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Chapter 20 - La verdad

La academia había cambiado. Kaeleen lo notaba en los susurros que parecían seguirlo a todas partes, en las miradas que evitaban la suya, y, especialmente, en la manera en que sus compañeros hablaban de él con creciente desconfianza. Sabía que había tenido problemas para controlar su mana oscuro, pero jamás había sentido un ambiente tan cargado de hostilidad y tensión.

Esa mañana, entró a la clase de historia con una sensación de incertidumbre. El profesor encargado era el padre de Luka, uno de los bullies que disfrutaba atormentándolo. Desde el primer instante, Kaeleen sintió que algo andaba mal; el profesor, un hombre alto y de facciones rígidas, tenía una presencia imponente y un tono de voz que no dejaba espacio para cuestionamientos. Las lecciones de historia siempre eran tensas cuando él enseñaba, y Kaeleen presentía que ese día sería aún peor.

Mientras el profesor relataba la historia de los conflictos entre las razas de Aether y las primeras manifestaciones de magia oscura, Kaeleen no pudo resistir la tentación de preguntar algo que lo había inquietado desde hacía tiempo.

"Profesor," comenzó con cautela, levantando la mano, "¿qué ocurrió con aquellos que practicaban magia oscura en el pasado en Ethelia?"

El profesor detuvo su relato y, sin disimular su molestia, dirigió una mirada fría y calculadora hacia Kaeleen. Un murmullo de incomodidad recorrió el aula, y Kaeleen sintió que todos los ojos estaban sobre él. El profesor esbozó una sonrisa irónica antes de responder, su tono cargado de sarcasmo.

"Kaeleen, parece que tienes un interés particular en el tema de la magia oscura." Su voz era baja pero cortante. "Quizá deberías reflexionar sobre si realmente perteneces a esta academia, o si sería más prudente que mantuvieras tus preguntas para ti mismo."

El comentario provocó risas entre algunos de sus compañeros, y Kaeleen sintió la humillación y la frustración quemándole el rostro. Antes de que pudiera defenderse o aclarar su pregunta, el profesor hizo un gesto severo y ordenó:

"Sal de mi clase inmediatamente. Dirígete a la oficina de la directora y espera allí hasta que ella pueda hablar contigo. Aquí no toleraremos interrupciones innecesarias."

Kaeleen, con el corazón acelerado y las miradas de sus compañeros clavadas en su espalda, recogió sus pertenencias. Salió del aula conteniendo la ira y la humillación que amenazaban con desbordarse. Sabía que aquello no había sido más que una maniobra del profesor para exponerlo y, probablemente, para cumplir con algún deseo de su hijo Luka de intimidarlo aún más.

Con la cabeza llena de pensamientos confusos, Kaeleen caminó hasta la oficina de la directora, intentando calmarse y recordar que nada de esto era su culpa. Sin embargo, la humillación de ser enviado allí por una simple pregunta lo carcomía. Al llegar, la directora estaba concentrada en sus papeles, pero al verlo entrar, lo observó con una mezcla de curiosidad y ligera preocupación.

"Kaeleen, ¿qué sucede? Parece que tienes algo que decirme," dijo la directora en un tono suave, dejando de lado sus papeles.

Kaeleen apenas pudo abrir la boca cuando sintió que el aire en la sala cambiaba. De repente, la puerta de la oficina se cerró bruscamente con un estruendo. Una energía densa y oscura llenó el ambiente, y sin previo aviso, tres figuras encapuchadas aparecieron a su alrededor. Sus manos brillaban con una luz oscura, y sus movimientos calculados demostraban que habían llegado con un propósito claro.

La directora se levantó de inmediato, colocándose frente a Kaeleen y extendiendo un brazo para crear una barrera de mana que los rodeó a ambos. "¡Atrás! Este estudiante está bajo mi protección," exclamó con una voz llena de determinación, sus ojos fulgurando con el reflejo del mana.

Los encapuchados intercambiaron miradas y se lanzaron al ataque, lanzando poderosas ráfagas de mana oscuro contra la barrera de la directora. Cada impacto hacía que el escudo temblara y se agrietara poco a poco. Kaeleen apenas podía creer lo que estaba viendo. La directora estaba completamente enfocada en mantener la barrera, pero la fuerza combinada de los ataques estaba superándola.

"¡Directora!" gritó Kaeleen cuando vio cómo el escudo se rompía bajo la embestida de un último y devastador ataque. La directora fue lanzada contra la pared, y Kaeleen pudo ver las heridas en su rostro y cuerpo mientras caía al suelo, jadeando de dolor y apenas consciente.

Los encapuchados avanzaron hacia él, pero antes de que pudieran atacarlo, se escucharon pasos apresurados y gritos en el pasillo. Los profesores, alertados por el ruido, estaban acercándose rápidamente. Los atacantes miraron a Kaeleen con desprecio antes de desvanecerse en la oscuridad, dejando la oficina destrozada y a la directora en estado crítico.

El ataque no tardó en generar rumores en toda la academia. La directora fue llevada de inmediato a la enfermería, pero su estado era delicado y el mana oscuro impregnado en la oficina solo complicaba más las cosas. Como el único testigo, Kaeleen fue rápidamente señalado como el sospechoso. La historia de su afinidad con el mana oscuro y la reciente discusión con el profesor ayudaron a formar una narrativa en su contra, y no tardaron en confinarlo en una celda de la academia para realizar una "investigación."

Sentado en la penumbra de la celda, Kaeleen repasaba una y otra vez los eventos en su mente. La impotencia y el sentimiento de traición se enroscaban en su pecho, y por primera vez sintió que tal vez todos los esfuerzos que había hecho para controlar su poder habían sido en vano. La academia, ese lugar que debía ser un santuario de aprendizaje, se había convertido en una prisión hostil.

Horas más tarde, cuando el silencio era absoluto en los pasillos de la academia, Kaeleen escuchó pasos ligeros acercándose a su celda. Miró a través de los barrotes y distinguió las figuras de Elise y Borik, quienes habían logrado esquivar la vigilancia de los guardias para ayudarlo.

"Kaeleen, sabemos que no fuiste tú," susurró Elise, mirándolo con determinación y compasión. "No podíamos quedarnos de brazos cruzados mientras te culpan injustamente."

Borik, con una mirada cómplice, abrió la celda con una llave que habían robado de la sala de los guardias. "Vámonos antes de que alguien nos descubra," murmuró, lanzándole una mirada a Kaeleen para que lo siguiera.

Sin pensarlo dos veces, Kaeleen salió de la celda y siguió a sus amigos a través de los oscuros pasillos de la academia. A pesar del riesgo, sus corazones latían con fuerza mientras avanzaban en silencio, evitando ser vistos por los guardias que patrullaban. Finalmente, Elise los guió hacia una puerta escondida en una sección remota del edificio, que había descubierto tiempo atrás. La puerta llevaba a un pasillo que descendía a las profundidades de la academia, una zona prohibida y de la cual se rumoreaban historias de lo que yacía en su interior.

"¿Estás segura de esto, Elise?" susurró Borik, mirando el oscuro pasillo con desconfianza.

"Es nuestra única opción," respondió ella. "Necesitamos encontrar pruebas de lo que realmente ocurrió para demostrar la inocencia de Kaeleen."

A medida que avanzaban, la luz se hacía cada vez más escasa y el aire se volvía denso. Tras varios minutos de caminar en penumbras, llegaron a una enorme sala iluminada por un tenue resplandor azulado.

Los ojos de Kaeleen, Elise y Borik se abrieron con horror al ver lo que había en aquella sala. A lo largo de las paredes, docenas, quizás cientos, de tubos de cristal contenían criaturas grotescas flotando en un líquido verdoso. Las formas de los seres en su interior eran tan extrañas que parecían salidas de una pesadilla: criaturas fusionadas con extremidades de diferentes especies, quimeras con rostros deformes, colmillos, múltiples ojos y cuerpos desproporcionados. Cada tubo parecía guardar una abominación diferente, y el eco del líquido burbujeando hacía que el ambiente fuera aún más inquietante.

"¿Qué es todo esto?" murmuró Borik, paralizado mientras observaba una de las criaturas con ojos rojos y múltiples brazos en su contorno.

Elise, con la voz temblorosa, respondió, "Parece algún tipo de laboratorio secreto… Esto no debería estar aquí, en la academia. ¿Qué clase de experimentos están haciendo?"

Kaeleen miraba cada tubo con una mezcla de fascinación y repulsión. Sentía cómo la energía en la sala vibraba con una presencia oscura, un rastro de mana que era imposible ignorar. Pero lo que más le preocupaba era la cantidad de estas quimeras y criaturas; algo así no podía ser accidental. Todo apuntaba a un propósito oscuro y oculto, algo que iba más allá de su comprensión.

De repente, un sonido de pasos firmes se escuchó acercándose. Los tres amigos se miraron con terror y, rápidamente, se escondieron detrás de unos barriles y cajas apiladas al fondo de la sala. Contuvieron la respiración mientras observaban cómo varias figuras encapuchadas ingresaban, rodeando a una figura reconocible para Kaeleen: el profesor Seraphis. A su lado, un hombre corpulento con una espada colgando en su espalda también ingresó, caminando con seguridad y una presencia imponente.

"El ritual debe ser ejecutado con precisión," dijo el encapuchado fornido, su voz profunda resonando en la sala. Kaeleen sintió un escalofrío, porque aquella voz le resultaba familiar. "Cada sacrificio es esencial para liberar la verdadera fuerza del mana oscuro. Si no lo hacemos de manera correcta, todo esto será en vano."

Kaeleen, con el corazón latiendo rápidamente, intentó acercarse un poco más para escuchar mejor, creyendo que tal vez podría reconocer aquella voz y descifrar el enigma detrás de sus palabras. Pero, en su movimiento, su pie tropezó con una cadena de hierro en el suelo, produciendo un sonido metálico que resonó en la sala, cortando el aire como un cuchillo.

El profesor Seraphis giró bruscamente en dirección al ruido, sus ojos entrecerrándose mientras escaneaba la sala. "¿Quién está ahí?" exclamó, y con una seña, ordenó a los encapuchados investigar el rincón donde Kaeleen y sus amigos estaban escondidos.

Sin esperar a ser descubiertos, los tres amigos se levantaron de inmediato y salieron corriendo, huyendo por el pasillo opuesto. El eco de sus pasos retumbaba en las paredes de piedra, y escuchaban las voces de sus perseguidores y el sonido de sus pisadas cada vez más cerca.

"¡Rápido, por aquí!" gritó Elise, guiándolos hacia un estrecho corredor a su derecha.

A través de una serie de giros y corredores oscuros, Kaeleen, Elise y Borik lograron esquivar a los encapuchados, pero sus perseguidores no se daban por vencidos. Justo cuando parecía que estaban a punto de alcanzarlos, los tres amigos encontraron una salida inesperada, una pequeña puerta que daba a un claro en las afueras del bosque donde Kaeleen solía entrenar con su profesor.

"¡Por aquí, deprisa!" susurró Borik, mientras abría la puerta y la mantenía para que Elise y Kaeleen pudieran pasar. Una vez fuera, cerraron la puerta tras ellos y se apresuraron a alejarse por el bosque. Sin embargo, no habían avanzado mucho cuando dos figuras encapuchadas lograron alcanzarlos y bloquearon su camino, alzando sus manos cubiertas de una oscura energía mágica.

"No pueden escapar de nosotros tan fácilmente," gruñó uno de ellos, lanzando una ráfaga de mana oscuro que se dirigía directamente hacia Kaeleen.

Kaeleen levantó una barrera oscura para defenderse, pero el ataque era más fuerte de lo que esperaba. La ráfaga chocó contra su escudo, desestabilizándolo y haciéndolo retroceder. A su lado, Elise y Borik se preparaban para defenderse, pero sus fuerzas estaban muy por debajo de las de sus enemigos.

La lucha fue rápida e intensa. Elise y Borik intentaban contraatacar con magia elemental, lanzando hechizos de agua y viento, pero los encapuchados parecían anticipar cada uno de sus movimientos. En un momento, Borik fue derribado por un ataque directo, y Elise cayó al suelo, jadeando mientras trataba de mantener un escudo básico que apenas podía resistir la fuerza de los ataques.

Kaeleen, al ver a sus amigos heridos y agotados, sintió que la ira comenzaba a arder en su interior, y con ella, el mana oscuro comenzó a arremolinarse a su alrededor. "¡No se atrevan a lastimar a mis amigos!" gritó, sintiendo cómo el poder oscuro crecía en su interior, alimentado por su desesperación y furia.

Sus ojos se oscurecieron y el mana oscuro salió de él en oleadas, envolviéndolo como una tormenta de sombras. Los encapuchados vacilaron por un instante, sorprendidos por la intensidad de la energía que Kaeleen estaba liberando. Pero aquello solo los enfureció más, y lanzaron sus ataques con mayor determinación.

Kaeleen apenas era consciente de sus propios movimientos. Su poder se desbordaba sin control, y las sombras parecían cobrar vida propia, arremetiendo contra los encapuchados con una furia inhumana. Los enemigos fueron lanzados hacia atrás, golpeados por la fuerza de las sombras, mientras Kaeleen sentía cómo el mana oscuro lo consumía.

El estruendo de la batalla y el brillo del mana oscuro atrajeron la atención de algunos profesores de la academia, quienes se apresuraron hacia el lugar. Al escuchar el acercamiento de los profesores, los encapuchados intercambiaron miradas y, sin decir una palabra, se retiraron rápidamente, desapareciendo en la penumbra del bosque.

Cuando los profesores llegaron al claro, encontraron a Kaeleen desplomado en el suelo, exhausto y desmayado, con Elise y Borik heridos a su lado.