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ESSOS
Braavos
━━━━━━━━━━━━━ 『 292 d.C 』
Narrador
*Ba-dump*
*Ba-dump*
*Ba-dump*
*Ba-dump*
Todo alrededor de Daenerys se detuvo, sentía que la respiración se le cortaba y ya no podía escuchar nada a su alrededor. No sabía lo que había sucedido, su cerebro no podía concebir lo que sus ojos estaban viendo, no importaba quien los ataco o cuando las personas comenzaron a correr por toda la plaza mientras los soldados se comenzaron a movilizar.
Ni siquiera sabía cuando Damon se posicionó frente a ella para desviar una flecha de ballesta.
Todo lo que podía ver era la forma en la que se retorcía su hermano, sosteniendo su garganta intentando aferrarse a la vida con todas sus fuerzas mientras lágrimas caían de sus ojos.
Ser Edmund, padre de Melysa y Ser Aelyx, padre de Aenissa, se posicionaron con otros tres guardias a su alrededor, al igual que los guardias de la cortesana Bellenora para protegerlas.
—¡Lleven a todas a la mansión! ¡Ahora!— Apenas pudo registrar las palabras de Damon cuando miró como este con otros tres de sus guardias avanzaban hacía los mercenarios con sus espadas desenfundadas, los gritos preocupados alrededor de ella se hicieron cada vez más evidentes.
La plaza se volvió un verdadero caos, las personas huían y gritaban desesperadas, algunos miraban conmocionados mientras los guardias avanzaban hacía la lucha para unirse al lado de Damon sabiendo que, al menos, era residente de la ciudad y no un mercenario que arruinó algo tan importante cómo era el carnaval anual.
Al darse cuenta que Ser Edmund la tomó en brazos por estar paralizada, comenzó a forcejear con fuerza, no queriendo irse.
—¡No, no! ¡Vis! ¡Vis! ¡Damon! ¡Suélteme, suélteme!— Rogó Daenerys mientras las lágrimas corrían por sus rostros.
Daemon esquivó un corte, y sin titubear, cortó todo el brazo de su atacante con rapidez y avanzó con sus ojos brillando de ira pura. Para cualquiera que viera la batalla que se había desarrollado en la plaza podían ser testigos de la furia de un chico de doce años que mataba a todo hombre que se ponía a su alcance.
—¡AHG!— Gritó un hombre cuando recibió cortes en sus brazos, y no pudo reaccionar al corte en su garganta.
Los mercenarios al ver que rápidamente estaban siendo superados y masacrados, gritaron por la retirada, intentaron ir a por el cuerpo de Viserys Targaryen pero la rápida acción de la Guardia de la Ciudad, Daemon y sus guardias que llegaron hasta el cuerpo, y los heridos, los obligaron a correr por sus vidas sin darle oportunidad de reclamar la cabeza del último hombre de la Dinastía Targaryen.
Daemon respiró con rapidez, intentando recuperar el aliento de la batalla. Había usado en este momento todos los sentidos que su cuerpo le permitía, cómo nunca lo había hecho en esta nueva vida. Su ira era demasiada en este momento, y sabía dentro de su ser quien sería lo suficientemente estúpido como para mandar mercenarios a invitados del Señor del Mar de Braavos.
(Baratheon...) Su sangre hervía, no había sentido tanto odio como en este momento. Se suponía que iban a tener una vida tranquila, conocía los riesgos pero creyó que mientras estuvieran en Braavos estarían a salvo de mercenarios o asesinos.
Pero se equivocó, y dio por sentado muchas cosas...
Muchas esperanzas que no podrían ser realidad en este mundo cruel.
—Padre...— Un mundo que le iba arrebatar a su padre.
—D-Daemon...—
Ni siquiera reaccionó a su nombre real o al hecho de que Ser Willem, aún vivo y consciente lo haya escuchado.
Nada de eso importaba.
—Estoy aquí, padre. Estarás bien, lo prometo— Dijo Daemon, apretando los dientes mientras tomaba su mano. Levantó la mirada hacia sus hombres. —¡Busquen un carruaje, ahora!— Les ordenó, y los hombres que tenían un gran respeto por Aemon como por su hijo, siguieron sus palabras rápidamente.
Aemon moribundo, tomó a su hijo del cuello con la fuerza que le quedaba y lo hizo mirándolo a los ojos. —Da-Daemon, n-no dejes que... Baratheon g-gane... D-Debes llevar el cuerpo y d-darles los r-ritos va-valyrios— Jadeo con dificultad. —V-Vive, Da-Daemon... Vive bien... y ama... Ama con todo tu corazón y p-protege a los que amas... c-como yo lo hice—
Daemon podía sentir sus ojos humedecerse, no importaba cuando años tenía mentalmente, había vivido con este hombre, tuvieron sus aventuras y momentos, le enseñó mucho de este mundo.
Y ahora... lo único que podía hacer era escuchar como los latidos de su corazón se iba ralentizando poco a poco.
—No hables, padre. Estarás bien... todo estará bien— Rogó Daemon, no queriendo creer que así terminaría la vida del hombre que es su padre, su querido padre.
—E-Estoy orgulloso de ti, hijo mío... cui-cuida a Dany... me hubiera gustado estar allí en vuestra boda— Sonrió Aemon, y las lágrimas caían por sus ojos.
Daemon apretó los dientes, y respondió. —Estarás allí, carajo. Estarás allí a mí lado, solo debes aguantar, padre. Por favor—
—M-Mi... Hijo— Las luz de los ojos de Aemon, se fueron poco a poco... hasta que ya no había nada allí...
Solo el cuerpo de un padre, abrazo por su hijo.
—Papá...— Por primera vez en esta vida... Daemon lloró, y un pedazo de su nueva vida le fue arrancado. —¡AAAHHH!—
Ser Willem observo en silencio, y bajó la cabeza en señal de respeto, no lo habían atacado a matar y no entendía el por qué se encontraba vivo pero sabía que había fallado en su deber, en su promesa a su reina.
Pero también había preguntas a respuestas que solo el guerrero que ahora no era nada más que un niño pequeño llorando a su padre.
No sabía cuánto tiempo pasó en ese lugar pero Willem, a pesar de sus heridas, dio órdenes para poner con cuidado el cuerpo del Rey Viserys III en el carruaje.
Y mientras lo hacían, lo ayudaron a ponerse de pie y miró al joven señor que ahora solo estaba en silencio sosteniendo el cuerpo de su padre.
—Damon...— A pesar de saber su nombre real, no lo llamo así. Por qué no conocía a un Daemon, solo a su escudero, Damon.—Debemos irnos— Le dijo con suavidad, sabía que ahora mismo estaba con un gran dolor.
Daemon en silencio se puso de pie, y con una sorprendente fuerza, alzó a su padre en sus brazos y se dio vuelta para caminar hacia el carruaje pero los ojos del joven pelinegro les llamó la atención... brillaban de una forma peligrosa, casi como si irradiara poder.
—A la mansión...— Murmuró por lo bajo, y comenzó a caminar a la vista de todos, mientras lo llamaban pero no prestaba atención, y solo siguió... hacia su hogar.
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Daenerys III
Había pasado el suficiente tiempo desde el ataque en el que su querido hermano y el amable lord fueron heridos, no sabía que estaba pasando en ese lugar, incluso si Damon estaba vivo.
Lo que sabía era... que su querido hermano ya no volvería a casa con ella.
Podía sentir sus manos temblar con la anticipación, mientras observaba la ciudad desde el balcón de la habitación de Daemon, todos los residentes se movieron allí para maximizar la seguridad por orden de Ser Edmund.
Toda mi vida, perfecta como era, había caído en picado en una sola noche, sabía que nos perseguían por nuestro nombre, así lo había dicho Ser Willem pero nunca vi estos intentos personalmente hasta esta noche.
El miedo recorría mi cuerpo, temor de que nos atacarán aquí en mi hogar, mi lugar seguro donde había crecido junto a Damon, donde lo veía entrenar junto a Vis... Ahora estaba la incertidumbre de si lograrían entrar a la mansión a matarme a mí también.
Melysa y Aenissa estaban conmigo pero ambas tenían a sus padres y madres con ellas, mientras yo había perdido a mí hermano y no sabía si los demás estaban aún con vida.
¿Que iba a ser de mí sin ellos?.
No tenía títulos, ni dinero... no tenía nada más que las personas que considera a su familia.
Y no tenía idea si los volvería a ver.
El tiempo se volvía eterno en cada momento que no veía regresar a Damon, Ser Willem y el resto de hombres. Había tomado una cantidad insana de tazas de té para calmar sus nervios, aquellos que invadían su cuerpo... intentaron distraerla con palabras, lectura o bordado pero nada podía eliminar el dolor que crujía mi corazón.
Me sobresalte cuando Melysa abrió la puerta con rapidez. —L-Lo siento, Dany. P-Pero Damon está de regreso...— Dijo, y el resto de palabras quedaron atrás, cuando corrí rápidamente para bajar las escaleras de la mansión y llegar rápidamente al patio de la finca.
Y lo que ví al salir de la mansión no hizo más que detener mi corazón por un breve momento, mientras mis ojos se llenaban de lágrimas.
Un carruaje simple entraba por la puerta tirado por dos caballos pero mi miraba estaba por completo en Damon... caminaba lentamente con una expresión inusual en su rostro, estaba completamente vacío de emoción mientras en sus brazos cargaba el cuerpo sin vida de su padre de quien era, el amable lord Amon.
—Damon...— Murmuré con las lágrimas corriendo por mis mejillas.
Nuestros ojos se encontraron, y pude ver el gran dolor en ellos pero también noté cómo estos brillaran, casi cómo si pudiera ver el poder en ellos.
Damon miró a Ser Aelyx, y le dijo. —Preparen sus cuerpos y las piras funerarias... ambos se irán de este mundo como verdaderos valyrios— Ordenó con frialdad, y miró a Lynara, madre de Melysa. —Ser Willem está herido... que le den la atención adecuada—
Después de recibir el asentimiento correspondiente, y sin decir nada más, caminó hacía la mansión en silencio cargando aun el cuerpo de lord Amon. No sabía que hacer o que podía decir en este momento, ambos habíamos perdido mucho esta noche donde debíamos bailar con felicidad y quizás confesar cuando lo quería pero ahora... ahora sería una fecha a la cual sería preferible olvidar todo.
Se acercó hacía el carruaje, y miró la forma de su hermano, estaba tapado con una tela y la moví un poco para ver su cara pero sin mostrar su garganta... no era algo que quisiera ver ahora, ni nunca.
—Vis...— Murmuré.
A pesar de que las cosas estaban cambiando a su alrededor en el último tiempo, y había tenido actitudes que, sin duda, disgustaron a propios y extraños. Seguía siendo mi hermano, quien me había cuidado y protegido cuando sabía que podía dejarme de lado para seguir su camino en busca de su trono.
El se había quedado a mi lado, y me había demostrado un gran amor, contando historias de madre, padre e incluso de nuestro hermano mayor o lo poco que sabía de él.
Pero ahora ya no estaba...
Solo había una sola Targaryen en este mundo.
—Descansa, Vis...— Murmuré, y le di un beso en la frente, sintiendo su fría piel.
Mi hermano quería un trono pero yo no... pero quizá pueda obtener la venganza por todo aquello que le fue arrebatado y vengar todo lo que me han arrebatado a mi esta noche... por que aquellos que son nuestros enemigos a los que nunca le hemos hecho nada más que vivir, no iban a detenerse.
Entonces, yo no me iba a detener hasta que pagaran por arrebatarme a mis personas preciosas.
Me baje del carro, y seguía a Ser Willem, quería ir con Damon estar con él y compartir nuestro dolor pero también sabía que era necesario dejarlo solo un poco.
—Ser Willem, ¿Cómo se encuentra?— Pregunte preocupada por mi fiel caballero y quien era un padre para mi.
—Solo heridas superficiales, princesa— Respondió Ser Willem con suavidad, aunque podía ver que había cierto desconcierto en él.
—¿Sucede algo, Ser?— Cuestioné con seriedad.
Mientras lo seguía hacia dentro de la mansión, y lo llevaban a una de las habitaciones libres, podía suponer que Damon llevó a su padre a la habitación de este y que allí se le hicieran los rituales correspondientes, luego iría a ver los propios de mi hermano mayor... era lo mínimo que podía hacer ahora mismo.
—Solo dudas que no tienen respuesta aún, princesa— Respondió Ser Willem, dejándome desconcertada.
Antes que pudiera responder, por la puerta entró Damon pero su ropa ensangrentada todavía estaba puesta y tenía una mirada diferente, casi melancólica.
Pero mi mirada... mi mirada se centro en la espada que traía en su mano derecha, no podía ver su hoja guardada en la funda pero podía ver el mango, dos grandes rubís en el centro de la empuñadura que se extendían de forma recta con dos dragones al final con pequeños rubís en sus ojos y la punta del mango había una cabeza de dragón.
—Esa es...— Ser Willam hizo ademán de levantarse, y intento agarrar su espada para mi confusión.
—No lo haga, Ser Willam. Lo último que haría sería dañar a Dany— Murmuró Damon con suavidad, y tristeza en su voz.
—Todo este tiempo nos han engañado. ¿Y espera que pueda confiar en ti?— Preguntó Ser Willam con seriedad.
—¿Engañado? No... no te hemos engañado— Negó Damon con suavidad. —Mi padre era comerciante, y yo vuestro escudero. Y los ayudamos de buena fe, eso era todo lo que importa— Agregó con suavidad.
—¿Q-Qué...? ¿Qué está pasando?— Pregunté confundida.
Ser Willam tomó la palabra, y apuntó hacia la espada. —Esa, princesa. Es Blackfyre, la espada ancestral de la Casa Targaryen, la que uso Aegon el Conquistador. Y siempre está en posición de un pretendiente de la Casa Blackfyre—
Trague ante sus palabras, y miré a Damon que tenía una mirada casi culpable en su rostro. —¿D-Damon...?— Quería creer que era mentira, conocía las historias de los Targaryen y los Blackfyre.
Viserys no tenía la mejor opinión de estos últimos, y siempre habló con odio de ellos.
—Mi nombre es Daemon, el quinto de mi rama familiar. Soy hijo de Aemon el Comerciante... pero también último miembro vivo de la Casa Blackfyre— Se presentó Damon... Daemon Blackfyre ante mi.
Y yo sentía cómo mis rodillas temblaban... y mi mente se desvaneció cuando me desmaye ante esta revelación.
Extraño de Fuego y Sangre: La reconquista, por el Erudito Jaenar Belaerys.
"El Año 292 Después de la Conquista de Aegon I Targaryen, en el calendario ponienti. Marcó el punto de inflexión que impactaría al mundo conocido. En Poniente en esos años gobernaba el Rey Robert I de la Dinastía Baratheon o también conocido como Robert el Usurpador, ya que este tenía cercanos lazos de sangre con la Casa Targaryen, los anteriores gobernantes de los Siete Reinos.
Se podía decir que el Reinado de Robert había sido pacífico pero se cometieron tantos errores que era una llama apunto de extenderse por el bosque.
Todo comenzó en los asesinatos de la Princesa Elia Martell y sus dos hijos, la Princesa Rhaenys Targaryen y el Príncipe Aegon el Bebé a manos del repudiado Ser Gregor Clegane y Ser Amory Lorch por orden de Lord Tywin Lannister de las Tierras del Oeste. Pero había un cabo suelto, y ese eran el nombrado por su madre, la Reina Rhaella, el joven Rey Viserys III y su pequeña hermana la, entonces, Princesa Daenerys.
Puso recompensa que solo aumentó con los años, y posteriormente con la cercanía que se mostraba con un poderoso comerciante de nombre Amon y el Señor del Mar de Braavos, y aun así, logró que un grupo de mercenarios se colaran en Braavos y asesinaron exitosamente al Rey Viserys III en el exilio, para su disgusto no le fue posible tener en sus manos la cabeza del Joven Rey.
Pero... lo que Robert Baratheon no sabía en ese momento que su interferencia y el asesinato marcaría el comienzo de algo mucho más grande que él.
La Reconquista."
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¿Qué les pareció?.
Es la primera vez que escribo algo como la última parte, y puede que lo edite más adelante ya que no me convence del todo. Si quieren ayudarme a mejorar eso, pueden dejarme algunos consejos y los tendre muy encuenta para el futuro.
Iba a escribir una batalla más extensa pero luego recordé que están en Braavos, y dudo que la Guardia de la Ciudad no quisiera matar o detener a los mercenarios.
Algo que me hizo dar cuenta un comentario en Webnovel, fue que los Targaryen en ese momento eran invitados del Señor del Mar. Así que no creo que un ataque y peor aun, el asesinato de Viserys se quede sin respuesta.
Tomaré mucho más en cuenta esto para el futuro de la historia.
Escribí gran parte de este capítulo en el celular, así que si hay algunos fallos en la narrativa o las perspectivas, luego lo intentaré arreglar.
La revelación de la identidad de Daemon era solo cuestión de tiempo y sinceramente lo hice casi como lo tenía planeado.
Y por último; La espada, Blackfyre, es igual a las imágenes en las que aparece con Aegon I y Daemon Blackfyre.
Sin más que decir, espero que les haya gustado.
Gracias por el espacio.