—Cariño, realmente eres increíble. ¡Estoy a punto de amarte hasta la muerte! Si tan solo te hubiera conocido antes, no habría tenido que reprimirme durante tantos años.
Huahua yacía en los brazos de Li Qianfan, continuamente dibujando círculos en su musculoso pecho con sus dedos.
—No es tarde para conocerme ahora —Li Qianfan miró hacia abajo a Huahua y rió entre dientes—. De ahora en adelante, solo quédate conmigo.
—¡Está bien, Huahua seguirá al Maestro por el resto de su vida!
Huahua sacó la lengua y lamió suavemente el pecho de Li Qianfan, como un gatito buscando el afecto de su dueño.
Este pequeño gesto hizo que el cuerpo de Li Qianfan se encendiera con aún más calor. Colocó una mano suavemente sobre la cabeza de Huahua y le dio una palmadita.
Inmediatamente, Huahua entendió todo y abrió la boca ampliamente, avanzando sin dudarlo.
—¡Ah, cómodo!
Li Qianfan exhaló un aliento cálido, una expresión de satisfacción lavó su rostro.