La criatura de pesadilla que se suponía debía ser temible se volvió extremadamente mansa y dócil en manos de Jin Jiuchi. Bajo la amenaza dominante del hombre, no se atrevió a causar problemas y solo pudo quedarse obedientemente en el fragmento de espejo. Al final, fue envuelta en un paño y guardada en el bolsillo de Jin Jiuchi para su custodia.
Después de asegurarse de que no había otros peligros acechando en su habitación, los cuatro finalmente decidieron descansar. Optaron por dejar el agujero en la pared intacto. Así era más fácil comunicarse, ya que podían hablar directamente unos con otros en lugar de tener que hacer una llamada telefónica...
...o eso pensó Gu Luoxin al principio.
Mientras se acostaba en la cama, preparándose para dormir, la conversación de la habitación de al lado llegó a sus oídos.
—Nian'er, me duele la mano... —gimoteó Jin Jiuchi en un tono lastimoso.
