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Chapter 2 - D O S

Maldita rutina. Ya estoy arto, ¿porqué no pude nacer con un título, carrera, dinero, casa y fama sin tener que trabajar? Que flojera ir a clases. Aparte, toca Educación Física, odio Educación Física, ¿quién les dijo que a todos nos gusta jugar Futbol? Esta bien un día, no todos los días.

En el camino a la escuela siempre me siento junto a Joe, mi mejor amigo. Lo amo, simplemente es una gran amistad, aunque aveces me cae mal.

De echó, cuando nos conocimos nos caímos mal, aunque nunca hablamos, fue hasta 4to grado que empezamos a hablar. Llevamos 5 años siendo mejores amigos.

—¿Crees que me hable? Quiero decir, que sea verdad que quiera ser mi amigo.

—Espero que si, es el primer día que hablan, supongo que lo hará. —Me contesta Joe viéndome de frente.

—No lo sé, tal vez el solo quiere un amigo normal, yo lo lo soy. —dije, mirando por la ventana del autobús.

Joe me dio un ligero codazo, sonriendo de lado.

—No pienses tanto en eso. Si quiere ser tu amigo, lo será. Si no, pues me tienes a mi, que ya es mucho, ¿no crees? —bromeó.

Rodé los ojos, pero no pude evitar reírme. Joe siempre encontraba la manera de hacerme sentir mejor, incluso cuando no tenía la menor idea de cómo me sentía realmente. Aunque me quejara, él siempre estaba ahí.

Cuando llegamos a la escuela, sentí una extraña mezcla de nervios y pereza. La rutina me pesaba, como siempre, pero había algo en la posibilidad de hablar con Alex que me mantenía alerta, como una pequeña chispa en medio de la monotonía.

—Mira, ahí está Alex. —Joe señaló con la cabeza hacia el patio.

Lo vi, de pie junto a un grupo de chicos que siempre jugaban fútbol. Sentí una punzada de incomodidad. ¿Y si sólo era otra persona que no entendía lo poco que me gustaba todo esto? Pero al mismo tiempo, había algo en Alex que me hacía querer darle una oportunidad.

—Vamos. —Joe me empujó suavemente hacia adelante.

Con cada paso, el sonido del silbato del profesor de Educación Física me recordaba que pronto estaría en el campo, obligado a correr detrás de una pelota que no quería seguir. Pero esta vez, tal vez algo sería diferente.

Me acerqué a Alex, mi corazón latiendo un poco más rápido de lo que quería admitir.

—Hola, Alex. —logré decir, tratando de sonar casual.

Alex me miró y sonrió, como si fuera lo más normal del mundo que yo estuviera ahí.

—Hey, ¿qué tal? ¿Listo para el partido? —preguntó, pero su tono no era el típico de alguien que sólo vive para el fútbol. Era como si supiera que no era lo mío.

Pero tal vez son alucinaciones mías, no me conoce. O quizá solo me ha visto en clase, y sabe que no es lo mío.

—Sí… bueno, no realmente. —admití, encogiéndome de hombros.

Alex soltó una risa breve.

—No te preocupes. A mí tampoco me encanta, pero es lo que hay. Si quieres, después del partido podemos platicar un rato. ¿Qué dices?

Sentí cómo el peso de la rutina se aligeraba un poco. Tal vez, sólo tal vez, este día sería un poco menos predecible.

—Sí, me parece bien. —respondí, y por primera vez en lo que parecía mucho tiempo, no me molestó tanto estar ahí.

Joe me miró desde lejos y me guiñó un ojo.

Sentí una rara conexión, cómo Bluetooth. Me lo imaginaba diferente. Pensé que sería el típico tipo hetero, fan del futbol, homofóbico y ofensivo. Pero no, creo que no.

—Y bueno, ¿no has pensado en cambiarte de deporte? Cómo el Básquet, Ping Pong, natación.

—Si, a natación, pero ninguno de mis amigos va en alguno de esos, entonces estaría solo, y no me gusta estar solo.

—Igual, yo quería entrar a Natación, me gusta más que el Fútbol, pero todos mis amigos entraron a Fútbol, así que entre.

La profesora de Educación Física sopla el silbato y nos llama al centro del campo. Nos pide formar uns línea. Eligió a dos representantes para cada equipó, los Rojos y los Azules. Somos 16 alumnos, seremos 8 y 8.

El profe selecionara a los capitanes de los dos equipos.

—Muy bien. Samantha Clikbo, capitana del equipo Rojos. Alex Asford, capitán del equipo Azules.

¿Qué? Enserio, mi amiga capitana de un equipo, y Alex capitán de otro. ¡Dios mío!

—Hagan un piedra, papel, o tijera para ver quién elije primero.

Sam y Alex hacen el piedra, papel, tijera, y...

Gana Samantha. Estoy seguro que va a elegir a su novio; Angel.

—Eligió a Angel. —Dice Sam con una sonrisa.

—Eligió a Lucca. —Dice Alex.

Ay no, rempampanos, caracoles, rayos y centellas. Hay no puedo decir groserías. Pero que carajos, me eligió a mi primero. ¡A MI! Me voy a morir.

—!Hola! .—Me saluda Alex.

Sentí cómo todo el calor se me subía al rostro. ¿Por qué Alex me eligió a mí primero? ¡A mí, que soy el último en correr tras la pelota! Caminé lentamente hacia el lado de Alex, intentando no parecer tan nervioso como estaba.

—Hola... —respondí, intentando que mi voz no sonara temblorosa.

Alex me sonrió, como si no fuera gran cosa. Yo, por otro lado, seguía procesando todo. ¿De verdad me había elegido a mí en lugar de cualquier otro? ¿Qué estaba pensando?

—Vamos a ganar, ya verás —dijo, animado, dándome una ligera palmada en la espalda.

Por dentro, quería decirle que ni siquiera me gustaba el fútbol, que preferiría estar en cualquier otro lado. Pero su confianza era contagiosa, y antes de que pudiera detenerme, me encontré asintiendo, aunque seguía sin creer en mis habilidades para el juego.

El partido comenzó, y aunque al principio sentía que me iba a desmayar de los nervios, algo cambió. Alex me pasaba el balón, y aunque no era perfecto, hacía que me sintiera parte del equipo. No me gritaba ni se molestaba cuando cometía errores. Incluso Joe, desde el otro equipo, me lanzaba miradas cómplices, como si no pudiera creer que de verdad estuviera intentando jugar.

—¡Buena, Lucca! —me gritó Alex después de que, de alguna manera, conseguí quitarle el balón a alguien.

Y ahí estaba otra vez, esa extraña conexión. No sé cómo ni por qué, pero sentía que Alex y yo realmente podíamos llevarnos bien, más allá de este estúpido partido. Quizá no era como pensaba, quizá no era el típico chico que sólo se preocupaba por el fútbol. Quizá era alguien que entendía más de lo que yo imaginaba.

Al final del partido, perdimos por un gol. Pero no me importó. Lo que sí me importó fue cuando Alex se acercó y, con una sonrisa sincera, me dijo:

—Jugaste bien, ¿te diste cuenta?

Me encogí de hombros, sonriendo tímidamente.

—No soy tan malo como pensaba. —dije, medio en broma, medio en serio.

Alex soltó una carcajada y me dio otra palmada en la espalda.

—Lo sabía. Sabía que no te podía juzgar por lo que se ve a simple vista.

Y por primera vez en mucho tiempo, me sentí... bien. Como si la rutina no fuera tan asfixiante. Como si hubiera algo más en esos días grises. Tal vez Alex no era tan diferente de mí después de todo.

Joe se acercó, sacudiendo la cabeza y sonriendo.

—Te vi ahí, te convertiste en Messi por un minuto. —bromeó.

—Cállate, Joe. —respondí, pero no pude evitar reírme también.

Después de esta clase nos toca Historia. Chisme Vintage en resumen, no me gusta Historia, es muy complejo todo. Que horror hacer líneas de tiempo, investigaciónes, resúmenes. Dios, que asco de materia, la odio.

—Ey, ¿que pasó? ¿Lucca Bradley jugando Fútbol? Esto debe entrar en los libros de Historia. —Dice Sebastián

—No seas idiota, Haha, solo fue, suerte. Aparte, ¿en libros de Historia?¿Enserio?

—Sipi, la materia más odidia por el famoso Lucca Bradley.

La clase de historia se me hace eterna. De verdad que la odio, ¿a las personas del sistema educativo no se les hará tedioso investigar tanto?

—Famoso, ojalá.

—Deberías de grabar tus canciones, escribes y cantas hermoso, Lucca. En verdad.

—Si quiero, y lo sabes, pero es muy costoso y aparte, no creo tener el apoyo.

Joe se giró hacia mí, mirándome con seriedad.

—Tú tienes talento, Lucca. No necesitas que alguien te lo diga. Pero entiendo que es difícil. Si alguna vez decides intentarlo, ya sabes que aquí estoy para ayudarte. Incluso puedo ser tu manager. —Sonrió con esa expresión suya que siempre me hacía sentir un poco más ligero, aunque sabía que hablaba en serio.

Suspiré, mirando al frente. Mi mente se llenaba de todas esas canciones que había escrito en la soledad de mi habitación, canciones que quizá nunca nadie más escucharía.

—Gracias, Joe. Ya veremos. Pero por ahora, sólo quiero sobrevivir a esta clase de historia. —Le di una palmada en el hombro, cambiando de tema para evitar pensar demasiado en mis propias inseguridades.

El día continuó, entre las interminables explicaciones del profesor de historia y los ocasionales comentarios sarcásticos de Sebastián. Pero algo dentro de mí había cambiado, y aunque seguía odiando la rutina, la idea de que las cosas podían ser diferentes ya no parecía tan imposible.

Finalmente sonó la campana que anuncio el fin de la clase de Historia, ahora sigue la que más me emociona genuinamente; Artes. Estaba ansioso, toca música, y la profesora Emma; profe de Música, me pidió que cantará una de mis canciones como diagnóstico.

Estuve indagando entre todas mis canciones, y finalmente me decidí por una. Esta canción la escribí cuando termine con mi primer "novio", si así se le puede llamar a ese patán.

"Lágrimas De Sangre" fue de las primeras que escribí, y es una canción fuerte, y que escribí con todo el sentimiento en mi corazón en ese momento.

—¿Qué clase le toca a Sam? —Dice Sebastián.

—Creo que Inglés, si no es que se volvió a escapar con su novio, otravez.

De repente siento que alguien viene corriendo detrás de mi y me abraza por detrás.

—Hola, ¿vas a artes?

Volteó y está Alex detrás de mi.

—Am, ho- hola. Sip, ¿Y tú? —. Dije nervioso, no me esperaba su llegada.

—¡Tambien!, ¿Vamos juntos? Quiero hablar contigo de algo.

—Claro, vamos juntos —le respondí a Alex, sintiendo un ligero nerviosismo en la voz.

No me lo esperaba, pero algo en su manera de ser me hacía sentir menos tenso. Mientras caminábamos hacia el salón de Artes, me sorprendió lo natural que se sentía su compañía. Era como si esa barrera que pensaba que existía entre nosotros, de alguna forma, se hubiera desvanecido.

—Oye, Lucca —dijo Alex mientras caminábamos—, ¿es cierto que escribes canciones?

Me detuve por un segundo, algo sorprendido. ¿Cómo lo sabía? Solo Joe y algunos amigos cercanos lo sabían, pero nunca había hablado de ello con Alex. Es el segundo día que hablamos.

—Eh... sí. Escribo algunas cosas. No es gran cosa, solo... lo hago para mí. —traté de restarle importancia, pero sentí mis mejillas arder.

Alex sonrió, mirándome con una mezcla de interés y algo más que no pude descifrar del todo.

—Eso es genial. A mí también me gusta escribir. Y cantar, de hecho —dijo, casi con timidez, como si no estuviera acostumbrado a decirlo en voz alta.

—¿De verdad? —pregunté, genuinamente sorprendido.

—Sí, pero nunca lo he compartido con nadie... bueno, casi nadie. —Bajó la mirada un momento, antes de volver a mirarme—. De hecho, hay una canción que escribí hace tiempo. Se llama "Cicatrices". Es sobre... bueno, sobre esas cosas que dejamos atrás pero que siempre se quedan con nosotros, como heridas que no terminan de sanar.

La sinceridad en sus palabras me descolocó un poco. Nunca hubiera imaginado que Alex, el chico que había conocido en la clase de Educación Física, tuviera ese lado más profundo. Me di cuenta de que, al igual que yo, también cargaba con sus propias cicatrices.

—¿Te gustaría escucharla algún día? —preguntó, nervioso.

Asentí sin dudarlo.

—Claro, me encantaría escucharla.

Alex sonrió, esta vez con más confianza.

—Quizá en la clase de Artes, si hay tiempo. Me gustaría cantártela.

—Por cierto, ¿Cómo sabes que escribo? —. Pregunté.

—Ah, jaja, esque... Ayer te busque en insta, y vi un video tuyo cantando una canción, y decía que era tuya, así que, así lo descubrí. Te quería mandar mensaje pero me dio pena.

—Ah, jaja, bien.

Que estúpido, debí haber borrado esos videos hace tiempo. Que vergüenza, que tal si cante mal y el me escucho, que cringe.

Mientras entrábamos al salón, me di cuenta de que tal vez esta no sería otra clase rutinaria. Algo estaba cambiando, y aunque todavía no sabía del todo qué era, sentí que no estaba tan mal.

Nos sentamos juntos. Entró la directora y nos dijo que la profe de había retrasado ya que tuvo problemas personales y tuvo que salir, pero regresaba pronto. Así que Alex aprovecho para cantarme su canción.

—Mm, bueno, ya que no hay profe, cantarme tu canción, ¡aunque sea un pedacito! ¿Si? —Dije.

—Jaja, dios que pena, pero bueno, aquí voy. —. Alex saca su teléfono, abre sus notas y busca su canción. —Muy bien, aquí voy. —Alex toma aire y... —Mi corazón, late por tu amor

Un amor, que nunca fue pa' mí

Y es que dime cómo sano este dolor

Que sinto al recordar esos

momentos que pasamos mi amor.

Yo te amaba de verdad

Mis sentimientos eran real

Pero jugaste tu con ellos

Y ya no hay marcha atrás

Pues mi corazón se rompe

Lágrimas que me corrompen

Pues ya vi la realidad

Tu amor no era de verdad

Cicatrices que no sanan

Lágrimas que ya no paran

Ojos rojos que delatan

Que eh llorado por tu amor

Cicatrices que no sanan

Lágrimas que ya no paran

Ojos rojos que delata

Que aún te extraño y no lo puedo ocultar...

Dios mío, me quiero lanzar a abrazarlo y besarlo y decirle lo espectacular que lo hizo, pero eso solo va a pasar en mi mente.

—Jaja, hasta ahí, la escucharás completa cuando la grabé, si es que pasa.

—Está hermosa, tienes que grabarla si o si, ¡yo soy tu fan número uno!

—¿Y tú? Cantante una tu a mí.

—Em, esque no me acuerdo bien de la letra, talvez después.

—Mm, ¡está bien!

Llegó la profesora de Artes, así que ya no pudimos seguir platicando.

—Buenos días queridos alumnos, una disculpa la tardanza. Lucca, tu canción se pospone. Te tengo noticias, el próximo viernes tendremos un concierto aquí, en la escuela, así que te quiero invitar a que cantes ahí. Te paso toda la información en un rato. ¡Vale!

—¿De verdad? ¡Ahh, okey, está bien!

—¡Vas a cantar! Tengo que estar ahí, definitivamente.

—Ni lo pienses, que pena, nop. Absolutamente nop.

—Bueno, de igual forma estaré ahí.

Bueno, Viernes, te espero con ansias...