—Pido disculpas. —Samayra miró a la mujer con confusión.
—Estoy seguro de que los caballeros aquí necesitan nuevas armas. Visitaré su tierra y compraré un nuevo lote con el jefe de los caballeros y un experto en armamento. Espero que entonces nos reciban bien. —Los ojos de Samayra se agrandaron. Se volvió hacia Damien, quien asintió, asegurándole.
—Eso... —ella había pedido ayuda a Damien en la reunión de ayer. Sabía que si él compraba de ella, otros también lo harían. Pero él no le había dado una respuesta concreta, solo le había dicho que lo pensaría. Pero ahora que su esposa había hecho la oferta, ¿la había aceptado de inmediato? El pensamiento la sorprendió, pero al mismo tiempo, se sintió aliviada. Sus hombros temblaron un poco.
Esta podría ser su mejor oportunidad. Su voz tensa, llena de emociones.
—Gracias, su gracia. Prepararé las mejores armas para usted. —Samayra inclinó la cabeza, esta vez con más respeto.