—¿Qué dijiste? —Xue Siqi primero se quedó estupefacta, luego miró a Li Qianfan con ojos asesinos—. ¿Crees que podría matarte?
Yue Yuanyuan y Feng Xiaorou también estaban al borde de la furia. Se habían agotado corriendo seis vueltas, solo para encontrarse con tal comentario de Li Qianfan.
—¿Por qué tanta prisa? Solo era una pequeña broma —dijo Li Qianfan.
Li Qianfan hizo esto por una razón simple, quería ver cuánta tolerancia tenía realmente Xue Siqi. Después de todo, había aceptado una tarea de Xue Tian, para mejorar a Xue Siqi y además para conseguir que asistiera a la fiesta de cumpleaños.
Después de evaluarla, Li Qianfan concluyó que Xue Siqi era como una bomba a punto de estallar, fácil de detonar; sin embargo, una persona así sin ninguna astucia era fácil de manejar.
—Ustedes dos vayan a comer primero. Hay algunos asuntos que necesito discutir con Xue Siqi a solas —la expresión de Li Qianfan se volvió seria mientras hablaba con Yue Yuanyuan y Feng Xiaorou.
