- Kate ¿Dónde estabas? Llevo rato buscándote, George está preguntando
por ti - Su nariz se arruga y hace un gesto de desagrado. - Por cierto, siempre
me ha gustado tu perfume. Pero ¿no crees que te pusiste demasiado? La comida va
a quedar impregnada con tu aroma.
- Ja ja. – Respondí impregnando sarcasmo en mi risa. – Mi perfume se
volcó y cayo todo en mi bolso, ¿vez? – Expliqué, le mostré la mancha que había
en mi blusa blanca.
- Bueno, por lo menos la bufanda cubre la mancha, pero el olor se
quedará mucho tiempo. – Dijo mientras ajustaba la bufanda. - De esa manera no
te me pierdes entre la multitud.
Caminamos a la cocina para recibir las instrucciones. Me coloco la
bandeja al hombro y comienzo a caminar entre los invitados repartiendo la
champaña y tratando de ser invisible. La noche estaba transcurriendo de manera
casual y muy lentamente, por suerte y después de una eternidad, llaman al
comedor para servir la cena.
George me llama a la cocina y me da instrucciones para servir a la mesa
principal, cuando una de las compañeras con las que casi siempre me habia
topado cuándo hacía éste tipo de trabajos para Leslie.
- Ekatherina, exquisito tu perfume, pero un poco exagerando en cantidad.
- Dijo imitando a una de las encargadas que habia señalado ésto antes.
Maldito perfume.
Un poco avergonzada le expliqué lo sucedido y me dirigí con la bandeja a
servir a los invitados, le resté importancia y me concentré para continuar con
mi trabajo.
Miro el reloj, a penas las nueve treinta. La noche sería larga.
Comienzo a servir los platos a los invitados, una mesa de 10 sillas, pero solo 8 persona sentadas a su alrededor, todo iba muy bien, los platos en los puestos restantes eran servidos calientes y retirados fríos, intactos, de repente tuve una sensación extraña, por segunda vez en la noche, un escalofrío
recorrió mi columna y me puse tensa. Alguien me estaba viendo.
- George, hay dos asientos vacíos, creo que esos invitados no llegaron.
- Ya fui informado. - Dijo mientras revisaba su teléfono. - Se pidió servir ambos puestos, ya que los invitados están en el lugar, pero al parecer algo los retrasa.
No le di importancia. Ordenes son órdenes.
Al fin era hora de servir el postre, uno de los dos puestos vacíos había
sido ocupado, un hombre de traje azul y cabello negro y liso peinado hacia
atrás que rozaba con el borde de su camisa blanca estaba sentado.
- No puede ser. – Pensé, pero no pudo haberme visto, además, había
suficientes empleadas como para que pudiese ser reconocida como la persona que estaba escuchando tras la puerta, tomé un respiro profundo y me encaminé a paso
decidido hacia él, al acercarme a la mesa principal una tromba de color rojo se
precipita sobre mí y me hace derramar la bandeja sobre la mesa y algunos
invitados, pero casi todo, cayó sobre él, de todos en el mundo, precisamente
él.
Su traje azul, ahora amarillo por el soufflé derramado sobre él, con la
mitad de la barba perfectamente recortada sobre su mandíbula cuadrada embarrada
de la espesa crema, se pone de pie y gira bruscamente, sus ojos que me veían
fijamente fueron retirados casi al instante en que subí mi mirada, para fijar
su ira a casi treinta centímetros por encima de mi cabeza, el objeto de su ira,
que por algún motivo, no era yo, sus ojos, había algo extraño en ellos, no parecían
ser iguales, se veían misteriosos, no pude detallarlos. Alguien haló el frente
de mi blusa, me apartó de un tirón y que de inmediato me hizo caer al suelo.
- ¡¡Oye!! ¡Ten más cuidado! ¿No sabes lo que haces? Eres una incompetente. - La rubia de pechos gigantes con rostro de haberse tomado medio pub se inclinaba sobre mí y manoteaba mi rostro mientras gritaba.
Yo aún no salía de la conmoción cuando Leslie se acercó corriendo hacia
mi sin entender nada.
- ¡Kate! ¿Estás bien? ¿Qué ocurrió? – Preguntó en busca de respuestas. -
Vamos, te ayudo a ponerte de pie. – Mi amiga se dispone a levantarme, pero yo
solo me preocupo por la rubia que me sigue gritando
George, que había llegado durante la conmoción coloca su chaqueta sobre
mis hombros, en medio del alboroto saltaron varios botones de la blusa y la
tenía sujeta con un solo botón exponiendo mi ropa interior, mientras de manera
impotente intentaba cubrir mi pecho.
Silencio absoluto de la sala, el hombre de ojos extraños había fijado su
mirada en mi, y no quitaba la vista de mi rostro, los ojos entrecerrados y sus
largas pestañas proyectando sombra sobre su mirada, que ojos tan extraños,
apartó la mirada y la fijó en la rubia, la temperatura bajó de repente y no me
quise quedar a ver. George me ayudó a ajustarme la chaqueta para cubrirme y me
sacó de allí directo a la habitación destinada para el personal de servicio.
- Sr. Callaghan, lo siento muchísimo, le juro que no sé qué ocurrió, sé que ésta noche es importante para usted... yo... de verdad asumo la responsabilidad…
Su dedo se dirigió a mis labios y me silenció.
- Ekatherina, sé que te dije que me llamaras Sr. Callaghan, pero fue por
motivos de etiqueta y para mostrar profesionalismo ante mis posibles futuros
clientes, pero en éste momento no me importa ninguno de ellos. – Dijo mirntras
me auxiliaba - Ahora soy George. Y no te preocupes, yo vi lo que pasó. Iba a
saludar a una persona cuando inició todo. - Por suerte él sabía lo que había
ocurrido, porque yo aún estaba tratando de entenderlo.
Estaba tratando de cubrirme cuando alguien entra a la habitación, de inmediato veo que es el hombre de traje azul.
- Toqué. – Dijo a penas entrar. - Pero al no recibir respuesta, pensé que no había nadie. - Su voz grave era hipnotizante, con un borde de ira y un deje seducción, sus labios delgados formaban una mueca que lo hacía ver intrigante, a pesar de que parecía intentar ocultar su incomodidad, no se si
por haber ingresado sin avisar o por pensar que estaba interrumpiendo algo
entre George y yo. Me fije en el traje, el cual estaba arruinado, la camisa
blanca se había manchado y los restos del postre derramado hacían machas verdes
en su traje.
George se acercó al hombre y le extendió la mano.
- Sr. Gallagher, lamento mucho lo ocurrido. – Dijo George tratando de disculparse - Usted entenderá que todo fue un accidente y… - Una mano detuvo la verborrea de George.
- No se preocupe. – Dijo sin fijarse mucho en él. - Pensé que mi acompañante ya se había ido a su casa, sé perfectamente que la culpa no es de su empleada. – Dijo de forma vaga - Todo fue un inconveniente causado por mi
invitada.
- Agradezco su comprensión Sr. Gallagher. Si me disculpa señor, iré a
reorganizar al personal para compensar todo, ya vuelvo - George se excusó con
ambos, pero antes de salir éste lo llamó y de inmediato captó toda su atención.
- Sr. Callaghan, su chaqueta, llévesela, no puede salir a atender a los
clientes solamente con una camisa y corbata. - Se acercó a mí, retiró la
chaqueta de mis hombros sujetándola a penas con dos dedos y se la tendió a
George.
- Pero, ella la necesita… - Alegó George quien de inmediato fue interrumpido con un ademán.
- Yo me encargo de compensarlo, finalmente está así por culpa de quien
era mi acompañante.
- Está bien George, yo tengo mi abrigo. – Tomé la chaqueta de las manos
del hombre y se la entrego a George, decidí salir de la habitación dejando al
pobre hombre con el desastre en que se había convertido su traje y me dirigí
hacia el baño de empleados a penas cubierta con los restos de mi camisa, fui
directo a donde estaba mi casillero mientras intentaba cubrirme lo mejor que
podía con los girones en que se habia convertido mi camisa. Me quedé sola en el
baño, mi abrigo aún estaba húmedo y goteando agua, pero era mejor que nada, me quité la camisa y la deje sobre la cartera.
Que día tan espantoso, creo que no podría ser peor, me coloqué los audífonos y lo conecté a mi teléfono, necesito escuchar a Queen a todo volumen y con mi abrigo puesto en los hombros me senté a pensar en que no quería tener otro día como éste. Necesitaba la oportunidad de demostrar lo que podía hacer y salir adelante.
Estaba totalmente concentrada en la música, cuando una mano se posa de
repente en mi hombro y me sobresalta.
- Toqué, pero nadie abrió. – Se excusó nuevamente. - Ese abrigo está
mojado, te vas a resfriar. - Era él, el Sr. Gallagher llevaba una camiseta
blanca, vaqueros a la cadera y una chaqueta de cuero color café.
Sus ojos fijos en los míos, me dejaron sin palabra, por supuesto, con la
luz blanca del baño podía distinguir la diferencia, eso era lo extraño, uno
verde y el otro azul. Totalmente fijos en los míos. Se quita su chaqueta y
retira el abrigo de mis hombros, de repente su mirada se dirige a mi costado y
se detienen en mi cicatriz, entonces me doy cuenta que sólo llevo sujetador.
Cubro mi abdomen como suelo hacerlo normalmente, me avergüenza más mi cicatriz que cualquier otra parte de mi cuerpo.
Acepto el ofrecimiento de su chaqueta y la coloco alrededor de mis hombros, estaba tibia, y olía a colonia, era un aroma muy suave, como madera, definitivamente le quedaba ese aroma.
- Muchas gracias, ya me siento mejor. - Le digo mientras me deleito en
su aroma.
- No hay de qué. – Dice con un ligero asentimiento. - Me siento responsable por lo ocurrido.
Noto que no retira los ojos de mi costado izquierdo así que le doy la espalda y meto mis brazos en las mangas y los cruzó sobre mi abdomen, es muy
grande, pero me sirve de algo más que mi abrigo.
- ¿Es costumbre suya entrar al baño de mujeres? – Pregunto para desviar
su atención. – Igual de no haber nadie, el baño de hombres está al otro lado.
Pone cara de haber sido pillado, pero no de arrepentimiento o culpa por mi comentario, su sonrisa hace eco en el baño y me giro de inmediato ¿se está burlando de mi?
- Lo admito, tu aroma me guió hasta aquí, llevo toda la noche con tu perfume persiguiéndome. – Dijo como si fuese algo normal. - Por cierto, ¿no sabes que es de mala educación escuchar a escondidas las conversaciones de los demás?
- No sé de qué está… - me interrumpo en medio de la oración. Por supuesto que sabía de lo que estaba hablando. Se me sube el color al rostro.
- Niégalo, pero tu aroma es algo que llevo metido en la cabeza desde que entré al pasillo. – Dijo sin dejar de mirarme. - Por cierto, es de buena educación disculparse cuando sabes que hiciste algo mal.
- Fue mi perfume, se volcó sobre mi blusa…
- Y se impregnó en mí. - Habló con rotundidad, casi para no dejar duda.
- Sr. Gallagher yo…
- Magnus. Puedes llamarme Max. - Magnus, si, le pegaba. Así se veía,
imponente
- Kate. - Dije secamente y sin pensarlo.
- Me gusta más Ekatherina. – Su comentario me dejó pensativa
- No recuerdo haberle dicho mi nombre. –
Corregí, intenté hacer memoria, pero realmente no recordaba haberlo
hecho.
- No lo hiciste. Lo escuché de George.
Hago un gesto de exasperación, sí que tiene cara dura el tipo.
- ¿No sabe que es de mala educación escuchar las conversaciones de los
demás? – Repetí sus palabras como un contra ataque.
- Touché. – Dijo mientras me guiñaba el ojo.
- Y también creí que era de buena educación disculparse cuando sabes que
hiciste algo malo.
- Mmh – Encogió los hombros. – Lo siento. – No habia un ápice de culpa en sus palabras.
Lo miré a los ojos con exasperación mientras sus hombros temblaban y su
cara se contraía en una mueca que intentaba ocultar su sonrisa, eso hizo que me molestara más.
- ¿Sabe qué? – Hablé de repente, no estaba para juegos esa noche. - Hoy no ha sido un buen día para mí, lo único que quiero es irme a casa, yo sólo… - Me interrumpí tratando de aclarar mis pensamientos y alejar el olor a madera de mis sentidos. - Si me da una dirección le haré llegar su chaqueta. Se la
entregaría en éste momento, pero no creo que sea buena idea irme a casa en
sujetador, además está haciendo frío, mi ropa está mojada o rota y no quiero
resfriarme.
- ¿Y si mejor te llevo a tu casa? - Sugirió Magnus. – Está lloviendo y no quiero volver a esa fiesta si tu aroma no va a estar dándome vueltas.
- Ese comentario no es para nada apropiado Sr. Gallagher. – Al repetir mis palabras en mi mente, noté que estaba pareciendo más alguien de la época de Jane Austen y no alguien del siglo XXI. - Comparado con lo que le gusta la buena educación.
- Y eso no es una negativa Ekatherina, comparado con lo que te gusta
huir de mí - ¿Qué? ¿Huir? - Pero lo acepto, es uno de mis defectos.