Mientras entraban, Jin Jiuchi inclinó su cabeza para mirar el edificio de cinco pisos frente a él e inhaló el aroma desconocido en el aire. Le fascinaba cómo cada lugar que visitaba tenía un olor distintivamente único, en contraste con el manicomio que estaba lleno de un olor sofocante a medicina y desinfectante todo el año.
Jin Jiuchi salió de su ensueño cuando sintió una mirada ardiente en su trasero, y una sonrisa pícara se curvó en la esquina de sus labios. Comentó sin girarse:
—Nian'er, ¿hasta cuándo seguirás mirándome? Sé que luzco increíble y todo eso, pero
—¡Cof cof! —Shen Nianzu se atragantó con su respiración y rápidamente desvió la mirada. Tartamudeó—. ¿Q–Qué demonios estás diciendo?
Aceleró el paso y adelantó a Jin Jiuchi para cruzar el vestíbulo del apartamento y dirigirse directamente al ascensor, mientras que Jin Jiuchi fácilmente lo alcanzó con sus largas piernas.