—Qué Ranzhe, que había estado practicando unos caracteres asignados por Lin Jingxie, se sobresaltó cuando Lin Jingxie entró con una bata medio cerrada exponiendo parte de su blanquísimo clavícula y suavizado pecho mientras corría hacia el espejo de bronce. Wen Qinxi indiferente se quitó la bata dejándola caer al piso mientras examinaba cuidadosamente su figura.
Al presenciar una escena tan sensual, Qie Ranzhe tragó saliva pero no pareció aliviar el desierto seco de su garganta. Inevitablemente quedó hechizado lo que le llevó a dibujar una línea torpe en lo que debería haber sido una obra maestra. Qie Ranzhe lo miraba embobado sin estar seguro si era algo bueno o malo. Lin Jingxie era como una paleta de arcoíris giratorio expuesta en la ventana de una dulcería mostrando sus colores tentadores frente a un niño de seis años. Como el niño con el caramelo, él ansiaba a Lin Jingxie pero no podía tocarlo separado por el cristal de la vitrina.
—¡Esto es una mierda! —gritó Wen Qinxi mirando esa pequeña bolsita que lo había seguido al juego—. Engordé... ah, qué molesto. Bajó un poco los pantalones exponiendo más de su abdomen, deteniéndose justo debajo de su prominente línea V.
—Y-yo... um... yo creo que tú... —tartamudeó un aturdido Qie Ranzhe con la punta de sus orejas brillantes de rojo, eso fue antes de que Wen Qinxi lo interrumpiera en un tono acusatorio.
—Esto es todo culpa tuya —dijo Wen Qinxi mirándolo directamente exponiendo su cuerpo medio desnudo para que Qie Ranzhe viera—. ¿Qué? ¿No vas a asumir la responsabilidad? —dijo acercándose para que el culpable viera su trabajo—. Mira cómo estoy engordando.
Qie Ranzhe estaba sin respuesta, parecía haber perdido la voz. Al ver que Qie Ranzhe no decía nada Wen Qinxi pensó que no podía ver el pequeño bulto y entonces tomó la mano de Qie Ranzhe y la colocó en su barriga diciendo:
—¿Sientes eso? Eso es todo lo que me has estado alimentando con camarones. Es una maldita bolsa Qie Ranzhe.
La palma de Qie Ranzhe se sentía tan caliente con el corazón palpitando a velocidad de la luz incluso a través de su palma. Cuanto más tiempo permanecía su mano en esa piel suave, mayor era el deseo de explorar al sur de la frontera. Su mano inconscientemente se movió un poco más abajo con su cuerpo volviéndose febril. Si no fuera por su fuerte voluntad, hubiera derribado a este ingenuo erudito.
Con su mitad inferior emitiendo señales de advertencia, Qie Ranzhe se levantó abruptamente murmurando:
—Lo siento —con una voz ronca antes de salir corriendo de esa habitación tan rápido como un rayo. Incluso chocó con Lin Mingxu en su salida y se disculpó, lo cual no era propio de él para nada.
Lin Mingxu observó a un ruborizado Qie Ranzhe correr como el viento y sacudió la cabeza asombrado. Pronto entendió por qué Qie Ranzhe estaba así. Un Lin Jingxie sin camisa sostenía el papel en el que Qie Ranzhe había estado trabajando y le gritaba detrás de él:
—¡Qie Ranzhe, idiota! Te escapas porque arruinaste la tarea que te di. ¡Veremos cuánto tiempo puedes esconderte de mí!
Lin Mingxu corrió hacia Lin Jingxie con una mirada desaprobadora. Regañó a su hermano mientras le cubría con la bata que había sido tirada al piso. —Jin-ge deberías cubrirte. ¿Por qué andas desfilando desnudo? Esto no es un burdel —dijo tomando el papel de sus manos antes de envolverlo firmemente como a un recién nacido arropado.
Wen Qinxi estaba desconcertado mirándolo con una expresión de '¿pero qué diablos?'. —¿Parezco que tengo pechos? Incluso puedo salir sin camisa de la puerta si quiero —afirmó.
Un derrotado Lin Mingxu se sentía como si estuviera protegiendo a una hermana frívola sin ninguna brújula moral. Sabiendo lo terco que era Lin Jingxie, decidió usar un método desleal para disuadirlo de correr sin camisa de nuevo. —¡Nadie quiere ver esos pechos de hombre y ese bulto de grasa, así que cúbrete! —gritó mientras arreglaba el cuello de Lin Jin.
Wen Qinxi en realidad no estaba ni cerca de eso y el llamado bulto era realmente pequeño, pero Lin Mingxu eligió este método para evitar que su hermano se desnudara frente a Qie Ranzhe. Este comportamiento era un atajo obvio para que Lin Jingxie perdiera su virginidad con ese lobo hambriento, por eso usó esas palabras duras.
Habiendo tocado su punto sensible Wen Qinxi no perdonaba y gritaba, —¡Mocoso irrespetuoso, te doy dos segundos para salir o te arrepentirás! —con un tono amenazante, pero Lin Mingxu fue lento en reaccionar. Dos segundos después Wen Qinxi lo arrastró fuera de su habitación de la oreja. Su oreja palpitante estaba escarlata roja para cuando Lin Jingxie la soltó.
Cuando Qie Ranzhe regresó una hora más tarde, eso después de empaparse en agua fría, encontró a Lin Mingxu frotándose la oreja lastimosamente mientras estaba sentado fuera de la habitación de Lin Jingxie con la puerta cerrada. No pudo evitar preguntar, —¿Qué te pasó? —para que pudiera entrar a la habitación de Lin Jingxie con precaución.
Con una expresión sombría, murmuró, —Le llamé gordo —. Qie Ranzhe no pudo evitar que una sonrisa socarrona se le escapara en su cara.
Le dio unas palmaditas deshonestas en el hombro a Lin Mingxu antes de abrir la puerta solo para tener al tonto niño siguiéndolo. Wen Qinxi vio a Lin Mingxu siguiendo furtivamente detrás de Qie Ranzhe al entrar en su habitación y dijo, —Ya que están compinchados, entonces quédense fuera los dos —, despidiéndolos a ambos.
Al principio, pensaron que Lin Jingxie estaba bromeando, pero pronto descubrieron lo serio que era cuando los sacó a ambos y cerró la puerta con un fuerte golpe. Los dos hombres desconsolados se sentaron afuera esperando a que Lin Jingxie se calmara. Un aburrido Lin Mingxu volteó a mirar a Qie Ranzhe preguntando, —Ya que estamos aquí, ¿quieres jugar un juego?
Qie Ranzhe estaba molesto ya que acababa de ser echado y necesitaba una salida para ventilar su frustración, así que negó con la cabeza diciendo, —No quiero jugar a un juego. ¿Qué tal si luchamos? —con una mirada dominante que presionó a Lin Mingxu a aceptar. Ese día Lin Mingxu fue pateado y finalmente aprendió su lección. Bajo ninguna circunstancia volvería a luchar contra Qie Ranzhe.