Cuando la cinta métrica cayó sobre aquella bestia aterradora y feroz, Sun Qian fue recibida con un número que la dejó completamente impactada.
¡28 centímetros!
Al ver este número, una capa gruesa de alegre sorpresa se pintó en la cara de Sun Qian. Recordó que una vez una amiga había presumido de que su novio tenía dieciséis centímetros, y en aquel momento, muchas novias habían mirado con envidia.
No hace mucho, había dicho en el grupo de novias que conocía a un chico que tenía veintisiete o veintiocho centímetros, y todas sus amigas eligieron no creerle, incluso diciendo que estaba exagerando. Ahora, con el resultado frente a ella, no había mentido.
—¿Qué tal? No les mentí, ¿verdad? —Li Qianfan miró hacia abajo la cinta métrica y, al no encontrar ninguna diferencia con lo que había dicho, habló con una cara triunfante.