Me siento en un rincón del bar abandonado, rodeado de ventanas rotas y muebles destrozados. Mientras afuera se escuchan los gritos de los zombis acercándose, escribo en mi diario con una pluma casi vacía, mi mano tiembla ligeramente. Mi mirada se pierde en las hojas blancas, recordando momentos pasados mientras la oscuridad del apocalipsis me rodea.
Seis meses antes. 16 de octubre de 2027.
Eran las diez y media de la noche, regresa a mi departamento. Recuerdo que haber salido a la tienda para comprar comida para la noche, unas hamburguesas, pan, una bebida entre otras cosas más. Iba de regreso a casa. La noche era muy tranquila, el cielo estaba estrellado y el silencio en las calles era espectacular. Seguía caminando y disfrutando el pequeño paseo a la tienda, sobre todo en una noche tan calmada y apacible. Pero luego todo eso se fue al demonio. Un helicóptero irrumpió estruendoso sobre la dócil noche. Seguramente buscando a algún criminal, cosa frecuente por estos lados.
Llegue hasta el edificio donde vivía, tome el ascensor hasta el piso nueve y antes de darme cuenta ya estaba frente a la puerta de departamento.
Abrí la puerta esperando que algo saltara encima de mí, como cada vez desde que llegamos aquí. Pero esta vez fue diferente. Ella no volvería hasta dentro de tres días, había salido la semana completa para pasar algo de tiempo con sus padres. Toda la sala se sentía vacía. Le faltaba ruido, ¿sabes? Ese ruido que causa la ausencia de alguien a quien siempre das por sentado que siempre estará ahí. aunque no te equivoques, no era tristeza lo que sentía, yo sabía que ella volvería pronto, pero era una sensación curiosa. Cuando por fin espabilé, rápidamente procedí a preparar una hamburguesa, luego me senté en el sofá y comencé a mirar las noticias con mi teléfono.
Realmente no había nada interesante, bueno, había una sobre el regreso de las mascarillas por una supuesta nueva pandemia. Seguramente solo información falsa, pues toda la información carecía de claridad. Si había alguna noticia que realmente valiera la pena destacar es, que, Eva Elfie, actriz del cine para adultos había sido vista en los ESport. Una noticia bastante antigua por lo demás.
Sin nada más que hacer, me tiré sobre el sofá, que se sentía demasiado grande para mi gusto. Sin darme cuenta me quede dormido.
3:25 am.
Desperté en la madrugada. Aún no despertaba del todo y sentía que mi cuerpo pesaba. Me quede ahí, sentado sobre el sofá como por 5 minutos, solo estaba contemplando la nada hasta que un disparo se escuchó afuera. El sonido fue demasiado cerca, tanto que mi cuerpo reaccionó dando un saltito. Curioso caminé hasta la venta para camuflarme tranquilamente entre las cortinas. Con un rápido movimiento de ojos busqué entre la los árboles, autos y callejones alguna señal de vida. Antes de que pudiera dar la zona por despejada… otro disparo sonó. Rápidamente, volví la cabeza hacia el sonido… otro más. Un hombre de unos cuarenta y tantos, con camisa azul y jeans negros había abierto fuego en contra de quien parecía ser una mujer. Desde donde me encontraba no tenía una visión clara de la mujer, pero me dio la impresión de ser más joven que el tipo azul.
El hombre corrió hacia un auto rojo e intento abrirlo, pero supongo que era la primera vez que le disparaba a una persona o la adrenalina después de tantos disparos era demasiada. Porque al meter las llaves estas se le soltaron y cayeron. El se agachó para recogerlas, mientras lo hacía, el giró para mirar a la mujer. Sorprendentemente ella seguía de pie y avanzaba hacia el hombre con dificultad. El sujeto por fin había abierto la puerta y antes de entrar en el auto pateo a la mujer tirándola al piso y efectuó un nuevo disparo. El auto rojo poco a poco desapareció.
Yo seguía mirando, pero no veía a nadie llegando al lugar. De verdad, ¿nadie había despertado con los disparos o tenían miedo después de ver tal escena? Pero no veía ni una luz encendida. ¡maldición! Si aún seguía viva y no había zonas vitales dañadas por lo menos había que evitar el sangrado dentro de lo posible. Corrí hasta mis zapatos y rápidamente me los puse, acto seguido Sali corriendo hacia la mujer tirada en el suelo de la calle.
Mientras bajaba en el ascensor llame a una ambulancia, pero nadie respondió. Al salir del ascensor instantáneamente me puse a correr, mientras seguía con el celular pegado al oído, pero solo escuchaba el tono de espera.
Cuando llegué con la mujer ella estaba inmóvil de cara al cielo y yo algo dudoso sobre hacer algo. ¿Qué tal si luego me acusaban de matarla? Pero maldición, mis ganas de ser un héroe eran mas grandez y finalmente me agaché y comencé a revisarla. Y efectivamente, había cuatro agujeros de bala. Dos en el abdomen, uno el lado derecho de su pecho y uno más en el brazo derecho. Había mucha sangre en toda su ropa y ahora comenzaba a cubrir el asfalto poco a poco. Ella parecía no respirar, pero solo por si acaso me acerqué hasta su boca y pasé mi oreja izquierda casi rosando sus labios. Ya no respiraba. Di un último vistazo a la sangre que seguía avanzando sobre el pavimento. Sentí un poco de nauseas. Entonces cuando estaba a punto de levantarme… gggrr
La mujer en un movimiento inhumano logró levantar todo el torso, acercando su cabeza a la mía como si se tratase de un látigo. Estaba demasiado cerca, su mandíbula estaba tan abierta que pude ver toda su dentadura. No sé cómo, pero de alguna manera alejé mi cara de sus dientes unos segundos antes de que ella pudiera arrancarme la mejilla. Me levanté velozmente y quedé paralizado al ver cómo era capaz de levantarse en ese estado. Ella ni siquiera debería estar viva. Ahora podía verla bien, no estaba distraído con tanta sangre. Ella estaba pálida, sus ojos no tenían nada, solo eran blancos. Botaba sangre por la nariz y boca. Ella seguía haciendo esos molestos gruñidos. Fue ahí cuando me percaté. Era un zom...
La mujer avanzaba hacia mí, mientras yo retrocedía y le decía que la ayuda estaba en camino, que por ahora se mantuviera quieta, pero solo seguía gruñendo. De pronto empezó a caminar más rápido, ella quería morderme.
Sus movimientos eran torpes y su cabeza seguía moviéndose como la de un Funko Pop así que de cierta forma no era muy difícil mantenerla alejada. Di un vistazo rápido hacia las ventanas de los demás edificios y casas, ni siquiera había una ventana iluminada. ¿De verdad nadie se había percatado de los disparos?
Ella se lanzó hacia mí, pero esta vez fue algo más rápida. La sostuve de los hombros mientras seguía gruñendo y lanzando mordiscos a diestra y siniestra. Fue entonces cuando la sirena de una patrulla policial me puso los pelos de punta. Ellos pensarían que yo le hice esto si me vieran forcejeando con ella de esta forma. La patrulla venia desde la dirección en que se había ido el auto rojo de antes, lo sabía porque ahora podía ver esas luces rojas. Empecé a sentir pánico. Tanto que mis manos apretaban casi con rabia los hombros de la mujer.
Yo la empuje con todas mis fuerzas hacia atrás, la empujé tan fuerte que ella perdió el equilibrio y cayó con su nuca golpeando el pavimento. Estuvo quieta durante unos segundos, hasta pensé que esta vez sí había muerto, pero no. Ella volvió a moverse. Pero yo no podía permanecer más tiempo ahí. Corrí lo más rápido que pude hasta volver a mi edificio.
Corro hasta la puerta de mi departamento. Mi rostro estaba sudoroso y mis ojos abiertos de par en par, llenos de terror. La llave tiembla en mi mano mientras intento abrir la puerta abrir la cerradura. Finalmente logro entrar y cierro la puerta detrás de mí, apoyándome en ella para recuperar el aliento.
Mi mirada recorre nerviosamente el espacio, como si esperara encontrar algo peligroso en cada sombra. Me dirijo hacia el sofá y me derrumbo en él, cubriéndome la cara con las manos. Mi respiración es agitada y puedo sentir el latido de mi corazón en los oídos. En mi mente, la imagen de la mujer sigue repitiéndose: los ojos vacíos, la boca abriéndose en un grito silencioso. Me estremezco al recordar su mandíbula abierta hasta mas no poder.
Me levanto bruscamente y me dirijo hacia la cocina para buscar algo que me ayude a calmarme. Abro la nevera y saco una botella de agua, bebiendo directamente de ella. Luego me apoyo en la encimera, intentando recuperar la compostura. Pero no puedo sacudirme la sensación de que la mujer puede estar justo detrás de la puerta, esperando para entrar. Me acerco a la ventana y mira hacia afuera, buscando alguna señal de peligro. La calle esta vacía y oscura, solo iluminada por las farolas.
Me quedo allí, paralizado por el miedo, preguntándome que hacer a continuación.