—La razón por la que no podía disfrutar completamente fue porque en ese momento decidió entrar la Princesa Huangzhi con un aspecto demacrado —dijo Qie Ranzhe obviamente podía ver a través de su plan y no estaba de humor para quedarse más tiempo, pero, ¿cómo podría Zhao Huangzhi dejarlo ir tan fácilmente?
—Inmediatamente se lanzó a los brazos de Qie Ranzhe, sollozando como una viuda que acababa de perder a su esposo —Ran-ge, wuwuwuwu... Estoy tan feliz de que estés... —pero no pudo continuar su frase cuando un extraño aroma de omega llegó a sus sentidos. El Mariscal tenía el aroma de otro omega por todo su cuerpo, lo que la hizo hervir de ira, pero no le quedaba otra opción que suprimir su rabia y contener la respiración tanto como fuera posible. Cada vez que olía el aroma de ese omega, su ira se hacía más profunda y más complicada de contener.