Mientras Hei Bao estaba tratando de descifrar sus sentimientos, Wen Qinxi se lavaba la cara después de haber llorado a gusto. Si hubiera sabido que esta misión iba a trastornar sus sentimientos, no habría accedido a involucrarse, pero ya era demasiado tarde para arrepentirse. Estaba enamorado y no había ninguna píldora que pudiera tomar para hacer desaparecer todo eso, así que tenía que soportar impotente el día en que Qie Ranzhe ya no pudiera decirle esas palabras otra vez.