La atmósfera se volvió tensa con su temperatura corporal confusamente febril al punto de que apenas podía respirar. Para empeorar las cosas, Qie Ranzhe era como una compuerta de presa abierta después de una fuerte lluvia, expresando todos sus sentimientos reprimidos.
—Sé que no debería haberlo hecho, pero me enamoré de ti. ¿Cuándo o cómo ocurrió? No lo sé, pero cuando ocurrió no pude detenerme. Aquí —dijo sacando un sobre con un sello imperial—, esto... esto es la única manera en que puedo protegerte... De esta manera, nunca podrás dejarme.
Wen Qinxi tironeaba de su ropa hacia adelante en un movimiento de abanico para enfriarse y mantener la mente clara mientras abría el sobre. El contenido hacía temblar sus manos en un enredo. —Tú —dijo señalando a un nervioso Qie Ranzhe—, ¿yo —ahora señalándose a sí mismo—, nos casamos?
—¡Santo cielo! ¡Joder, joder, joder, hace calor aquí o soy solo yo? —dijo ahora usando la orden imperial para abanicarse.