—No podía evitar este sentimiento dentro de mí, mi lobo me odiaba y estábamos en extremos opuestos de un espectro de negro y blanco, pero llevábamos un cachorro dentro de nosotros, y uno que pertenecía a alguien que no era nuestro compañero. Mi lobo se había vuelto maternal, pero estaba enojada conmigo, por alejarnos de nuestro compañero. Nic es nuestro compañero.
—¿Estás bien, Grace? —la voz aguda de la tía Maya, suave con preocupación por mí, me sacó de mi ensueño.
Levanté la vista hacia sus ojos oscuros mientras se detenían sobre mi vientre hinchado, ya no podía ocultarlo, mi estómago era demasiado grande ahora y mi brazo roto descansando en el cabestrillo, dolía menos ahora que el cachorro dentro de mí aceleraba la curación.
—Estoy bien, tía Maya —respondí, mi tono le dejó saber que realmente no lo estaba mientras ella me miraba escépticamente.