sus demonios.

Eren (frustrado, golpeando su puño contra la espalda de Ymir): "¡Maldita sea! ¡Necesitamos algo más! Estos monstruos no van a detenerse hasta que destruyan todo…"

La devastación en el campo de batalla es palpable. Partes del terreno están ardiendo, otras están cubiertas de cadáveres de ambos bandos. Sangre y aceite de las máquinas cubren la tierra, mientras que los pocos aventureros que quedan luchan por sobrevivir en medio del caos. Los Magos Carmesí, diezmados, siguen lanzando hechizos, pero sus fuerzas están claramente mermadas. En los cielos, los Destructores aún disparan sus armas, sin señales de debilitarse.

Rokugo (observando desde su posición elevada y riéndose): "¡Esto es lo que pasa cuando se enfrentan a la tecnología superior de Kisaragi! No son rivales para nosotros."

Justo cuando parece que todo está perdido, Yunyun y Komeko se encuentran cara a cara en el campo de batalla, ambas agotadas, pero con una chispa de determinación aún ardiendo en sus ojos.

Komeko (mirando con desdén a Yunyun): "No es que confíe en ti, pero si tenemos alguna oportunidad, debemos trabajar juntas."

Yunyun (sorprendida, pero asintiendo): "Entonces, ¡hagámoslo!"

Con un último esfuerzo, ambas concentran su magia y lanzan un poderoso hechizo combinado que envuelve uno de los Destructores en una columna de luz abrasadora, logrando finalmente destruirlo. Sin embargo, el esfuerzo deja a ambas casi sin energías, y el último Destructor las enfoca como objetivo.

Rokugo (sorprendido y molesto al ver a uno de sus Destructores caer): "¿¡Cómo se atreven a dañar mis juguetes!? ¡Esto no ha terminado!"

Mientras el último Destructor se alza sobre Yunyun y Komeko, Eren se prepara, listo para hacer un último sacrificio si es necesario para salvar a sus compañeros.

Cuando el Destructor se prepara para lanzar un ataque final sobre Yunyun y Komeko, una voz familiar resuena desde el otro extremo del campo de batalla.

Megumin: "¡EXPLOSION!"

Una ráfaga de energía incandescente impacta al Destructor desde lo alto, envolviéndolo en una columna de luz y fuego abrasador. La explosión es tan intensa que derrite el blindaje del coloso y lo desintegra en mil fragmentos de metal incandescente. La tierra tiembla, y todos en el campo de batalla se detienen un instante, observando la devastación.

Antes de que el polvo se asiente, un segundo grito rompe el silencio.

Megumin: "¡EXPLOSION!"

Un destello aún más brillante se desata, envolviendo al segundo Destructor en una explosión tan poderosa que ilumina el campo como si fuera de día. Los aventureros, demonios y soldados de Kisaragi quedan estupefactos al ver cómo el enorme coloso se desploma en ruinas.

En medio de la quietud que sigue, las fuerzas de ambos bandos observan en silencio mientras una figura se alza en el horizonte: una maga con una capa carmesí y un báculo que aún humea. Komeko la reconoce al instante.

Komeko (emocionada): "¡Es ella… es mi hermana! ¡Megumin!"

Rokugo, perplejo y molesto, observa a la veterana maga con incredulidad. Había escuchado historias en los informes del Agente 22 sobre una niña de Axel capaz de desencadenar un poder de destrucción total con un hechizo llamado "Explosion", pero... ¿ella, ahora una mujer de 55 años, aún posee tal poder?

Rokugo (mirando a su equipo): "¡Imposible! ¡Según el Agente 22, se trataba de una niña pequeña! ¿Cómo puede alguien de su edad aún hacer esto… dos veces seguidas?"

Megumin cae de rodillas, exhausta. Su boca sangra por el esfuerzo de lanzar dos Explosions seguidas. La fatiga y el peso de los años pesan sobre ella, pero su determinación sigue intacta.

El caos se reanuda. Las fuerzas de Kisaragi, los demonios de Komeko, y los magos y aventureros vuelven a la batalla con renovada energía. Rokugo, irritado por la destrucción de sus Destructores, toma su intercomunicador y murmura con frustración.

Rokugo: "¡Cuartel general, envíen más fortalezas Destructoras! Con la masacre de aquí, he acumulado suficientes puntos para reabastecernos y acabar de una vez."

Pero antes de que pueda dar la orden, recibe una notificación urgente en su intercomunicador. Gruñe, ingresando a la cabina interior del Robot-Fortaleza para leerlo, dejando el control temporalmente en manos de Grimm.

Grimm, con una sonrisa maliciosa, se siente poderosa frente a los controles y grita al campo de batalla:

Grimm: "¡Mueran, malditos herejes!"

Mientras tanto, Rokugo revisa el mensaje. La comunicación es de las ejecutivas Lilith y Astaroth en el cuartel general, y los reportes son extraños y alarmantes. La pantalla muestra detalles que lo dejan perplejo:

Mensaje del Cuartel General: "Desde hace una semana, no ha llovido. Los recursos de agua están desapareciendo de forma exponencial. Además, todas las noches estamos teniendo pesadillas… visiones de titanes colosales destruyendo nuestras instalaciones. Hoy, sin embargo, apareció algo peor: el cielo se oscureció y nubes formaron un mensaje que decía, 'Paren la guerra con Belzerg'."

Rokugo se ríe al principio, dudando de la autenticidad del mensaje. Pero al desplazarse por el informe, observa las imágenes adjuntas. Fotos de una tierra seca y agrietada, donde las fuentes de agua parecían haberse evaporado. En otra imagen, una masa de nubes forma un reflejo perfecto de Eren, con una inscripción sobre él que lee: "Negocien con este sujeto".

Rokugo (murmurando con incredulidad): "¿Aqua…?

Cuando la batalla finalmente cesa, Eren y Rokugo se encuentran en el centro del campo de guerra para negociar. A cada lado de Eren, se colocan Historia y Darkness, sus compañeras de confianza, mientras que Grimm y Belial se posicionan al lado de Rokugo, sus guardaespaldas de Kisaragi. La tensión es palpable en el aire, pero el agotamiento de ambas facciones trae consigo un raro silencio en el campo de batalla.

Rokugo rompe el hielo, con una mueca de frustración.

Rokugo: "Hemos estado recibiendo reportes de cosas extrañas en nuestro planeta. Sequías, nubes con mensajes, y señales… señales que parecen advertencias. ¿Sabes algo sobre esto, Eren?"

Eren cruza los brazos, esbozando una leve sonrisa desafiante.

Eren: "La deidad Aqua está de nuestro lado. Si ella quiere, no te quedará una gota de agua y morirás deshidratado."

Rokugo suelta una carcajada burlona, creyendo que es una broma pesada, pero entonces su intercomunicador emite un sonido. Al leerlo, su expresión cambia drásticamente; el mensaje dice: "No es una burla."

Por primera vez, Rokugo titubea. Recuerda cómo la esposa de Eren, Aqua, nunca estuvo presente en toda la batalla. Ahora, se plantea que tal vez la Aqua de la que tanto hablaban no era una simple sacerdotisa, sino realmente una diosa. Y si eso era cierto, su juventud comparada con la edad visible de Eren cobraría mucho más sentido. La realidad golpea a Rokugo, y el sudor empieza a correrle por la frente.

Historia aprovecha el momento de duda para proponer los términos de una retirada pacífica de Kisaragi.

Historia: "Abandonarán este territorio de inmediato y detendrán cualquier intento de invasión a este mundo. No intenten establecer ninguna base ni interferir con nuestras tierras. En cuanto a sus fuerzas… desmantelarán cualquier operación activa que ponga en peligro nuestra soberanía."

Darkness añade con firmeza: "Y si alguna vez regresan, no esperen clemencia."

Rokugo, con la cabeza aún mareada por la noticia de Aqua, asiente. No le queda más remedio que aceptar. Lanzando una mirada de aprobación hacia Eren, se permite un guiño como señal de respeto y, tal vez, de incredulidad.

Rokugo (susurrando en tono de aprobación): "Este hombre… literalmente se acostó con una deidad."

Los combatientes de Kisaragi comienzan a cargar sus pertenencias y a formar fila frente al teletransportador, preparándose para su retirada. Cada uno se mueve rápidamente, con la amarga sensación de derrota, mientras Rokugo se acerca a Eren para una última conversación.

Rokugo: "Dime… ¿eres realmente el mismo Eren Jaeger que causó el Retumbar en el mundo del que vienes?"

Eren lo mira directamente a los ojos, con una frialdad que hace que Rokugo retroceda involuntariamente.

Eren: "No soy un revolucionario ni un terrorista… soy el demonio de Paradis. Y maté a miles de millones en ese Retumbar."

El tono de Eren, su mirada penetrante y la sinceridad en sus palabras hacen que por primera vez en años, Rokugo sienta un miedo genuino y profundo. Su piel se eriza, y por un momento, contempla la posibilidad de que enfrentar a Eren y su mundo tal vez no sea una misión tan simple como pensaba.

Rokugo y Eren se observan fijamente en medio del campo de batalla devastado, cada uno midiendo al otro en un silencio pesado. Sin embargo, a pesar de la tensión, Rokugo no puede evitar la curiosidad, y decide romper el hielo para suavizar el ambiente… o al menos intentarlo.

Rokugo: "Oye… ya que estamos en esto… algo no me cuadra, ¿cómo demonios estás aquí? Se supone que muriste hace siglos en tu mundo."

Eren: "Lady Aqua me trajo de vuelta.

para derrotar al rey demonio de este mundo."

Rokugo se acaricia el mentón, frunciendo el ceño y tratando de procesar la idea, aunque claramente le resulta algo increíble. Aprovechando el momento, su expresión cambia a una mezcla de picardía y curiosidad.

Rokugo: "Y dime, ¿cómo se siente eso de… ya sabes…" —Rokugo mueve las cejas sugestivamente, insinuando algo mucho más íntimo entre Aqua y Eren— "…estar con una diosa? Debe ser una experiencia de otro mundo, ¿no?"

Eren, sin cambiar su expresión severa ni un ápice, mantiene la mirada fija en Rokugo, dándole una respuesta que es fría como el hielo, casi indiferente. En el fondo, sabe que cualquier comentario podría darle a Kisaragi la excusa perfecta para volver en el futuro… tal vez yendo tras sus hijos.

Rokugo empieza a sentir una ligera incomodidad bajo la intensidad de la mirada de Eren, que poco a poco lo hace encogerse de hombros. Sin embargo, se recompone rápidamente, intentando mantener el tono relajado.

Rokugo: "Bueno, lo más cercano que tuve fue… ya sabes, con una sacerdotisa fría como el hielo." —Se ríe y señala a Grimm, que está junto a él— "Aunque técnicamente ella estaba un poco… ¿cómo decirlo? Muerta."

Grimm, que hasta ahora ha estado en silencio, se sobresalta y le lanza una mirada furiosa a Rokugo.

Grimm: "¡No tienes derecho a hablar de nuestra vida privada! ¡Y mucho menos frente al enemigo!"

Rokugo levanta las manos en un intento de apaciguarla, pero Grimm le golpea con el cetro. Eren, observando la escena, mantiene su semblante imperturbable, y cuando Rokugo finalmente se voltea hacia él, solo para encontrarse con esa mirada afilada, siente una punzada de verdadero temor.

Eren (con voz baja y amenazante): "Ya basta de juegos. ¿Por qué no te largas de una vez?"

Rokugo da un paso atrás, tratando de disimular el nerviosismo, pero antes de retirarse, lanza una última amenaza.

Rokugo: "Mira, este tratado no va a durar para siempre. Si alguna vez logramos deshacernos de Aqua, regresaremos y tomaremos este mundo. ¿Sabías que la hermana de Regina, la diosa Zenarith, desapareció porque la gente dejó de creer en ella? Pues, Kisaragi encontrará la forma de hacer lo mismo con Aqua."

Rokugo (recuperando la compostura y su tono desafiante): "Esta retirada no será para siempre, Eren. Kisaragi encontrará la forma de matar a esa Aqua tuya, y cuando ya no tengas a tu aliada más poderosa, reclamaremos este planeta."

Eren lo observa en silencio, imperturbable y con una intensidad que hace a Rokugo tragar saliva.

Eren: "Inténtalo todo lo que quieras. Ya lo intenté yo… y no funcionó."

Rokugo, ahora con un pálido rastro de miedo en su rostro, asiente en silencio y, sin decir nada más, retrocede hacia el teletransportador, llevándose consigo a los suyos mientras la mirada de Eren lo sigue implacablemente hasta que desaparecen.

Cuando Rokugo y su grupo finalmente son teletransportados de regreso a su planeta, Eren no se detiene. Sabe que el hecho de que Kisaragi haya sido derrotada hoy no significa que se vayan a quedar tranquilos. Antes de que la imagen de Rokugo se desvaneciera completamente, Eren toma un pequeño dispositivo y graba un mensaje, que es enviado directamente a los comunicadores de la nave de Kisaragi.

Eren (en voz baja, con una mirada feroz): "Si alguna vez vuelven a acercarse a este planeta, haré retumbar la tierra nuevamente. Esta vez, no quedará ni un ser vivo. Lo juro."

En ese momento, Rokugo y su ejército desaparecen por completo, y Eren se queda mirando el vacío. Su mirada es grave, pero hay un atisbo de resolución. Como si fuera lo último que pudiera hacer para proteger lo que había logrado hasta ahora.

Eren: "Esto no se ha terminado."

Con los últimos de Kisaragi desapareciendo en el horizonte, Eren toma la determinación de destruir la máquina teletransportadora para evitar que nadie más regrese desde ese mundo. Se acerca a la base del dispositivo con pasos firmes, dispuesto a acabar con cualquier vestigio de lo que ocurrió. Sin embargo, justo cuando va a activar su poder, una sombra se presenta frente a él.

Vanir, con su habitual presencia imponente, aparece de repente en la escena.

Vanir: "Eren, ¿crees que destruir eso es lo mejor?"

Eren lo mira, desconcertado por la aparición repentina de Vanir.

Eren: "¿Qué estás haciendo aquí? No me digas que estás del lado de Kisaragi."

Vanir sonríe con una sonrisa diabólica, pero hay algo de sinceridad en su tono cuando habla.

Vanir: "No, no, no. Mi interés es mucho más... práctico. Esa tecnología de teletransportación... Es una gran oportunidad. Y créeme, no se trata solo de mandar a alguien de un punto a otro. No requiere de magia, no hay necesidad de marcar tres puntos ni de agotar recursos místicos. Es infinitamente más flexible, más potente. Podría programarse para enviar personas a cualquier rincón del universo, sin limitaciones."

Eren frunce el ceño, escuchando con atención mientras Vanir sigue explicando.

Vanir: "Si en algún momento necesitamos traer a alguien desde otro lugar o incluso a alguien que no debería estar aquí… esa máquina es clave. Puede ser útil en el futuro, no solo como una herramienta de guerra, sino para situaciones imprevistas. Y créeme, hay más cosas en juego de las que imaginas."

Eren: "No necesito teletransportadores para solucionar mis problemas."

Vanir se cruza de brazos, sonriendo con malicia.

Vanir: "Quizás no ahora, pero algún día lo entenderás. Además, ¿quién sabe? Quizás aún haya algo en ese mundo que necesites... digamos, traer."

Eren lo mira con desconfianza, pero no dice nada más. Finalmente, cede, aunque la decisión de mantener la máquina intacta le deja una sensación incómoda.

Eren: "Está bien, por ahora. Pero, si algún día esto nos traiciona, no te voy a dejar escapar."

Mientras tanto, en el cuartel general de Kisaragi, Rokugo regresa después de su fracaso. La primera señal de su regreso es su rostro agotado y preocupado. No solo fue derrotado en la batalla, sino que algo no le cuadra con el tiempo que ha pasado. Al parecer, en el mundo de Konosuba, solo han pasado cuatro meses, pero al regresar a su planeta… han pasado ocho años.

Grimm, que ha estado aguardando la noticia, se le acerca rápidamente, pero no con buenas intenciones. Ella mira a Rokugo con una sonrisa de complicidad.

Grimm: "Entonces, si han pasado ocho años en mi mundo y tú dijiste que te casarías conmigo… ¿Cuándo celebramos la boda, eh? ¡No vas a salirme con excusas ahora!"

Rokugo se queda petrificado, sin poder articular palabra.

Rokugo: "¡¿Qué?! ¿Es una broma? ¡¿Has estado contándolos como si fuera un juego?!"

Grimm: "¡Claro que no! ¡Es serio! ¡Han pasado diez años desde que dijiste que te casarías conmigo! ¡Y tienes que cumplirlo, sin más pretextos!"

Rokugo: "¡Pero si estaba jugando! ¡Ni siquiera lo tomé en serio!"

Grimm (con una sonrisa burlona): "¿Jugando?

¡Nunca jugué con mis sentimientos! ¡Te lo dije claro!"

La situación se torna cada vez más absurda a medida que ambos discuten en tono de broma, pero bajo la superficie, Rokugo sabe que la situación es aún más complicada de lo que parece.

Rokugo: "¡Esto no es justo! ¡La dilatación del tiempo no cuenta! ¡Eso es trampa!"

Grimm: "No me importa. 

Rokugo (suspirando profundamente): "¿Sabes qué? ¡Espera a que terminemos con este lío y hablamos después! ¡A lo mejor me muero de tanto estrés antes de llegar al altar!"

La discusión entre ambos parece no tener fin, con Rokugo intentando evadir el tema de la boda mientras Grimm se muestra cada vez más imparable. El caos en Kisaragi no se detiene, y la batalla con Kisaragi dejó cicatrices profundas en ambos lados, aunque las personalidades y los problemas personales siguen siendo igual de intensos.

Grimm (con voz de triunfo): "¡Te lo dije! No te salvas de mí."

Rokugo: "¡Lo que sea… lo que sea!"

Ambos se miran con una mezcla de desesperación y humor, mientras la guerra de Kisaragi continúa, cada uno enfrentando sus propios demonios.

Rokugo y Grimm se encuentran en medio de su discusión, cuando de repente la puerta de la sala se abre de golpe. Belial, la ejecutiva de Kisaragi, entra con paso firme, interrumpiendo su pequeño enfrentamiento.

Belial (con tono serio, pero algo intrigante): "Rokugo, Grimm, deténganse por un momento. Traje algo que podría ser de su interés."

Ambos se quedan en silencio mientras Belial se acerca con una especie de cadáver envuelto en una tela. Rokugo frunce el ceño al ver el cuerpo, sin comprender de inmediato de qué se trata.

Rokugo (con curiosidad): "¿Qué es eso?"

Belial: "Encontré este cuerpo

Es el cuerpo de una hechicera poderosa, una hechicera de hielo. Sentí una vibra... algo familiar, algo similar a la de Grimm."

Grimm, que había estado más centrada en su discusión con Rokugo, levanta la mirada y se tensa al escuchar el nombre de la hechicera. Rokugo la observa y se da cuenta de que Grimm ha comenzado a mirarla con una intensidad peculiar.

Grimm (susurrando, celosa): "¿Similar a mí? ¿De qué hablas?"

Belial (con una sonrisa misteriosa): "Sí, una vibra como la tuya, Grimm. Es intrigante. ¿Pueden hacer algo con ella?"

Grimm siente una punzada de celos al ver el cuerpo de la hechicera, y su mirada se torna aún más crítica. No le gusta la idea

pero aún así se mantiene en silencio mientras Rokugo observa el cadáver.

Grimm (con firmeza, después de unos segundos de concentración): "Es una lich, definitivamente no una seguidora de Zenarith. Su magia es oscura, pero podría ser revivida. Aunque... esto no es algo que se deba tomar a la ligera."

Rokugo (pensando en voz alta, mientras examina el cuerpo): "Hmm, ¿revivirla? Puede que sea una jugada interesante. Un cuerpo tan poderoso… seguro que agradecería que la trajéramos de vuelta. Tal vez, solo tal vez, se enamoraría de mí… ¡Qué mejor que una hechicera de hielo a mi lado! Puede que incluso obtenga el síndrome de Estocolmo…"

Grimm, al escuchar las palabras de Rokugo, no puede más que explotar en celos y frustración. Sin pensarlo, se abalanza sobre él y lo golpea con fuerza en el hombro.

Grimm (furiosa, pero con un toque de incomodidad): "¡¿Qué demonios estás pensando?! ¡Esa hechicera no tiene nada que ver con tus perversiones! ¿Qué crees, que la revivimos para que se enamore de ti? ¡Eres un idiota!"

Rokugo (frotándose el hombro mientras finge no sentirse demasiado afectado): "¡Bueno, eso podría haber sido divertido! ¿Qué tal si tratamos de hacerla aliada? Ya sabes, en lugar de matarla de nuevo..."

Grimm (frunciendo el ceño): "Solo revivámosla, pero mantén tus fantasías para ti, maldito."

Rokugo, algo molesto pero dispuesto a seguir adelante con la idea de revivir a la hechicera, da la orden de llevar el cuerpo de Wiz al templo de Zenarith. Aunque se muestra convencido de que revivir a una hechicera poderosa sería útil, Grimm no puede dejar de pensar en lo que Rokugo había dicho antes.

Grimm (murmurando mientras se mueve): "Este tipo es más raro de lo que pensaba."

Al llegar al templo de Zenarith, Rokugo se prepara para llevar a cabo el ritual de resurrección. La atmósfera en el templo es solemne y cargada de energía, mientras Grimm permanece de pie, con los brazos cruzados, observando con desconfianza el cuerpo de la hechicera.

Rokugo (con voz confiada): "Bien, este es el momento. Reviviremos a esta hechicera y será nuestra aliada."

Grimm (sin poder evitarlo, con cierto tono de escepticismo): "Lo que sea… solo asegúrate de que no cause problemas."

Con una mezcla de magia y tecnología, el ritual comienza. La energía del templo de Zenarith resuena en el aire, y una luz tenue empieza a envolver el cuerpo de Wiz. Grimm observa, algo nerviosa, mientras el ritual se lleva a cabo. Justo cuando parecía que todo iba a salir bien, algo inesperado ocurre.

Wiz, la hechicera de hielo, comienza a moverse. Su cuerpo se estira y su respiración se normaliza lentamente, pero cuando sus ojos se abren, hay una expresión de desorientación y miedo.

Wiz (asustada, con voz temblorosa): "¿Dónde... dónde estoy? ¿Qué ha pasado? ¿Qué me hicieron?"

Rokugo (sonriendo, con un tono triunfante): "No te preocupes, hechicera. Te trajimos de vuelta, y ahora… estarás a nuestro servicio."

Sin embargo, la situación rápidamente se complica. Wiz, al darse cuenta de la extraña situación en la que se encuentra, no se queda quieta. Con un giro de su muñeca, invoca una potente ola de magia de hielo, congelando todo a su alrededor.

Wiz (gritando, aterrada): "¡NO QUERÍA ESTAR AQUÍ! ¡Esto es un error!"

Un manto de hielo cubre el templo entero, y Wiz prepara un hechizo de teletransportación.

Grimm (furiosa, viendo cómo el templo comienza a congelarse): "¡Rokugo, qué has hecho! ¡El templo de Zenarith está siendo profanado por tu estupidez!"

En medio del caos, Wiz teletransporta rápidamente a sí misma, desapareciendo del templo.

Grimm (desesperada, tirándose al suelo con las manos levantadas): "¡Oh, gran Zenarith, perdónanos! ¡Perdónanos por maltratar tu templo con esta… esta liche!"

Rokugo (viendo la escena, irritado pero algo sorprendido): "¡No fue mi culpa! ¡Solo quería hacerla una aliada!"

Grimm (con el rostro en el suelo, rogando): "Por favor, Zenarith, te prometo que nunca más permitiremos que esta liche interfiera. ¡Perdónanos!"

La situación se vuelve cada vez más caótica, con Grimm rogando por perdón y Rokugo completamente desconcertado por la reacción de Wiz. Mientras tanto, la hechicera de hielo ya no está en el templo, y las consecuencias de su regreso siguen siendo inciertas.

El tiempo pasó, y las consecuencias de la fallida resurrección de Wiz quedaron atrás, pero el caos que Rokugo había causado con su torpeza seguía resonando. Después de gastar una fortuna reparando el templo de Zenarith (algo de lo que Rokugo nunca hablaría abiertamente, pero que se lo recordaban constantemente con sarcasmo), se encontraba ahora frente a un futuro más sombrío que nunca. Grimm había hecho lo impensable: lo había obligado a unirse a la secta de Zenarith.

El hombre, que una vez había estado tan seguro de su libertad y control, ahora se veía atrapado en una ceremonia que nadie podría haber previsto, especialmente no él. Estaba en su boda, vestido con un traje que se sentía como un ataúd elegante, con la mirada fija en el altar mientras las sombras de los asistentes lo rodeaban.

Por un lado, en el banco de Grimm, se encontraban los pocos amigos de la reina de Kisaragi: Snow, Rose, Russel, y la recientemente coronada Tilis Grace Reiss, la reina, quien miraba la ceremonia con una mezcla de indiferencia y simpatía. Pero a pesar de su estatus, Grimm no tenía familia. Nadie que se sintiera obligado a asistir, ya que probablemente los parientes se habrían ahorrado la molestia de ver cómo la líder de la secta de Zenarith se casaba con el comandante de los invasores.

Y luego, en el lado de Rokugo... Estaba Kisaragi. Todos los "amigos" más molestos y encantadores de la vida de Rokugo estaban allí: Astaroth, el demonio que había comenzado a ser el meme viviente de "ir a la boda de tu ex"; Belial, la ejecutiva de Kisaragi, que parecía disfrutar del malestar ajeno; Lilith, quien claramente solo estaba allí por el buffet; Hombre Tigre, quien no entendía por qué estaba vestido con esmoquin; y el grupo de Viper, con Heine y Viper luciendo como si en cualquier momento fueran a interrumpir el evento con alguna broma absurda.

Rokugo estaba a punto de colapsar bajo la presión, pero se mantenía firme mientras el sacerdote de Zenarith comenzaba a decir las palabras sagradas que finalmente sellarían su destino.

Sacerdote (con voz solemne): "Unidos en la luz de Zenarith, vosotros seréis uno, hasta que la oscuridad os separe... o hasta que el comandante aprenda a no meterse con hechiceras liche."

Grimm (mirando a Rokugo con una sonrisa feroz): "Espera, Rokugo, ya no podrás huir de esto. Ahora, eres mío, para siempre."

En ese instante, sin previo aviso, Grimm saltó sobre Rokugo. En el proceso, Rokugo apenas tuvo tiempo de reaccionar, pero la fuerza con la que ella lo abrazó fue tan grande que terminó sosteniéndola por los brazos, con el corazón a mil.

Grimm (susurrando con una sonrisa sádica en su rostro): "Ahora sí, comandante, eres mío, y no te pienso soltar. No me importa lo que haya pasado entre nosotros antes. La verdad es que esto... solo acaba de comenzar."

Rokugo (internamente, entre risas nerviosas y desesperación): "¡¿Qué ventaja tiene esto para ella?! Si ya teníamos... bueno... intimidad... ¡y no era suficiente para ella! Es como si tener un pedazo de papel lo hiciera oficial... Pero... ¿y si me deja en paz por unos días? ¿Tal vez algo de... incluso podría beneficiarme... pero el miedo de las maldiciones... ¡Dios mío, no sé si resistiré!".

Entre sus pensamientos confusos y el estremecimiento por la cercanía de Grimm, Rokugo se dio cuenta de que cada paso que había tomado lo había llevado a este momento ridículamente incómodo y doloroso. Pero lo peor era que Grimm no parecía interesada en ningún tipo de explicación.

Después de que finalmente ambos se levantaran de la ceremonia, los asistentes a la boda celebraron con un entusiasmo que solo alguien que estuviera completamente ajeno a la situación podría tener. Grimm, ahora completamente satisfecha con el resultado, sonrió mientras Rokugo solo deseaba que el suelo lo tragara.

De vuelta en la sede de Kisaragi, las ejecutivas —siendo el verdadero equipo de operaciones que estaba detrás de todo— se reunieron alrededor de una mesa para discutir el próximo destino de la corporación, mientras comían tranquilamente.

Belial (con una sonrisa juguetona, mirando a Lilith): "Entonces, ¿cuál será el próximo planeta que vamos a conquistar?"

Lilith (masticando lentamente, entre risas): "Estaba pensando en uno muy... peculiar. Ya sabes, ese planeta con toda esa magia y relojes que se rompen.

Astaroth (riendo de forma diabólica): "¡Eso sí que sería interesante!

El destino del nuevo planeta parecía seguro en las manos de la Corporación Kisaragi. Mientras tanto, Rokugo, atrapado en su matrimonio, solo pensaba en una cosa: si la maldición de Grimm era lo peor que le había pasado, o si simplemente no podía esperar a ver cuál sería el siguiente desastre que se desataría.

Rokugo (pensando mientras observa a Grimm): "Y mientras tanto, tendré que aprender a vivir con esta... nueva realidad."