—¿Ah? —Al oír esto, Li Qian se quedó completamente atónita, sus hermosos ojos llenos de sorpresa mientras preguntaba—. ¿Qué acabas de decir? ¿El afrodisíaco en mi cuerpo está a punto de hacer efecto? No puedes estar bromeando conmigo.
Su primer pensamiento fue que Qianfan le estaba jugando una broma, ya que no había tomado ningún afrodisíaco. Sin embargo, la expresión de Qianfan era de total certeza mientras decía:
— No estoy bromeando contigo. Justo ahora, cuando estaba tratando tus heridas, descubrí que hay componentes afrodisíacos en tu cuerpo, y ya se han integrado en tu flujo sanguíneo. ¡Creo que están a punto de estallar!
Antes de que pudiera terminar de hablar, Li Qian sintió un calor ardiente en su cuerpo y su garganta comenzó a secarse, especialmente cuando vio el rostro apuesto de Qianfan. Las llamas en su interior ardían salvajemente, devorando lentamente su racionalidad.