—¿No es ella una noble? ¿Por qué reclama el premio de un plebeyo? —alguien gritó lo suficientemente fuerte como para romper la tensión del escenario. El hombre se puso más recto como si esperara conocer la misma respuesta.
—Porque... —Diana se interrumpió mientras se giraba para mirar la caja con una sonrisa que mostraba afecto—. Él los había traído para mí. —La sonrisa no podía ser más amplia, pero su anuncio provocó otro gasp y aplauso. Asombro por parte de los nobles y vítores de los plebeyos.
Nunca habían oído que un plebeyo se hubiera casado con un noble. Aunque era el sueño de muchos. Cada chica plebeya sueña con convertirse en una Cenicienta mientras que cada hombre noble sueña con comprar una cenicienta. Pero esto...? Todos miraban el escenario como si estuvieran viendo otro milagro suceder ante sus ojos.