Wen Qinxi no podía creer lo que oía. Sinceramente esperaba que Qie Ranzhe no fuera así en realidad, realmente no le pegaba con su comportamiento prepotente en la oficina. —Si te atreves a desnudarte, te dejaré aquí para que lo hagas tú solo —respondió un abrumado Wen Qinxi intentando calmarse.
Qie Ranzhe obedecía y se recostaba con una suave sonrisa mirando hacia el enojado Zhao Xieshu mientras murmuraba —Bebé, lo siento. No causaré más problemas —, pero no obtuvo respuesta —Puedo volver a ponerme los pantalones si quieres —, y de nuevo sin respuesta. Sabía por qué Zhao Xieshu estaba enojado con él, era porque se preocupaba por él y su broma de ahora había sido un poco inoportuna.
