—¿Vas a rendirte? —preguntó Qie Ranzhe, sujetándolo en su lugar sin intención de soltarlo. Esta sensación de tener a Zhao Xieshu debajo de él era bastante placentera, el tipo de sensación que proviene de dominar a alguien que te gusta.
—Bájate primero y me rendiré. —le dijo Wen Qinxi con una mirada mortal. En realidad, iba a seguir luchando solo tenía que hacer que Qie Ranzhe se bajara de él.
—Llámame por el nombre con el que guardaste mi contacto en tu comunicador y entonces te dejaré ir —respondió Qie Ranzhe con una sonrisa lobuna. Wen Qinxi casi escupe un bocado de sangre. La posición en la que se encontraban era ambigua y peligrosa ya que las rodillas dobladas de Qie Ranzhe estaban a cada lado de su cintura y sus muñecas estaban fuertemente sujetas sobre su cabeza. Solo podía estar agradecido por los mechas gigantes, de otra manera su cara estaría roja de vergüenza.