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—Arrastrándome sobre mis manos y rodillas, sacudí mis manos sucias en mis pantalones... el sonido de la cascada sonaba cerca... caminaba y caminaba despacio mientras mis manos tanteaban a mi alrededor, palpando cualquier objeto que sobresaliera.
Era una negrura total... oscuridad completa. Me sentía atrapada, sin saber hacia dónde ir o cuál camino me llevaría a donde necesitaba estar.
Lo que parecían quizás cinco minutos después, la cueva pareció iluminarse levemente y el miedo intenso dentro de mí disminuyó al mínimo.
Mientras miraba por encima de mí, podía ver el brillo de la luna que se filtraba por una grieta en el techo de la cueva. —Sólo necesito seguir caminando... no entrar en pánico, no entrar en pánico —me susurraba a mí misma.