En la capital
Al salir por el portal, el joven dragón, los 'padres' y la niña observan el paisaje. Hay estructuras de todo tipo; a diferencia de la ciudad fronteriza, todas las edificaciones tienen un líquido azul circulando estrictamente por toda su superficie. Eso quiere decir que las estructuras pueden cambiar de forma. Aunque a lo lejos se vislumbra una megaestructura que, en vez de líquido azul, tiene una sustancia morada que reemplaza el líquido azul, señalando la importancia del lugar.
El joven dragón saca la carta, y la señal apunta hacia esa estructura. Devuelve su mirada al grupo con el que ha viajado.
"Gracias por todo. Si algún día nos volvemos a ver, se los pagaré", dice el joven dragón agradecido.
Los escoltas de la niña miran en la dirección de la carta, frunciendo el ceño, y al oír las palabras del dragón, toman una decisión.
"No, no te preocupes. Por lo que veo, la dirección a la que apunta tu carta es la misma a la que vamos, así que aún podemos ir juntos un tiempo más", dice el 'padre'.
El joven dragón empieza a sospechar algo y mira a la niña, quien solo asiente emocionada.
"Nuestra casa está en esa dirección. Podemos mostrarte", dice la niña, entusiasmada.
El joven deja de pensar demasiado en eso y asiente. El grupo sigue desplazándose hacia la megaestructura lentamente. Mientras tanto, el dragón observa cosas espectaculares: hay tiendas con armaduras de materiales exóticos y raros, tiendas de armas como espadas, arcos, mazos, armas láser, etc. Hay puestos de comida que levitan; hay muchos humanos, altos humanos y humanos superiores. Entre menor es su evolución, mayor es la cantidad de ellos, pero es la primera vez que el dragón ve tanta gente junta.
Finalmente, llegan a la megaestructura, que tiene amplios jardines y una muralla de 5 metros de altura con amplios portones. La estructura es más estética que defensiva, y cuando se acercan, los guardias humanos superiores los observan. Uno de ellos frunce el ceño, y después de un rato, vuelve a su mirada normal. Cuando se acercan lo suficiente, el 'padre' iba a comenzar a hablar, pero el guardia los interrumpe.
"Sir Alaric Stoneward y Mrs. Daphne Greenwood, se les agradece el cuidado de la princesa. Los progenitores los están esperando en la sala de audiencias", dice el guardia mientras mira a los dos adultos. Luego vuelve a mirar a los niños. "Princesa Clara Imperium, sus padres quieren que usted vaya a su habitación a descansar. Su primer viaje debió ser duro; ellos pasarán por allí después de terminar asuntos urgentes. Y tú, dragón, debes acompañar a Sir Alaric y Mrs. Daphne hacia los progenitores. Ellos han estado esperándote con ansias", dice el guardia a todos.
Después de que el guardia dice eso, dos portales aparecen debajo de los pies de los cuatro. Uno lleva a la habitación de Clara, y los otros tres llevan frente a un gran portón. Sin pensar en lo que acaba de pasar, el grupo ya había sido teletransportado.
Después del breve shock, se reincorporan de inmediato. Los escoltas de la princesa, al ver que ya no era necesario, se quitaron la ilusión óptica en sus rasgos faciales, como ojos y cabello. Cuando el joven dragón iba a hablar, el portón se abre solo y todos miran en esa dirección, donde al final de la puerta está sentado un hombre y una mujer de ojos azules y cabello rubio.
En el momento en que el joven dragón ve al hombre y la mujer, como si un recuerdo hiciera clic, recuerda algo:
***
En el inicio de los tiempos
Había un hombre con ojos muertos mirando a un adolescente que está alcanzando la adultez, rubio con ojos azules, bien vestido, con un cuchillo en sus manos y ojos lagrimosos, llenos de resentimiento e indecisión, hasta que el hombre que estaba sentado en la ventana, sin que el joven se enterara, habla.
"¿Por qué dudas?" dice el hombre.
Asustando al adolescente, que intenta esconder el cuchillo, pero después del shock inicial, agarra el cuchillo con fuerza y apunta hacia donde viene el sonido.
"¿QUIÉN ERES Y QUÉ HACES AQUÍ?" exige el adolescente, demandando una respuesta del hombre desconocido.
El hombre, sin prestar atención a la amenaza del adolescente, le responde:
"Si la amas tan locamente como para plantearte matar a su prometido, no habría necesidad de dudar. Entonces, ¿por qué dudas?" dice el hombre con intriga.
El adolescente se queda en shock al descubrir que sus intenciones fueron descubiertas tan fácilmente. No sabe por qué, pero responde con honestidad.
"E-ella dice que lo ama y mi familia no es lo suficientemente poderosa para enfrentarse a la familia de ese bastardo mujeriego. Si mi familia tuviera suficiente influencia o fuera lo suficientemente fuerte como para enfrentar las consecuencias, lo mataría. Ella dice que me ama y que nos casaríamos cuando pudiéramos, hasta que un día vino ese sujeto a la ciudad y se fijó en ella, y todo empeoró. Mi familia se fue a la quiebra, mis padres sufrieron un accidente y están al borde de la muerte, y muchos de nuestros empleados nos están abandonando." El niño dice todo eso como si se estuviera desahogando de todo el dolor que ha estado pasando.
El hombre mira al adolescente y le dice:
"Entonces, ¿estás diciendo que ese muchacho arruinó tu vida porque se quiere robar a tu ex-prometida y que dudas en matarlo? ¿Es que no sabes las consecuencias que puede traer eso a la mujer que amas? Estoy en lo cierto", dice el hombre.
El adolescente asiente. El hombre lo mira y le dice:
"Nada es gratis en este mundo. Si quieres algo, necesitas sacrificar algo para obtenerlo", dice el hombre.
El adolescente aprieta tanto los dientes que sangran y dice:
"Lo sé, pero ¿qué puedo hacer? Y si no lo logro y ella sale perjudicada por mí", dice con una voz de desesperación.
El hombre tiene una idea al ver el estado de desesperación del joven, sonríe maniáticamente y le dice:
"¿Cómo te llamas, mocoso?" le pregunta el hombre con una gran sonrisa.
"Adán, Adán Rockwell, señor", contesta Adán.
"Eso es una gran casualidad. Te ofrezco un trato, mocoso", dice el hombre con una luz en sus ojos muertos.
"¿Cuál trato?", pregunta Adán con voz esperanzadora.
El hombre se ríe a carcajadas y responde:
"Entonces, si hipotéticamente te ayudo y te doy protección y te ayudo a matar a ese bastardo y recuperas a tu chica…" el hombre hace una pausa dramática, impacientando a Adán. "Quiero todo tu ser para mí. Me servirás de hoy hasta el fin de los tiempos. Toda tu existencia estará en mis manos. ¿Qué dices?" dice el hombre.
Adán traga saliva; el hombre habla como si, incluso si muere, él seguirá poseyendo su alma. Aunque el alma solo es algo religioso y no hay pruebas científicas, duda por un momento, pero después de recordar las palabras del hombre, deja de dudar, lo mira y levanta la mano, diciendo:
"Trato. Le vendo mi alma al diablo, si es necesario", dice Adán con resolución en los ojos.
"¡Jaja! Esos ojos, niño. Olvídate de ese nombre. A partir de hoy serás más que un hijo de un rico cualquiera. Yo te nombro Adán Originus", dice el hombre con voz de arrogancia.
Agarra la mano de Adán Originus y dice:
"Yo te moldearé en algo que solo la gente puede soñar, y tú me ayudarás hasta el fin de los días. Eso está grabado en piedra. ¿Por qué? Porque lo digo yo", lo dice el hombre con un orgullo y una convicción sin precedentes. Sus ojos, antes muertos, vuelven a ganar vida.
'Y si ya completé mi objetivo, solo haré lo que quiera con esta creación que me desagradó en primer lugar. La moldearé a mi gusto', pensó con arrogancia aquel ser.
***
Volviendo a la sala de audiencias
El joven dragón observa al progenitor humano que todos veneran, sentado en un trono majestuoso, acompañado por una hermosa mujer que lo mira con diversión. Aunque no tiene todos los recuerdos de ella, el joven dragón, que antes era un ser carente de muchos sentimientos, ha comenzado a ganar fragmentos de recuerdos.
Ha adquirido arrogancia, orgullo, confianza y un sentido de superioridad, sentimientos sin fundamentos, ya que no comprende completamente por qué se siente y se comporta así. Sin embargo, en este momento no piensa ni reflexiona sobre ello; solo quiere actuar de forma instintiva, como si lo hubiera planeado para cuando "volviera" a verla.
El dragón empieza a caminar hacia adelante, sorprendiendo a los dos escoltas de la princesa. Decenas de humanos superiores lo observan desde ambos lados, atónitos ante el dragón insolente que no muestra ni una pizca de respeto. Piensan que el orgullo de la raza dragón se ha salido de control en este joven, y cuando están a punto de moverse para inmovilizarlo, el progenitor levanta la mano, deteniéndolos en un acto instintivo. Sin embargo, eso no quita que sigan mirando al dragón; si ese insolente se atreve a hacer algo, cientos de humanos superiores saltarán en docenas desde ambas direcciones.
El joven dragón no se preocupa por eso, ni siquiera los mira. Solo tiene la vista fija en el progenitor humano sentado en el trono. A medida que se acerca más a los escalones donde se ubica el trono, los dos progenitores observan con expectación lo que sucederá. Cuando el joven dragón llega muy cerca de los escalones, habla con firmeza:
"¿Mocoso, por qué no vienes y saludas a tu padre como se merece?" dice el dragón en un tono relajado y contundente.