Wen Qinxi podía sentir que algo andaba mal cuando su cuerpo se tensó automáticamente, con cada vello de su cuerpo erizándose en atención mientras un aroma almizcleño y abrumador inundaba cada rincón de la habitación. Wen Qinxi podía sentir su supresor combatiendo los efectos de las feromonas alfa, permitiéndole acercarse con confianza a Qie Ranzhe.
—No puedes despertarte de tan mal humor después de haber dormido tanto tiempo —dijo Wen Qinxi complacido al ver que todas las heridas del Mariscal se habían curado.